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Muchas veces envidio de nuestros vecinos del norte cuando tienen tantas giras conjuntas de ensueño, una de ellas fue el Night Running Tour que unía los talentos de Beck, Cage the Elephant, Spoon, entre otros.
Afortunadamente para nosotros, por la cercanía a veces nos llega alguna de rebote como fue el Rage and Rapture con Blondie y Garbage hace dos años. En esta ocasión Cage The Elephant y Spoon se aventaron a deleitar a sus fans con una noche de euforia pura en el Pepsi Center WTC.
Para el melómano capitalino fue un dilema escoger dónde pasar la noche del 21 de octubre. Por un lado Vampire Weekend en el Teatro Metropólitan, por otro Kaiser Chiefs en El Plaza y LP en el Auditorio BlacBerry. Nada de esa competencia evitó que el Pepsi se encontrara al tope de su capacidad.
A las 20:00 H salió Spoon, la banda encabezada por Britt Daniel, ante una cálida bienvenida. Un sencillo telón rojo con el nombre de la banda de fondo y empezó a sonar "Do I Have to Talk You Into It" para bailar sensualmente. En seguida retrocedemos un poco en el tiempo con "The Way We Get By" y "My Mathematical Mind". "The Underdog" fue la primera canción reconocida por la mayoría, notorio por la cantidad de celulares alzados.
"Hot Thoughts" continúa con el ánimo para bailar y con "Don't You Evah" están de racha. Muchos como el sujeto detrás de mí no dejaban de pedir "Do You" y, cuando llegó ese momento, fue el más coreado de la agrupación de Austin, Texas.
Suena "I Turn My Camera On" y Britt Daniel no deja de agradecer la calidez del público y a la banda estelar por haberlos invitado. En "Inside Out" los sintetizadores asfixiantes y atmosféricos son la cereza del pastel y entre guitarrazos y feedback, "Rent I Pay" marca su despedida con 40 minutos sin un segundo desperdiciado.
En cuanto se retira el telón de Spoon se revela el inmenso escenario de Cage The Elephant que consiste en una plataforma elevada con escalones, lo cual inmediatamente sube los ánimos. Desde hace años que el público mexicano clama por un show en solitario de los de Kentucky y su triunfal debut en el Corona Capital de 2017 solo elevó las expectativas.
Empieza a sonar “Broken Boy” y el Pepsi Center se cimbra ante tanto brinco, el vocalista Matt Shultz siempre teatral sale disfrazado en lo que solo puedo describir como un vaquero colorido de látex –reminiscente al personaje de la portada de su más reciente disco, Social Cues-, atuendo que a lo largo del show cambia a lo que parece un traje típico oaxaqueño y un impermeable blanco.
“Cry Baby” y “Spiderhead” no dan un descanso al público, el cual parece un mar agitado. Brad Shultz, guitarrista y hermano del vocalista, se deja llevar completamente por el ambiente y aprovecha la oportunidad para surfear sobre el público con su guitarra. “Too Late to Say Goodbye” es la primera oportunidad para descansar un poco, pero no de parar de cantar a todo pulmón.
Durante el concierto, la agrupación fluctuó entre sacudir melenas y destrozar gargantas al ritmo de temas como “Mess Around”, “It’s Just Forever” o “House Of Glass” y ponernos sentimentales con “Shake Me Down”, “Trouble”, “Telescope” y en especial con los temas de su desgarrador nuevo disco, cuyas letras en su mayoría fueron inspiradas por el reciente divorcio del vocalista.
“Ready To Let Go”, “Tokyo Smoke”, “Social Cues” y “Skin and Bones” fueron recibidas por el público casi con la misma emotividad desgarradora pero enérgica que emitía la banda. “Ain’t No Rest For The Wicked” nos puso nostálgicos por ese debut homónimo que cumple una década este año y durante “Come a Little Closer”, Shultz se envuelve en la bandera mexicana para que los acompañemos al viaje místico que es dicho tema.
Al momento que suena “Cigarette Daydreams” creí que no habría un momento más coreado y emotivo durante la noche -más adelante probarían mi equivocación-. “You can drive all night looking for the answers in the pouring rain, you wanna find peace of mind looking for the answers”, canta el público como una sola voz mientras se va desvaneciendo la canción.
Parecía un cierre apropiado, pero Cage The Elephant aún tenía combustible suficiente para sacudirnos una última vez al ritmo de “Teeth”, donde Shultz aprovechó para navegar sobre el mar de gente hasta llegar a la mitad de la sección general y lograr el equilibrio suficiente para ponerse de pie sobre este como una figura de poder en medio de decenas de celulares que buscaban capturar el momento.
Las luces del Pepsi Center se encienden para advertir que el concierto ha concluido, pero Matt Shultz no está listo para irse, aún es temprano y tiene mucho qué decir. Solitario, con una guitarra y sentado en un banco se propone a tocar “Love's The Only Way”, la introduce entre lágrimas, las cuales se contagian y se quita su anillo de compromiso que aún porta.
Por si para ese momento no estabas conmovido, el tecladista Matthan Minster y el guitarrista Nick Bockrath regresan al escenario para acompañar al vocalista para una última canción. “Goodbye” concluye el concierto entre un sonido de órgano distante y melancólico, discretos arpegios de guitarra y una desgarradora interpretación vocal que se siente como golpes al corazón. Shultz se despide con un mensaje contundente: el amor existe y hay que creer en él.
En general, fue uno de esos conciertos en que si no acabaste empapado en cerveza y sudor, con los zapatos pegajosos y un poco golpeado es como si no hubieras estado ahí. En un show de Cage The Elephant el público canta a todo pulmón, sacude la melena y derrama una que otra lágrima y en esta ocasión tanto público como artistas dieron todo de sí en una noche de múltiples emociones.