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“¡Olé, olé, olé; Café, Café!”, gritaban. Las luces del escenario se encendieron. Llovía, estaba lloviendo sobre el escenario, o al menos eso hacía parecer la pantalla del fondo y las tres pequeñas que estaban sobre bambalinas. No hubo bochos voladores, ni salieron de entre el público. Sólo las pantallas ambientaban El Plaza Condesa. Lograban llevarte a las palmeras, al océano o, a un videojuego retro.
Hicieron un recorrido discográfico por canciones que no acostumbran tocar en sus presentaciones. Interpretaron “El Aparato” del Re (1994); “El Padre” del Revés, yo soy (1999); “Bicicleta” y “Desperté” del Cuatro Caminos (2003); y, “53100” de Sino (2007). Rubén Albarrán asegura que “tocar las mismas canciones de siempre, es aburrido”.
Aunque muchos seguidores opinan que “Eres” —una de las canciones más conocidas de la agrupación— ya debería descansar, los presentes la corearon frenéticamente. En “Chilanga Banda”, los fans demostraron tener una gran habilidad y práctica en el trabalenguas. Con “Las Flores” comenzó el zapateado; y, “Chica banda” hizo vibrar el suelo. El lugar se estremecía cada que los pies tocaban el piso para tomar nuevo impulso y, brincar más alto.
Tras cantar “Como te extraño”, Albarrán declaró que recordaba con nostalgia aquella época en la que no le dolían las rodillas. Han pasado 28 años de su debut en El Hijo del Cuervo en Coyoacán y, 22 años desde el lanzamiento de su primer disco. Pero, la Chilanga Banda —nombre que adoptaron por el cover a Jaime López— sigue contagiando de su energía, transmitiendo ese amor por la música.
“El futuro”, “Disolviéndonos”, “Matando”, “Enamorada” y “El mundo en que nací” fueron algunos de los temas que Meme, Rubén, Quique y Joselo interpretaron de su octava producción discográfica: Jei Beibi.
El vocalista declaró estar feliz de que el público ya reconociera y cantara los nuevos temas.
En el encore, un bulto blanco se elevó frente al escenario. ¿Es un avión?, ¿es una sirena?, ¿es Superman?, especularon los presentes. Era una ballena blanca. Todas las luces estaban apagadas. Las pantallas mostraban un océano de un azul oscuro y, sobre el escenario, Emmanuel del Real a.k.a Meme, acompañado de su teclado, interpretó, “El mundo en que nací”. Momento hermosamente melancólico. El tema habla sobre el amor que un padre siente por su hijo; pero, al mismo tiempo reflexiona y agradece a sus propios padres por hacerlo la persona que es.
“¿Cómo te pido que no seas una más de las historias que se cuentan a diario? No quiero que seas sólo un número más. ¿Cómo es posible que alguien pueda o quiera desearlo? 1-2-3, cuéntalos bien y si sigues tal vez llegues a 43”, cantan los tacvbos en “1-2-3”. Este tema que se desprende de Jey Beibi, hace clara referencia a las más de 27 mil víctimas de desaparición forzada en México; en particular, al caso de los 43 estudiantes desaparecidos de manera forzada en Ayotzinapa, Guerrero.
Durante el encore —como ya es costumbre—, el público, para aminorar la espera, cantaba “♫ Pa pa ru pa pa eu eo!, Pa pa ru pa pa eu eo! ♫”. El cuarteto finalizó su presentación a las 22:30 H con “El baile y el salón”. No sin antes anunciar que a la salida nos esperaba un regalo, por el cual no había necesidad de amontonarse, pues había para todos: Jei Beibi, reluciente y envuelto en plástico.
Los asistentes bromeaban con que seguro el concierto había terminado temprano porque el cuarteto quería ver la pelea del Canelo vs Chávez Jr. Lo cierto es que fue un concierto familiar. Muchos de los fans estaban en la mediana edad y, algunos, llevaban a sus hijos cargados en hombros. Había pocos millennials pegados a las pantallas de sus teléfonos. La mayoría de la gente sólo sacaba el celular para tomar una foto o para grabar únicamente su canción favorita.
“Ustedes son nuestra casa de la música”, dijo Rubén y; es cierto. Café Tacvba ha acompañado a la juventud de una generación con la que ha crecido, misma que ha influenciado a otra: la de sus hijos.
Café Tacvba es una de esas pocas bandas que tras ochos discos y 28 años de trayectoria sigue vigente y reinventándose. Pero, sobre todo, manteniendo esa característica comunión con la gente, su gente.