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La OMS define la salud mental como “un estado de bienestar en el que el individuo desarrolla su potencial para afrontar las tensiones de la vida”, pero Amalia Ramírez —mejor conocida como Bruses— prefiere llamarlo “enfrentar a tus monstruos”, y aunque en esta difícil tarea se ha llevado decepciones y dolores, el pasado sábado 4 de febrero llegó a la Ciudad de México con un lleno total al Auditorio BlackBerry y con el corazón abierto se dijo orgullosa de “ser la niña rara de la industria que tiene un sold out”.
Desde antes que comenzara el concierto, a las afueras del recinto se vieron desfilar a 3 mil personas con atuendos llamativos, llenos de brillo y con los ojos delineados en color negro, todos ellos ansiosos porque pronto serían testigo del concierto más grande en la carrera de su cantante favorita.
Luego de tres años de experimentar con sonidos electrónicos, sabores de pop goth y letras con rimas ingeniosas, la artista originaria de Tijuana lanzó su álbum debut titulado Monstruos, mismo que dio nombre a la gira que la trajo a pisar tierra chilanga. En punto de las 8:30 de la noche las luces se desvanecieron dentro del Auditorio BB, instantes después una esponjada melena en tonos plata y blanco hizo su aparición sobre el escenario: era Bruses en chaqueta de cuero y vestido monocromáticos, obvio, en color negro.
Un concierto dedicado a la salud mental
La música que recién cumplió 25 años decidió hacer algo pocas veces presenciado en un recital, pues más allá de ofrecer un concierto íntimo, la tijuanense desnudó su alma y desde el primer momento que puso una bota en el escenario dejó claro que las tres mil almas presentes estaban a punto de embarcarse en un viaje al que los antiguos griegos le llamarían “purificación de emociones”, es decir, una catarsis.
Para lograr este ejercicio colectivo, Amalia decidió dividir su show en tres capítulos, el primero de ellos arrancó con su efusiva melodía “Trash”, lo cual dio arranque a la parte más slam de la noche, pues posteriormente se tocaron canciones como “Alcohólica funcional” y “Qué voy a hacer conmigo”.
Las sorpresas no paraban y Bruses procedió con el segundo capítulo de la noche (el más emotivo) en el cual dejó de lado la energía de rockstar y pasó a abrir su corazón con temas como “Mounstros”, “Brillantina” y “Me voy, me voy, me voy”, este último fue el más íntimo de la noche, pues Amalia confesó que es una rola que hizo tras su primer auto-atentado: “Dudé mucho si cantarla en el tour porque es una canción que aún me pesa, pero decidí traerla a la gira porque, quizá, puede salvar una vida y antes de pensar en mí pensé en ustedes”, confesó entre lágrimas.
Luego de exclamar “creo que ya basta de tanta lloradera, hay que rockear” Bruses volvió a encenderse cual dinamita sobre el escenario —el cual era imponente con una enorme pantalla que mostró al centro una toma fija que seguía el rostro de la cantante en formato full shot— y pasó al tercer capítulo, en donde encendió a los presentes con una competencia entre sus guitarristas, además de que tuvo a grandes invitados especiales, se trató de Andrés González, mejor conocido como “Piña” de la banda Say Ocean, Arroba Nat y Greta Ela, quienes estuvieron presentes en la última parte del concierto, el cual fue coreado y bailado intensamente en melodías como “I like 2 be”, “Dueles tan bien” y “FBI” para dar posteriormente cierre a una noche llena de emociones, baile y sanación.