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Cuando te invitan a un festejo de 30 años de matrimonio, sabes lo que te espera: mucha nostalgia, historias, baile sin parar. Además sabes cómo son los festejados, cómo han cambiado, sus lados buenos y malos. Y también están los invitados, los que estuvieron ahí desde el inicio, los que tienen solo unos pocos años, los que se quejan de todo, a los que no les gustó nada.
La celebración de los 30 años de trayectoria de Café Tacvba fue el mejor ejemplo del matrimonio de la banda con sus fans. Salen a relucir las historias más entrañables, las lágrimas, las emociones, las quejas de porqué son como son, y al final, se convierte en una muestra de las pequeñas batallas entre ambos, terminando en un beso en la mejilla y un buen sabor de boca.
Las luces se apagaron y empezaron tenues con “Seguir siendo”; “Cero y Uno” liberó algunos de los gritos. “Trópico de Cáncer” e “Ixtepec” deleitaron a los fans de Re, pero el primer taconazo que retumbó fue con “Volver a Comenzar”, el bajo impecable de Quique Rangel, el juego de luces que empezaba a ser la cereza del pastel y la verdadera voluntad de los fans de hacer de esa noche una fiesta, fueron el primer punto alto del show.
“Ojalá que llueva café” nos regaló a los primeros invitados de la noche. Acompañados del Dúo Huasteco, Rubén Albarrán y compañía le cedieron el protagonismo al carisma y prodigio de Aníbal e Iván, quienes le arrancaron la admiración al público. El folclor que todos llevamos dentro.
“Puntos Cardinales”, “Las Flores” y “Chilanga Banda” le sacaron los recuerdos a los fans y los cantos ahogados, a veces por el frío, a veces por los discursos de activismo de Rubén.
Los Tres llegaron a dejar su huella. Iniciaron con “Amor Violento” con los festejados, pero como buenos anfitriones les dejaron su momento. “La Torre de Babel” retumbó para ser el mejor preámbulo para “Déjate Caer”.
“Eres” y “El Baile y el Salón” fueron coreadas en el primer encore. Ya rayaban las tres horas de celebración cuando “María” hizo su aparición como una cobija caliente, confortando y avisando que el final estaba cerca. Y entonces apareció “Ingrata”, una nueva versión acorde a los tiempos en compañía de Andrea Echeverri, para cerrar muy al estilo de Los Tacvbos.
¿Faltaron canciones clásicas? Claro. ¿El activismo de la banda mató el mood entre canciones? Sí, en algunas ocasiones. ¿La nueva versión de “Ingrata” valió la pena? Pudo ser mejor en cuanto a preparación. Pudo ser épica y quedó en una buena anécdota.
Una trayectoria de 30 años no complace a todos y menos en una setlist de tres horas. El activismo de la banda pudo quedar fuera de un show tan festivo como este, pero sin él, la esencia de Café Tacvba hubiera desaparecido. Un show con sus altas y bajas, con muchos recuerdos y con la certeza de que su evolución no para y hay Cafeta para rato.