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El debut del festival Domination México tuvo lugar en el oriente de la CDMX, dentro de ese gran complejo que es Ciudad Deportiva. El lugar que albergara hasta hace poco a la F1, dio esta vez cobija a miles de apasionados del rock y el metal que disfrutaron de un cóctel de subgéneros y bandas de toda la orbe. La oferta fue buena y la respuesta, como generalmente sucede, a la par.
Dividido en cinco escenarios, el Domination México ofreció, sumado a su oferta musical, varios extras que fungieron como plus al boleto pagado: cine al aire libre, una zona de arcade, estudio de tatuaje, barbería, juegos de feria, show de motocross e incluso una aplicación con toda la información relacionada. Vimos performances de personas con máscaras de la mascota del evento (un cráneo de cuervo); un enorme camión militar con más de estos personajes fue estacionado dentro del lugar, recordándonos esa joya del cine que es Mad Max.
Pero el colorido no solo lo pusieron los organizadores. El público contribuyó de manera importante; un concierto de Kiss no puede esperar menos. No pocos maquillados, incluyendo varios niños, lucían orgullosos a su personaje favorito. Además, otros maquillajes intentaban ser macabros; unos funcionaban, otros no tanto. En resumen, todo parecía en orden para el denso banquete de esta nueva fiesta.
Domination México arrancó oficialmente con la actuación de los nacionales Koltdown. Después, de la CDMX, Cathleen. De Tijuana, Evil Entourage, que en noviembre pasado teloneó a los hermanos Max & Igor Cavalera, en un show grandioso. Así, los escenarios iban poco a poco calentando a los asistentes con las intervenciones mexicanas de Cardio Kazan, Anna Fiori y Majestic Downfall; punk, doom, death, sinfónico y más. Una de las bandas esenciales del punk chileno, BBS Paranoicos, abría el panorama internacional en el festival, seguidos por el rock sureño de Blackberry Smoke, banda de Atlanta que fue bien acogida.
Con una buena organización en tiempos, el cartel marcaba que el siguiente acto era una de las cartas fuertes: una de las voces icónicas de los años 80, Vince Neil, de Mötley Crüe, ofreció un gran show de principio a fin. Con “Dr. Feelgood” como tema de inicio, y canciones como “Shout at the Devil”, “Looks That Kill”, “Home Sweet Home” (la power ballad por excelencia, en una versión presentada sin piano), o “Girls, Girls, Girls”, el cantante —que no pudo ocultar en su imagen los resultados de su vida de excesos— hizo recuento de los grandes temas de su antigua banda y dio prueba de porqué Crüe fue una de las más grandes bandas de glam.
Con integrantes de la ciudad de México y Puebla, Joliette, daba lo mejor de sí en un escenario con pocas pero entregadas personas, unas atentas y otras coreando. Un joven con visor y aletas para nadar hacía air guitar. El slam, aunque débil, se hizo presente, con todo y un Gene Simmons mexicano. El cierre, coreado por varios, fue con “Están felices”. Enhorabuena para la banda, a mi entender sincera y sin pretensiones.
La primera banda nórdica —región vital para el metal mundial— en presentarse fue Avatar; heavy, melódico y groove escandinavo. Fue la primera vez que nuestro país recibía al quinteto de Gotemburgo. La personalidad carismática y potente voz de Johannes Eckerström lideró la intervención. “¿Están listos para sangrar?", preguntó. El público mexicano siempre responde. Cortes como “Bloody Angel”, “The Eagle Has Landed” o "The King Welcomes You to Avatar Country" (tema de su último, Avatar Country) dejaron un grato sabor de boca. Esperamos, con los oídos abiertos, que regresen pronto.
Desde Noruega, otro de los países semilla para el metal más oscuro, Vreid y su autodenominado black’n roll. Una corta pero poderosa exhibición. El público, que poco a poco llenó el lugar de la cita, se hizo presente con los originarios de Sogndal. “Raped by Light”, “Sólverv” o “Pitch Black” fueron interpretadas, mientras la gran portada de su última entrega, Lifehunger (2018) adornaba el fondo del escenario. Contundente setlist.
De manera simultánea, desde Richmond, Virginia, Windhand. La voz de Dorthia Cottrell encaja perfecto en las atmósferas musicales. Densidad total para las pocas personas ahí, siempre observadoras. Doom metal serio y fino que musicalizó la entrada de la tarde.
También del vecino del norte, Halestorm mostraba que el heavy está vivo, mientras que bandas de casa, como Endless, mostraron que hay buen post rock en nuestro país. Su show reunió a varios miembros de bandas mexicanas del gremio. La ejecución, de mucho respeto. Buena y potente vibra. Éxito en el porvenir para el grupo.
Rock de gran peso de México y el planeta seguía a lo largo de la tarde con grupos como Parkway Drive, Bloodbath o Entheos. El turno llegó para Municipal Waste. El grupo de Richmond puso a bailar en círculos de inmediato a los no pocos asistentes con su trash/ crossover. “Sadistic Magician”, “The Art of Partying”, “Beer Pressure”, “Headbanger Face Rip” y más canciones para reventar. La energía de Waste puso de buenas a todos. Grandes, simplemente.
