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Doom City Fest 2020 en Sangriento

Doom City Fest 2020 en Sangriento

Detalles

Organización

Producción

Ambiente

Lugar

Sangriento - Ex Fábrica de Harina

Artista(s)

Los ocho jinetes del Apocalipsis reunidos en el Doom City Fest.

En cuanto a la música con guitarras Scott Hill de Fu Manchu dice:

“No, nunca van a desaparecer. La gente lo dice todo el tiempo 'el rock está muerto'. No puedo ni siquiera imaginarlo, nosotros, por ejemplo, ahora somos más grandes de lo que jamás creímos, siempre va a haber un chaval que quiera aprender a tocar la guitarra y empezar una banda”.

Alec Empire de Atari Teenage Riot dice:

“La guitarra es un gran instrumento y no creo que deba desaparecer. Acá en Europa los fans del metal son muy devotos y eso está muy bien, ellos ven una guitarra en el escenario y se vuelven locos con lo que se puede lograr con ella”.

Hoy en día se ha puesto de moda decir que la música con guitarras está muriendo, algo totalmente falso, la guitarra y el formato de banda como la conocemos aun tiene mucho que dar y ha evolucionado bastante en distintas direcciones y sensaciones.

Eso mismo se conecta directamente al Doom City Fest, en su primera edición en territorios capitalinos… 

Sangre, distorsión, potencia y alto voltaje

El escenario de LSDR (Loud Slow and Distorted Riffs) abre puntualmente con cuatro hombres usando sogas en el cuello, con un muy fino triple nudo Windsor (¡ja!), y bolsas de tela negra tapándoles el rostro, 666 en guitarra, Hombre Bestia Narcosatánico en batería, Dan en el bajo y Calaca Niño en samples; Satánico Pandemonium inicia la masacre con salvajes riffs y distorsiones ocultistas.

Doom vicioso y súper degenerado sale de los pedales tanto de bajo como de su Epiphone SG y su consola de samples, el ruido es tal que desde la primera escucha nuestros oídos explotan… pues claro, son cajas Orange con cabezales Peavey y amplificadores Hartke. Ese fue el precio a pagar por un gran comienzo de festival.

Tanto en el escenario LSDR y afuera en el escenario Sangriento, aún no se ve mucha gente, todavía hay espacio para caminar, echar un vistazo a la mercancía, comprar comida y hasta para sentarse, ya veremos qué pasa sobre la marcha.

Los horarios siguen casi tal cual como estaban planeados y el trió canadiense, Tekarra, sale sin retraso a seguir llenando de bruma el ambiente con doom, pero esta vez salido de una Fender Telecaster.

A diferencia de lo que escuchamos al inicio del festival, Tekarra hace un doom un poco más elaborado, al menos en cuanto a rítmica, con Satánico Pandemonium eran acordes largos y envolventes, pero con los canadienses la rítmica provoca sacudidas de cuerpo más violentas, puños arriba y guitarras de aire, todo lo que un buen show de metal necesita.

Desde Mérida, Malamadre abre un portal de sonidos malignos, ritmos repetitivos y siguen desgarrando nuestros tímpanos, estamos de vuelta al escenario LSDR. Un clásico trío de guitarra, bajo y batería, que parecen ser mil hombres, después de capas tras capas de distorsión fusionado con otros potentes efectos.

Acá los movimientos de arriba del escenario tanto de abajo comienzan a subir de nivel, con un baterista con una técnica tan agresiva que parece dar machetazos a sus platillos, un bajista inquieto y un guitarra LTD tan negra como el abismo, nadie puede resistirse a mover los brazos sin sentido alguno, agitar la cabeza y rugir de emoción, el festival va in crescendo.

Después de tanto doom, llega 16, desde California, para liberar los demonios del hardcore y sludge. Para este punto el cúmulo de gente ya es tal que comprar cerveza o una hamburguesa comienza a complicarse un poco, el ambiente empieza a volverse un poco más caótico y violento, pues muchos fans vinieron a liberar sus males sin preocuparse por nada.

