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Fuimos afortunados en vivir la experiencia que el festival Desert Daze 2021 tenía lista para nosotros, pues desde ya hace nueve años ha ido regalándole al público, a los músicos y a los mismos organizadores momentos increíbles en diferentes locaciones, esta vez, nuevamente lo viviríamos dentro de las inmediaciones del Lake Perris, un lugar privilegiado por estar rodeado de montañas y muy cerca del desierto y el océano.
Largas fueron las filas para el ingreso de los asistentes, mientras que al fondo se escuchaba la música de Tropa Mágica, los encargados de inaugurar el festival, invitándonos a ponernos nuestra mascarita para irnos a bailar, cosa que la mayoría de los asistentes ignoró, pues dado a que en el acceso solicitaban certificado de vacunación o prueba negativa de COVID-19, la confianza de estar a salvo de contagio era alta.
La Luz tuvo los honores de inaugurar el escenario principal, siendo iluminadas de frente por la caída del sol mientras continuaban estrenando las canciones de su más reciente disco homónimo.
Mientras tanto la gente seguía acomodándose tanto en sus casas de campaña como en sus RV’s, ya que este festival cuenta con una gran zona para acampar, equipada con baños en impecables condiciones y con regaderas con agua caliente, además de una tienda de artículos diversos para que complementes con cualquier alimento o bebida tus reservas, incluso puedes hacer tus compras previamente en una aplicación y solo pasar a recogerlas. Bendito primer mundo.
En la caída de la noche, Deap Vally se volvía a presentar en esta edición, siendo de esas bandas que vieron nacer a Desert Daze en 2012. “Gonna Make my Own Money”, “Baby I Call Hell” y un gran cierre con “Look Away” fueron de los momentos más intensos de su presentación, agradeciendo mucho la energía de sus fans.
Momento de subir el volumen, la distorsión se apodera del escenario mientras DIIV destroza nuestros oídos con su poderoso shoegaze y dreampop, la mirada fija y sonrisa espeluznante de Andrew Bailey nos hipnotiza a la par de que “Under The Sun” es interpretada. Deceiver fue el disco dominante en esta presentación, con seis canciones de 10 que tocaron, teniendo un gran cierre con “Taker”, “Horsehead” y “Blankenship", donde la gente explotó y desató nuevamente mucha energía dentro del pit.
Tim Heidecker & Weyes Blood llenaría de risas y vibra positiva esta noche, interpretando su álbum Fear of Death y algunos covers como “Oh, Sister” de Bob Dylan, así como “Let It Be” y “Day Tripper” de The Beatles, aunque esta última la cortaron apenas habiéndola iniciado.
Ty Segall es uno de los consentidos en esta escena musical, siendo su show uno de los más explosivos en todo el festival, aunado a que Jelloman se unió a la locura, surfeando encima de la multitud, lanzando hacia el público variedad de Jelly shots lanzados por su arco. Un show que tuvo que terminarse en el clímax, pues debido a la demora para iniciar su set, no pudieron concluirlo en su totalidad.
Bajamos las revoluciones, nos entregamos a la melancolía de la mano de The War On Drugs, y aunque solo pudimos escuchar 10 canciones en su set, fuimos testigos del debut en vivo de “Victim”, así como de su nueva canción “Slow Ghost”, además de ser la primera audiencia que escucharía las canciones de su nuevo disco I Don’t Live Here Anymore.
Crack Cloud fue mi gran sorpresa de la primera noche de este festival. Este colectivo canadiense mezcla el punk con un performance artístico de más de 15 personas sobre el escenario, con atuendos coloridos y carnavalescos que hacen de su show una experiencia totalmente inmersiva y teatral, sumada a la gran intensidad con la que los músicos interpretan, cerrando con “Drab Measure” para convertir la pista en un gran caos.
Finalmente, A Place to Bury Strangers cerraría el itinerario de esta noche, brindándonos un show multifacético y mutante, las guitarras volaban por los aires, la banda iba acercándose cada vez más hacia el borde del escenario, incluso la baterista, hasta que finalmente terminasen todos sus integrantes tocando en medio de la multitud. Podías ver la alegría y sorpresa de los asistentes, no podían creer la energía desbordada en este show.
El segundo día de Desert Daze nos sirvió para regenerar toda la energía liberada el día anterior. Actividades como Yoga, terapias de sonido con cuencos tibetanos y un DJ Set les permitirían a los campistas entrar en contacto con su espíritu y renovarse internamente. A su vez, la mañana de este día estaría abierto el lago para poder nadar, mismo que desde muy temprano se lleno de asistentes que buscaban refrescarse debajo de un sol californiano.
Con poca convocatoria pero con mucha actitud, Geese nos traería directo desde Brooklyn un post punk energético, contrastando drásticamente con el siguiente acto: Pachyman, músico puertorriqueño que va mezclando y creando loops grabados por sí mismo, integrándolos en melodías de Dub, Reggae y Dancehall.
Mad Alchemy es el miembro honorario de esta comunidad, pues año tras año ha sido el encargado de proyectar sus visuales lisérgicos en Desert Daze, aderezando perfectamente los shows de The Budos Band y de Sudan Archives, creando una atmósfera psicodélica de la que salimos extasiados.
