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Este jueves 13 de junio fue una ocasión especial. A las 18:50 H me dirigí entusiasmada al mítico Foro Indie Rocks!, ¿El motivo? El show de la banda colombiana, Los Pirañas.
Mientras espero a que el concierto comience, me encuentro rodeada de varios grupos de amigos que disfrutan de charlas y cervezas. La espera cada vez se siente más larga, pero —alrededor de las 20:30 H, desde la Sala B del Foro— se escucha un estruendo que indica el inicio de un show.
Toromata hace una aparición en el escenario. La gente tímida guarda distancia de la valla y la agrupación, con sus electrocumbias, incita al público a abandonar la pena. Luego de un par de bailes y unos cuantos tragos, la audiencia está totalmente entregada.
Después de una hora de música, este proyecto experimental abandona el escenario. El momento que todos esperamos por fin ha llegado, dan las 21:40 H, las luces se encienden y Los Pirañas aparece en el escenario.
El recinto retumba con sus instrumentos, la euforia de la audiencia incrementa con los sonidos del bajo, guitarra y batería. Comienzan los visuales derretidos, las luces rojas y, oficialmente, entramos en trance.
Suena “Puerta del Sol” y la energía del lugar se enciende cada vez más, los movimientos del público son una representación rítmica de las cumbias psicodélicas de Los Pirañas, que no teme a ser estridente. La guitarra y el teclado distorsionados emanan un sonido totalmente ácido y la acústica del recinto es compatible con estos.
Los vítores por parte del publico se hacen presentes entre canciones. ”Viva Colombia”, gritó una chica con tal frenesí, que Pedro Ojeda —baterista de la banda— repite la frase con una sonrisa en el rostro.
Mientras suena “Todos tenemos hogar”, Los Pirañas demuestra que el lenguaje de la noche es meramente musical. El público se nota impresionado de lo que la banda expresa a lo largo de la velada.
Al finalizar “La diversión que hacía falta en mi país”, la banda continúa con “Palermo’s Grunch”, le sigue “Espíritu de los seres humanos” y, 10 minutos después, da por concluido el espectáculo.
El público gritaba al unísono, “Pirañas, Pirañas, Pirañas”, mientras la banda se despedía del público, “Chaaaau Ciudad de México”. Bajan sus instrumentos, se apagan las luces, y Mario Galeano se acerca a la orilla de la tarima para estrechar algunas manos.
Con los pies agotados y los oídos zumbando, me dispongo a retirarme del recinto con el fulgor del espectáculo a flor de piel.