Ahora son una Gibson SG blanca con negro y una Jazzmaster negra las que sueltan riffs descontrolados, con rítmicas que sobrepasan los clásicos dieciseisavos del doom y su nivel de decibeles es tan potente que parecen haber hecho explotar un amplificador. En menos de 5 minutos el problema se resuelve y 16 termina sin problema a la hora acordada, pero sobre todo dejando satisfechos a todos los fans que se descolgaron a verlos.

De regreso al escenario LSDR, nos volvemos a encerrar con ruidos estridentes y agresivamente violentos, para escuchar a 33, muchos tuvimos que recurrir a los confiables tapones para los oídos, pero para poder seguir conservando algo de escucha después de tanto ruido.

Más talento de México, pero ahora provenientes de León, Guanajuato, 33 viene a enterrar frecuencias demoníacas directamente en nuestros sesos con una Telecaster en mano. Usando acordes de poder, interesantes cambios de rítmica y distorsiones bien configuradas, este trío hace una buena labor en el escenario derritiendo las bocinas con hardcore bien elaborado.

Después de ocultarse el sol, el escenario Sangriento guarda a algunos vampiros que no dejan el escenario para alimentarse de los riffs por venir. Sin ninguna demora y con sus fans sedientos de electricidad, The Obsessed sale a satisfacer con solos provenientes de una Gibson Les Paul para combatir la hambruna, sin piedad alguna.

Desde Maryland, el legendario Scott “Wino” viene acompañado de Reid Raley y Brian Constantino, para dar el show más lleno de guitarras de aire de todo el Doom City Fest. Y claro, una banda tan legendaria como esta no iba a permitirse hacer un show regular, arriba del escenario parecían hacer alquimia musical siguiendo recetas primigenias, el público bebía toda pócima saliente de sus instrumentos.

Al terminar la presentación de The Obsessed, salimos corriendo despavoridos del escenario Sangriento para alcanzar un espacio dentro del escenario LSDR para ver a la banda que cerrará el portal que ahí está ubicado, Fumata.

Sus gritos son entonados con alta ira, sus cantos son recitados como si fueran una oración dirigida al mismo averno, Máximo Mateo libera su oscuro cabello sobre el publico para dejarnos en completa negrura mientras que Javier Alejandre, “Mico” Cardoso y Juan Tamayo musicalizan un alucinante y hórrido pasado, presente y futuro. Así es, su música parece viajar entre dimensiones que difícilmente puedes describir, su show se tiene que vivir personalmente.

Man†ar proviene de un país muy oscuro, un lugar rodeado de un gris profundo, un ambiente muy industrial con bastantes estigmas sobre todo su territorio, Alemania. Hardcore, black, doom, toda una mezcla de ingredientes monstruosos para dejar la máxima destrucción al paso de cada acorde y cada golpe de batería.

Esa combinación por más titánicamente demoledora que suene, no parece haber causado el efecto que debería, personalmente mi cuerpo no dejó de moverse como si algo tomara posesión de él. Pero al parecer el público o ya estaba muy ebrio o muy drogado o de plano muy falto de interés que ni Hanno sin playera tocando una Gibson SG, ni Erinc golpeando en polirritmias devastadoras lograron que el público terminara de conectar con ellos.

En realidad, existe una razón muy poderosa para la apatía de la gente, no es justificación, pero lo entiendo, todos esperaban con todo el poder de sus puños a Amenra, todo el concepto detrás de ellos, la estructura de composición de sus canciones, todo es como una parálisis del sueño, no puedes hablar, no puedes moverte, pero tienes que ver todo el terror que aparece en ellos.

Sus seguidores todos están ya muy amontonados, no se logra ver nada, solo podemos escucharlos, moverse es imposible porque ya no hay lugar, pero por destellos logramos ver los visuales reproduciéndose detrás de ellos. Para muchos de los que se atrevieron a fumar grandes cantidades de hierba, el mal viaje los llevo a salirse del lugar, ir a buscar refugio en el baño o de plano salirse.

La bruma es muy espesa pasadas las 23:00 H y Amenra provoca calosfríos de solo escucharlos, pero es tan tremendamente poderoso lo que sale de lo que parece ser una Gibson Les Paul negra y una ¿Eastwood?, no se puede notar por la cantidad de gente, que no queremos dejar escucharlos, pero sobre todo en vivo, verlos en directo es la experiencia más asquerosamente tétrica que lo volvería a hacer sin pensarlo, necesito más.