Se llegaban de esta manera los actos fuertes de este día uno. Primero, una de las bandas consentidas de la oleada del nu metal. Amados por unos, repudiados por otros, Limp Bizkit regresó a suelo mexicano para recordarnos el tiempo en el que el metal olvidó sus solos de guitarra y marcó una nueva época. Al parecer, la banda volvió más con ganas de coverear que de tocar material propio. Desde Ministry, Green Day, Nirvana y su ya clásica versión de “Faith” de George Michael, Fred Durst y compañía recordaron a dichos grupos, sin que esto signifique que hayan sido grandes versiones. Un tanto tediosas (con todo y karaoke gigante), los covers pasaron sin pena ni gloria para la mayoría. Varios vacíos entre una canción y otra hacían notar la falta de seriedad de los de Florida. Las canciones propias fueron otro tema. “Break Stuff”, “Nookie”, “My Way" o "Take a Look Around”, hicieron brincar y gritar a bastantes. En general, presentación medianamente aceptable.
Tras otras actuaciones, la hora llegó para uno de los guitarristas más influyentes: Slash y su proyecto Slash feat. Myles Kennedy and The Conspirators. Un set repleto de temas alejados de su época con Guns N’ Roses que se enfocó en la carrera solista del recientemente nombrado “Embajador Global de Gibson”; el único que existe. Cortes que, sin embargo, fueron admitidos. El proyecto suena bien ensamblado. La voz de Kennedy es más que respetable. Slash parece conservar la técnica de sus años gloriosos.
Meshuggah tomó posición en otro de los escenarios. Hablar de ellos es hablar de uno de los grupos más influyentes del metal en toda su historia. Amos y señores del progresivo y creadores de lo que hoy conocemos como djent, los suecos dieron cátedra de lo que es tocar sincopado y a grandes niveles de distorsión. Brutales e impecables siempre. Masacres sonoras como “Rational Gaze”, “Lethargica”, “Future Breed Machine” o la metralleta que es “Bleed” dieron prueba de cuánto le debe el metal a Meshuggah. Magníficos, sin intención de exagerar.
Finalmente, un adiós largamente anunciado. Esta no es la primera vez que Kiss intenta despedirse. Aún así, si hemos de creerles (en el show nunca escuchamos un “adiós” para siempre o algo por estilo), el marco del Domination funcionaba muy bien para el último acto. “Detroit Rock City” dio inicio al supuesto fin. Siguió “Shout It Out Loud”. Los juegos de pirotecnia se dejaron ver y escuchar desde un principio, como es costumbre. “No hablo español pero les digo que mi corazón es para México”, dijo Paul Stanley, que mostró a lo largo del concierto una voz un tanto cansada que necesitó del bemol (para nuestra desgracia). “Deuce” y las llamas se dispararon. Varios temas y llegó “War Machine” para que Gene hiciera su clásico acto de escupir fuego. “Lick It Up” en una gran versión un tanto extendida. “Calling Dr. Love” siguió; un vistazo al público nos mostró un recinto abarrotado y a varios niños en hombros maquillados, cantando y aplaudiendo. Dicen que aún hay esperanza.
“100,000 Years” y un solo de batería a cargo de Eric Singer. “Cold Gin” y el solo ahora fue de Tommy Thayer. El himno “God of Thunder” y el turno de lucir fue esta vez de Gene Simmons, que escupía sangre y tocaba su distorsionado e icónico bajo en forma de hacha. “Psycho Circus”, otra de las canciones más coreadas. Con “Love Gun”, Paul se preparaba para colgarse y pasar por encima del público; desafortunadamente, algo falló y no sucedió. Tocó turno del tema fundamental del cuarteto: “I Was Made For Lovin’ You”. El bemol le quita energía, pero qué se puede pedir. “Black Diamond” y un descanso para regresar con Singer en el piano y otro clásico: “Beth”. “Do You Love Me?” y el final con “Rock And Roll All Nite”; himno indiscutible del género. Así, con un despliegue de lasers, pirotecnia, papeles y más, Kiss aparentemente se va y deja un legado total. Un show y una carrera difícilmente superables.
La segunda parte del Domination prometía seguir con el poder del primer día. El buffet sabatino nos hacía esperar grandes actuaciones, de nuevo de promesas, consagrados y artistas míticos del rock & roll. Tras varios actos iniciales, uno de los platos fuertes comenzó su intervención poco antes de las 16:00 H. Animals as Leaders congregó a un número importante de asistentes. Tosin Abasi, Javier Reyes y Matt Garstka aparecieron, tomaron posición y fueron ovacionados de inmediato. Con canciones como “Physical Education” o “The Woven Web”, el trío dejó muy alta la vara para el día y el festival en general. A mi parecer, fue la banda más impresionante de esta primera edición. Existen guitarristas que revolucionan la manera de tocar su instrumento, Abasi es, sin desorbitar, uno de ellos. Increíbles, impecables, virtuosos, serios, contundentes, y más. Dichosos los ojos y oídos que disfrutamos de ésta grandiosa intervención.
