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Este año que Deep Purple cumple cinco décadas de haberse formado, el grupo del Reino Unido tuvo una cita más con sus fanáticos mexicanos, después de presentarse con éxito en la reciente edición del Hell & Heaven. El pretexto fue la promoción de su álbum de estudio número 20, Infinite, lanzado el año pasado bajo el sello earMUSIC y que le valió su lugar más alto en las listas de popularidad de su nación en más de 30 años.
El recinto que recibió a estos verdaderos artífices del heavy metal fue la Arena Ciudad de México, que no lució lleno pero acogió a un público que vitoreó a los ingleses de principio a fin.
En punto de las 21 H., In Flames, la banda sueca de death melódico cuya última placa, Battles, data del 2016, se encargó de abrir la noche. Desde antes de ingresar, ya se notaban varios seguidores del grupo quienes esperaban el regreso de la agrupación a la CDMX. “Colony”,tema homónimo de su LP que está a poco de cumplir una década de haberse lanzado, inauguró el set de los nórdicos. La recepción en general fue calurosa.
A lo largo de su presentación, In Flames fue poco a poco animando al público con temas como “Delight and Angers” y “Here Until Forever” (previo a éste, una parte importante de la arena coreaba el nombre de la banda). El vocalista Anders Fridén se dijo privilegiado de compartir escenarios con las leyendas a quienes le estaban abriendo, mientras el baterista Tanner Wayne presumía la bandera mexicana en su playera. “The End” dio cierre a ésta potente intervención, un tanto desconcertante para algunos —un hombre detrás de mí, luciendo un traje impecable, gritaba sentado un contundente “¡ya no más, por favor!”—, pero en general muy bien recibida.
Como ya se sabía, Eddie Trunk, el hombre al frente de “That Metal Show”, presentó a los íconos ingleses y grabó material para el documental del pequeño tour de 10 fechas que Deep Purple dará en nuestro país. Sumado a esto, Trunk continuó con las transmisiones de la gira en México para su programa de radio Trunk Fest. En punto de las 22:30 H., el conductor apareció en el escenario. “Es mi gran honor presentarles a una de las más grandes bandas de todos los tiempos…”.
Looks variados se dejaron ver en el recinto: metaleros empedernidos, hombres trajeados, mujeres con el cabello morado, motociclistas enfundados en piel e incluso uno que otro vaquero rocanrolero. El inicio del show, inmejorable. Pocos esperábamos un tema tan emblemático, tan pronto. Los primeros acordes de “Highway Star” se distinguieron y el público no dejó su emoción resguardada. Ian Paice, desde un principio, mostró sus dotes en los tambores —tocó un hermoso Pearl Drum Kit Signature que lleva el mismo nombre de la canción mencionada— y dio prueba de su lugar en la élite de los mejores bateristas.
Siguió, ligado, y también del grandioso Machine Head, “Pictures of Home”. La parte del solo de Glover, acompañado de sus amplificadores TC Electronics y su bajo Vigier, impecable. Inevitable aquí no recordar al mítico Ritchie Blackmore. Inevitable también hablar de Deep Purple y no mencionar a sus distintas alineaciones, mismas que sus fanáticos bautizaron como “Marks” y de las cuales la consentida sigue siendo la conformada por el músico inglés ya referido que también formó parte de Rainbow, otra banda icónica cuya voz fue el gran Dio, el legendario Jon Lord —uno de los mejores tecladistas que ha dado el género—, Glover en el bajo, la voz inconfundible de Ian Gillan y ese portento de baterista que sigue siendo Ian Paice.
Hoy, la agrupación que incluye a los virtuosos Steve Morse en la guitarra y a Don Airey sustituyendo a Lord en los teclados, se mantiene vigente y representa la alienación más estable que ha tenido el grupo. En total, ocho formaciones distintas con más de 10 músicos; su legado, indiscutible.
Del disco en el que debutaron Glover y Gillan (quien mostró una voz muy cuidada), In Rock, continuó el set “Bloodsucker”. Después, otro clásico de la banda: “Demon's Eye”. A mi lado, un hombre de sombrero negro y una playera que mostraba el coyote de Ciudad Neza bailaba al más puro estilo urbano. La ejecución de Purple, magnífica.
Tras interpretar “Sometimes I Feel like Screaming” y “Uncommon Man”, llegó el turno de otro de los temas favoritos del público: “Lazy”, no sin antes dedicarla al gran Jon Lord, cuya fotografía lucía en las pantallas del lugar. Después, recordando la promoción de su última pieza de estudio, “The Surprising” (gran tema), “Time for Bedlam” y “Birds of Prey”.
Llegó aquí el momento pináculo de la noche. Un solo a cargo de Don Airey que incluyó temas emblemáticos para México como su himno nacional o “Bésame Mucho”, sumado piezas de jazz, música de cámara y una variedad de recursos técnicos y tecnológicos que dejaron boquiabierto a quien escribe éste texto. Simplemente fabuloso.
El grupo originario de Hetford siguió con canciones simbólicas para su carrera como “Perfect Strangers”—homónima del disco de 1984 que marcó el regreso de la banda después de su separación, ocho años antes—, o “Space Truckin'”. Seguido a éste, un hito del hard rock y el heavy metal y uno de los temas fundamentales del rock: “Smoke on The Water”.
Ian Paice sugirió si queríamos una más, y la respuesta fue contundente. El encore nos presentó el cover de Joe South “Hush” y dio cierre a la fecha con otra composición esencial de la carrera de Purple: “Black Night”.
Con esto, quien alguna vez fue considerada la banda más potente del mundo regresó a nuestra ciudad. Aunque el lugar mostraba huecos, los asistentes compensaron la ausencia con mucha energía. A cambio, el grupo dejó muestra de su relevancia y sus dotes individuales que, en conjunto, dejan un espectáculo con pocas cosas que reprochar. Según los mismos miembros de Deep Purple, la gira de su adiós pretende prolongarse lo más que se pueda. Mientras llega la despedida, esperamos volver a verlos. De no poder, damos gracias por sus 50 años de música y por dejarnos varias canciones en el soundtrack de nuestras vidas.