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Hay ocasiones en las que las mezclas más raras, resultan ser las más fascinantes. La noche de ayer terminó siendo un claro ejemplo. Una comunión de letras tristes que exhibían nuestras heridas más profundas y una dosis de humor que servía como bálsamo.
Después de tres años de espera, el público mexicano se volvió a dar cita al interior de El Plaza Condesa, para ser testigos de un set acústico que reunía la dosis perfecta entre risas y melancolía.
El reloj marcaba 10 minutos después de las 21:00 H., las luces se apagaban y los últimos asistentes se escabullían entre las sillas que llenaban la pista para encontrar su lugar. El humo se desvanecía y daba la bienvenida a Damien Rice.
El silencio se hacía presente y rompía en júbilo con un “Hola, bienvenidos”, antes de que la velada comenzara a tomar forma con los primeros acordes de “Amie”. La primer triada de temas fue completada por “The Professor & la fille danse”, así como “Rootless Tree”, cuyo cierre terminó vaciando los pulmones del músico irlandés y robando las palmadas de los asistentes.
El primer hit de la noche llegó con “I Don't Want To Change You”, presentando toda una reflexión acerca del amor. “En ocasiones mis amigos me dicen que escribo canciones de amor, así que un día puse atención y me pregunté dónde está el amor si mis letras hablan de celos, dolor y maldiciones. Bueno, de eso trata el amor”, fueron parte de sus palabras antes de que la noche siguiera su rumbo al ritmo de “The Greatest Bastard”.
El escenario de El Plaza se vestía de rojo con “I Remember”, seguido por un explosivo juego de luces en tonos azules, que adornaban los acordes de “9 Crimes”.
“La siguiente canción es acerca de la amistad. Esa gente que te critica porque cree que te conoce. Tenía un amigo así y un día decidí hablar con él porque me cansé de su negatividad, así que escribí esta canción”, compartió el intérprete antes de escuchar “The Box”, dejando claro que la música es su mejor forma de expresión.
La suavidad y elegancia del piano se hacían presentes con “Your Astronaut”, antes de presenciar el momento más especial de la noche, cuando el músico invitó al escenario a una chica del público que respondía al nombre de Eliza, para acompañarlo a interpretar el tema “Cold Water”.
La colaboración resultó ser una sorpresa positiva que mereció los aplausos de los asistentes. “No siempre sale así de bien. Es el riesgo”, bromeo el músico antes de despedir a la chica y continuar con los temas “Trusty and True” y “Volcano”.
De esta forma llegábamos al primer y único encore de la noche. Tras unos minutos de espera, la oscuridad se apoderaba del escenario para regalarnos una íntima versión de “Cannonball”, interpretada sin micrófono. Invitándonos a dejarnos guiar por el sonido de su voz, en el momento más oscuro.
Ya muy cerca del final, la explosividad de “Elephant” se hizo presente junto a un juego de luces que acompañaban la intensidad de su guitarra, para terminar despidiéndose al ritmo de su tema insignia, “The Blower’s Daughter”, en medio de una serie de gritos y aplausos que celebraban el show.
Una velada llena de auténticos contrastes. Una catarsis a través de la música, el humor y la sanación de nuestras heridas.