Mientras sonaba de fondo “Nothing Else Matters”, apareció en escena Trivium, grupo más que esperado. “The Sin and The Sentence” abrió y el numeroso público comenzó a hacer su parte. El piso vibraba con los brincos. El festival pintaba para seguir con su buena organización, gran respuesta, y metal para todos los gustos. Con cortes como “Sever the Hand”, “Betrayer” o “In Waves”, el cuarteto de Orlando se entregó y sus fanáticos devolvieron la energía.
En otro de los entarimados, The Black Dahlia Murder inspiró a varios a armar el mosh. Death metal melódico para los no muchos pero honestos seguidores que llegaron. Otros tantos disfrutaban de la agrupación sentados. Un helicóptero y algunos drones sobrevolaron el cielo que amenazaba con dejar caer lluvia. Por su parte, Cerberus fue otro de los grupos que representaron al metal mexicano. “Jaeger”, “Saint Pride” o “Self Made Hell” fueron canciones que el cuarteto de la CDMX tocó ante una poca asistencia que respondió a la buena energía que transmite la banda.
Por otra parte, Converge mostró su hardcore metal con varios de sus fieles coreando canciones como “Reptilian”, “All We love We Leave Behind” o “Trigger”. Bien recibidos y queridos. El grupo es de esos que se desgarran en el escenario. Uno lo agradece.
Mientras Thrice entregó varios temas ovacionados, una lluvia leve apareció, sin que esto intimidara a los presentes. Ya con Apocalyptica, el agua se hizo más fuerte. Los de entrada preferente, resguardados en su comodidad, no se inmutaron. Los demás, la verdad es que tampoco. El ensamble de cellos de la capital finlandesa sabe que en México se idolatra a Metallica y decidió solo tocar covers de Hetfield y compañía. “Master of Puppets”, “Fade to Black” u “Orion” fueron algunos de los clásicos interpretados. El cello con wah en los solos, algo que no me había tocado escuchar.
Del otro lado —no había que caminar tanto para ver a cada banda— unos imperdibles: Dead Kennedys. Punk y hardcore de crítica y protesta como muy pocos quedan. La aglomeración para ver a los de San Francisco fue importante. La buena vibra de Ron "Skip" Greer es notable, aunque se sigue diciendo que sin Jello Biafra, los Kennedys realmente están muertos. “M.T.V. - Get off the Air”, reinterpretada como “MP3 Get Out of the Web”, para recordar.
Cuando llegó el momento de Dream Theater, el lugar estaba atestado. Aún así, la lejanía no fue impedimento para escuchar nítidamente a los virtuosos de Nueva York. Con su LP recién salido del horno, Distance over Time (febrero, 2019) los cinco músicos dieron muestra de su capacidad técnica, que por momentos dejaba atónitos a propios y extraños. “Untethered Angel”, obra que abre el nuevo disco, también dio apertura al show. “Fall into the Light” o “Barstool Warrior” —ambas también del nuevo material de estudio—o esa obra maestra que es “The Dance of Eternity” corroboraron al grupo como uno de los mejores del metal progresivo de todos los tiempos.
Otro de los monstruos del metal actual hizo vibrar el piso que por lapsos era el verdadero infierno. Lamb of God —sin Chris Adler en los tambores, debido a un accidente en motocicleta que lo alejó también de su tour con Slayer— y el caos en el slam y el mosh. “Walk with Me in Hell” (vaya que el público lo hizo), “512”, “Laid to Rest” o “Redneck” fueron solo algunos de los temas bestiales de los oriundos de Virginia. De lo mejor del festival, indudablemente.
Finalmente, otro legendario. El padrino del shock rock, Alice Cooper. Si hay alguien que sabe armar un freak show, es él. Camisas de fuerza, cuchillos, marionetas tétricas, vestuarios y un monstruo gigante fue parte de la ambientación de la obra de teatro. El también actor, que al final vistió el jersey de soccer de la selección mexicana y una playera de la casa Targaryen, interpretó junto a su banda (que incluyó tres guitarristas), clásicos como “No More Mr. Nice Guy”, “Billion Dollar Babies”, “Poison”, “Feed My Frankenstein”, “I'm Eighteen”. El cierre de Cooper y de todo el festival fue con “School's Out”. Un verdadero espectáculo, de mucho respeto.
Así, Domination México comenzó con el pie derecho. Buena organización, muchos servicios y entretenimientos. Prácticamente todo salió como se planeaba. Lo más importante, la música, en un aspecto general, cumplió. Tuvimos la oportunidad de ver y escuchar un festín del mejor metal. La ecualización, en varios momentos, falló. Como sea, felicidades a quienes montaron esto. Gustosos esperamos qué grupos conforman la segunda edición