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Caifanes en El Palacio de los Deportes

Caifanes en El Palacio de los Deportes

Marco Yirel Ruiz
Yolotzin Bravo @beacontourist

Yolotzin
Bravo @beacontourist

12/Dic/2016

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Palacio de los Deportes

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Caifanes y el ultimo ritual del año del mono.

Los últimos momentos del 2016 comienzan a notarse con mayor magnitud, año del mono rojo de fuego, según el horóscopo chino. Se va cerrando la agenda de conciertos en nuestro país, pero las alegrías y sorpresas siguen llegando de último momento, aquellas que siendo pasadas por las bocas extasiadas, se van a transmutar en recuerdos que valdrán oro.

En medio del fervor guadalupano que transforma a la capital en un sitio con un solo destino, el cuarteto conformado por Saúl Hernández, Alfonso André, Sabo Romo y Diego Herrera, apoyados por Rodrigo Baills, culminaron una extensa y exitosa gira alrededor del país, siendo la Ciudad de México la fecha más esperada por los aliados del Caifán, aquel que las puede todas, el ser que se adueña de la noche para salir de los lugares mas recónditos del Mictlán.

Así es como comienza el ritual, cuando cae la fría noche y los discípulos de Caifanes comienzan a arribar al gran domo de cobre, compartiendo la misma emoción, como si tuvieran que haber esperado tres vidas para ver en su forma humana a una de las bandas más importantes del rock latinoamericano. Rostros añejos por el tiempo, ansiosos, con brillo en sus ojos y sonrisas extendidas, esas que delatan las ganas de ver a alguien muy querido y hacen que regrese la nostalgia de la juventud. Esos tiempos del rocanrol.

Pero también llegó la ola joven, los que están emocionados como si fuera la primera vez, a los que no les tocó, pero se saben todas las rolas. Marcando las 8:29 pm, tomando como señal la oscuridad y los lúgubres teclados de Diego Herrera, “Los Dioses Ocultos” aparecieron en un escenario repleto, todos de pie, amigos brindando por aquí y por allá. Ahí estaban los Caifanes, volviendo a romper el silencio.

La euforia y el temblor en el suelo no cesaron, “Para Que No Digas Que No Pienso En Ti” y “Te Estoy Mirando” enternecieron los corazones de todos los asistentes, uniéndolos en una sola voz, una de las cosas más bellas que se puede escuchar en un concierto. Con un Saúl Hernández agradecido, arrodillado ante toda la raza, “Nubes” hizo su aparición para invitar a los aliados a dar una vuelta al cielo, que en ese momento se llamaba Palacio de los Deportes. La brutal y arrabalera “Nada” sorprendió y gustó, mientras la oscura “Cuéntame Tu Vida” detonó el recuerdo de las primeras tocadas en Rockotitlán.

La danza del mas allá se apoderó de la audiencia con “Piedra” y siguió con uno de los himnos mas coreados del rock mexicano, “Mátenme Porque Me Muero”. Sin olvidar su mensaje de conciencia, Saúl expresó su deseo de luchar por el bienestar de nuestro país, siendo “Antes De Que Nos Olviden” y “Aviéntame” su carta de presentación.

El misticismo de la cultura mexicana apareció cuando “Perdí Mi Ojo De Venado” libró a la fanaticada de los malos augurios con una limpia musical, que a su vez disfrutó de un tributo que Caifanes ofreció a Oscar Chávez, David Bowie y Juan Gabriel. Sin olvidar canciones como “La Célula Que Explota” y “Nos Vamos Juntos” el cuarteto capitalino no dejó sentar a sus aliados que corearon, lloraron y disfrutaron de cada melodía de aquellos seres que dieron todo arriba del escenario, para que no les faltara nada a esa fiel oleada de almas eternas, tres generaciones de música y recuerdos.

Con los acordes de “La Negra Tomasa”, aquel ritual azteca que comenzó con la invocación a los dioses, estaba llegando a su fin. Como caballeros águila triunfantes, los protagonistas de una noche inolvidable se despidieron, aquellos que dejaron sus vidas en un rosario y en milagros de latón, cerraron el año del mono rojo, en un 11 de diciembre de 2016 con sabor a 1989.

Marco Yirel Ruiz

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