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FIDLAR en SALA
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SALA

Artista(s)

Es la vieja camaradería lo que mantiene unida a una escena.

Hace algunos años, en uno de esos videos que circulan por la red, encontré el de unos muchachos que entre cervezas, parecían cantar con una alegría que desbordaba. Eran de Canadá, pero igual podían ser de Europa, de África o de Tailandia. En una de esas muchas entrevistas, aquel muchacho que cantaba decía que FIDLAR era como el niño que siempre hacía reír a las personas en la preparatoria, pero que, muy en el fondo, también lloraba por dentro.

Nunca he sabido si los integrantes de FIDLAR se sientan parecido, pero siempre he pensado que han sabido conectar muy en lo profundo con sus seguidores. Hay pocas bandas que, con tan poco, transmiten tanto. Quizá hay quienes se comuniquen con una vocalización, los que a través de una frase conecten con su público de toda la vida, o quienes, sin decir nada y a través de la actitud, quieras conocer de toda tu vida. FIDLAR es una banda que radica en ese último selecto grupo de artistas. Quizá nunca nos enteremos que, en lo que parece otra vida, alguna persona se perdió para nunca volver en la búsqueda de algún estupefaciente, quizá nunca nos enteremos de las vicisitudes que tenga una persona para cumplir con el deber que es entretener, pero lo que queda claro, entre tantas personas, es que existen algunos seres humanos con la virtud de conectar vidas.

Ayer, en SALA, muchos estábamos con ese vínculo inefable. Cuando algún vocalista te pide silencio, muchas veces contestas con lo contrario, con abucheos. Cuando algún artista te pide una pose, igual. Alboroto. Ayer, quizá por la espontaneidad, quizá por la algarabía que representaba tener a una de esas bandas que crees nunca ver en vivo en México, la gente logró conectarse en un mismo eje de mentalidad. Las mismas sonrisas. Las mismas vivencias. FIDLAR es una vorágine de pasiones contenidas. Son una de esas bandas que no te pueden dejar con la sensación de indiferencia. Pueden haber unas canciones que ames, pueden haber unas canciones que tildes de sosas, pero en su presentación en vivo, esa que tuvimos la suerte algunos de vivir el día de ayer, ninguno salió con una cara estoica.

Además de la presentación que habíamos visto, los viejos amigos circulaban por doquier. Era como la fiesta de la preparatoria a la que nadie podía faltar, a pesar de que ya nadie estaba en preparatoria y, más bien, todos, por nuestro bien, debíamos evitar. Es la vieja camaradería lo que mantiene unida a una escena, un leitmotiv, tal vez solo seamos algunos necios que queremos escuchar historias de cuando la vida parecía ser más controlada, tener menos trabas, y estar crudo durante cinco noches seguidas no cobraba factura por las próximas tres semanas. Al menos sabemos que con FIDLAR, tendremos eso por largo rato.