Momento del romance bajo la luna. Andy Shauf daría uno de las presentaciones más coreadas de esta noche, disfrutada a la luz de la luna y llena de proyecciones psicodélicas. Acto seguido, Devendra Banhart se encargó de mantener la llama encendida aún pese a un gran retraso de su show por fallas técnicas.
El rey hacía acto de presencia. Kamasi Washington engalanó la noche con un show de altísima calidad técnica. Emocionado por ser papá recientemente, interpretó la canción que escribió por tan maravilloso suceso: “Sun Kissed Child”, tema que por poco más de 8 minutos nos llevase a la gloria. Cada tema interpretado por él y por el gran equipo de músicos que le acompañan generaban una combinación perfecta entre el jazz clásico y arreglos sintéticos creados por su tecladista. Una experiencia mágica.
Pasada la media noche, la banda anfitriona JJUUJJUU nos regresaría nuevamente al trance que provocan las guitarras distorsionadas y esos vocales tan largos que nos hacen flotar. Un show breve de tan solo media hora que sería la antesala al último acto de esta madrugada, George Clanton, músico y productor irreverente y extrovertido con un show lleno de bromas sobre “lo malas que son sus canciones” y “lo mucho que su madre se avergüenza de él”, complementado con un show de luces sincronizadas perfectamente para crear distintos visuales a lo largo del set.
Spelling apertura el escenario, presentándonos los temas de su nuevo disco The Turning Wheel, siendo un show que nos llenaría de calma y paz previo al caos que estaba por desatarse en el siguiente acto, pues SASAMI subiría los decibeles y retumbaría con metal el festival, incluso interpretó un cover de “Toxicity” que invitaría al público a levantar el polvo de una muy erosionada “pista de baile”.
En plena caída del atardecer, The Black Angels se presentaría nuevamente en el festival, envolviéndonos entre la penumbra de su sombrío show, interpretando temas como “Entrance Song”, “Don’t Play With Guns”, “Yellow Elevator #2” y un cierre increíble con “Bad Vibrations” que desataría revuelo entre el público, impactándose nuevamente entre sí.
Crumb nos presentó gran parte de su nuevo álbum Ice Melt, interpretando “Gone”, “Seeds”, “BNR”, “L.A.”, “Trophy” y “Balloon”, siendo un show plenamente disfrutable desde su inicio, hasta los últimos temas que se han vuelto favoritos entre el público: “Part III” y “Locket”.
Desafortunadamente Kikagaku Moyo se perdió los primeros 15 minutos de su horario intentando solucionar problemas de audio, sin embargo la espera valió la pena, pues dieron uno de los mejores shows del festival, generando la locura total entre un público que los vitoreó y les aplaudió fuertemente al término de cada tema, siendo “Smoke and Mirrors” y “Dripping Sun” los temas que desatarían una explosión de emociones y sensaciones en medio de un intenso mosh pit. Cuánto extrañaba esta sensación.
Pero la intensidad no paraba ahí, nuevamente las gargantas se unirían para cantar los temas de Yves Tumor, Desde “Gospel for a New Century” donde Sean desbordaría energía y sensualidad, pasando por “Romanticist” y “Dream Palette” mientras se paseaba por el pit de fotografía cantándole intensamente a los fotógrafos que se atravesaban por su camino. Esta presentación explotó cuando Sean comienza a cantar subido en el barandal de la primera fila, los fans se le desbordan encima y Chris Greatti se lanza sobre el público para seguir tocando increíbles riffs mientras el público le carga sobre sus brazos y lo lleva de un lado a otro, finalizando este explosivo show con “Secrecy Is Incredibly Important to the Both of Them”.
Llegaba el turno de Japanese Breakfast, presentación impecable donde presentaran Jubilee, especiando con “Paprika” este festival, endulzando su show con “Be Sweet” y “Posing in Bondage”. Un show lleno de pop rock donde nos regalarían un cierre lleno de nostalgia al interpretar un cover de “Dreams” de The Cranberries.
Nuestra aventura terminaría bailando gracias a Toro y Moi, uno de los shows más largos del festival con 19 canciones en su setlist, entre las que destacaron “Ordinary Pleasure”, “Freelance”, “Say That”, “New Beat” y finalizando con “Rose Quartz”.
Desert Daze ha ido construyendo una comunidad sólida y homogénea que ama a la música, la espiritualidad, la naturaleza y al prójimo. Durante todo este fin de semana el mensaje era claro, la prioridad era el bienestar y la seguridad de todos, intenciones que se notaron en cada momento, tanto entre el público que procuraba que nadie resultara herido entre los empujones y el baile, así como entre el staff y personal de seguridad que en todo momento estuvieron atentos a cualquier situación extraordinaria.
Los sentidos se estimulan en medio de la música, los hermosos paisajes, la convivencia con amigos, familia y seres queridos. Desert Daze es ese lugar de paz y alegría donde nuestra consciencia se expande, nuestra piel se eriza y nuestra sonrisa devela nuestro disfrute. Anhelamos volver año tras año, pues más que un festival se ha convertido en nuestro lugar feliz.