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Ayer el Palacio de los Deportes se transformó en un enorme crucero que nos transportó por un viaje musical a través del tiempo y el espacio de la mano de dos agrupaciones –ambas capitaneadas por mujeres– que dignamente representan décadas pasadas: Blondie y Garbage, quienes concluyeron en la Ciudad de México el Rage and Rapture Tour.
Los primeros en apoderarse del stage fueron Garbage, con Shirley Manson a la cabeza enfundada en una túnica roja, y quienes sin miramiento alguno arrancaron en todo lo alto con “No Horses”, su más reciente single, para –sin pausa– dar paso a “Sex Is Not the Enemy”, en un escenario inundado de luces rojas. Durante su ejecución, Shirley se despojó de la gabardina que formaba parte de su atuendo, quedando con su característico vestido entallado rojo completado con botines. Tal acción arrancó exclamaciones de aprobación por parte del público.
Garbage ejecutaría un set de casi hora y media, en donde incluirían temas que transportarían a los escuchas directo a los noventa, cuando el rock alternativo estaba en su auge y esta era una de sus bandas insignia: “Empty”, “I Think I'm Paranoid”, “Cherry Lips (Go Baby Go!)” –coreada a todo pulmón por los asistentes– y “Blackout”. Entre cada una de estas canciones, Manson dirigió algunas palabras al respetable, mostrando su emoción por volver a visitar la Ciudad de México y compartir –en esta ocasión– el escenario con Blondie. De hecho, Shirley se desvivió en elogios hacia Debbie Harry. “Tenemos un ícono femenino entre nosotros esta noche”, dijo la cantante al referirse a su colega.
Al término de “Blackout”, Manson agradeció a todos los integrantes del grupo y su crew, así como al público por su paciencia, y amenazó con concluir su presentación. En lugar de ello, regresaron para volver a arremeter con “Special”, “Cup of Coffee” y “Even Though Our Love Is Doomed”. Una pausa, en la que Shirley anuncia que tocarán el tema de una famosa franquicia, y se arrancaron con “The World Is Not Enough” (tema de la película homónima de James Bond) que concluyó con la cantante postrada en el piso, y todo se oscureció de súbito dando preámbulo a una tanda de ensueño: “Stupid Girl”, “Only Happy When It Rains”, “Push It” y “Vow”. En este último Shirley se tendió, gateó y se arrastro por el suelo mientras tocaban la canción. Y de ese modo concluyó su energética presentación. Solo se echó de menos “Queer” y “Milk” para que el trip fuese completo.
Tras la pausa necesaria para reacondicionar el escenario, acompasada por el tema “Singing In The Rain” que sonaba en el audio local, a las 22:20 H la gigantesca cosmonave nos llevaría más atrás en el tiempo, para contemplar a una de las bandas esenciales del new wave y fundadores del girl power: Blondie, con una Debbie Harry enfundada en una especie de vestido-disfraz que hizo patente lo que algunos ya saben: que en el panal del rock & roll, ella es una Abeja Reina. Y para demostrarlo, un botón: el inicio de su actuación ejecutando a todo "One Way or Another", en un performance que haría palidecer a cualquier banda de happy punk.
Tras un “¿Cómo estamos México?” enunciado en español por Debbie (y que arrancó gritos de alegría por una audiencia que ya se encontraba a muy buena temperatura), se escucharía sonar un teléfono, el cual ella fingió contestar y que era simplemente el preludio a otro de sus grandes temas: “Hanging On The Telephone” (popularizado por ellos, aunque el tema es originalmente del trío de pop angelino The Nerves), al termino del cual la artista se despojaría de su antifaz antófilo, y revelaría su rostro parcialmente oculto por un enorme par de lentes oscuros los que, más adelante, también se quitaría para mostrar su enigmática, sensual e inconfundible mirada.
Harry devolvería a Shirley los elogios que esta ultima le dirigió poco antes, y le agradeció por las experiencias que vivieron juntos en el Tour que concluía esa noche en ese recinto. Acto seguido, en varias pantallas se verían las imágenes de un satélite y paisajes espaciales como preludio al tema “Fun”, el cual a través de un frenético aunque breve solo de batería se ligaría a otro clásico de Blondie: “Call Me”, coreada por todos los que allí se encontraban.
Una pequeña pausa, y Debbie anunciaría (haciendo un movimiento sexy, a modo de recordatorio del porqué fue la musa y protagonista de sueños húmedos de toda una generación) que tocarían “Gravity”, una canción nueva extraída de su más reciente álbum Pollinator, la cual se ligaría con “Rapture” (cuya ejecución sería alargada para deleite de todos, y acompañada por un impresionante encore con las palmas de las manos del público), para seguir con otros dos covers: “Rainy Day Women #12 & 35” y “Fragments” de Bob Dylan y an Unkindness respectivamente, este último también incluido en su producción 2017 y al termino del cual Debbie tiraría besos en todas direcciones del Palacio, y se disculparía con los presentes porque su desempeñó no era el optimo por la edad, aunque en realidad esto último nunca fue notorio ni afectó significativamente su desempeño de esa noche.
“¿Quiénes de aquí se llaman María?” preguntó el guitarrista segundos antes de empezar a tocar los primeros acordes del tema homónimo, y en las pantallas se podían ver a otra María: la protagonista del filme clave del cine expresionista alemán Metrópolis (1927), bailando frenéticamente al mismo tiempo que la asistencia, que para entonces estaban de pie, desbordados en jubilo y completamente extasiada. Y dicho éxtasis no hizo sino aumentar conforme Blondie ejecutó, uno tras otro, temas esenciales como “Long Time”; “Atomic” y “Heart of Glass”; (con todo y un enorme corazón de cristal que se hacía añicos en las pantallas ubicadas detrás del escenario).
Harry pronunciaría en español el infaltable “Viva México” y tras dar gracias bajarían del stage, pero en instantes (tras las demandas del público ávido de más) volverían de nuevo para rematar con otras tres rolas: la romántica “My Heart Will Go On” (si, un irreconocible cover de Céline Dion), la festiva “The Tide Is High” (otro cover de The Paragons) y “Dreaming” (un tema recientemente resucitado gracias a Danny Boyle y su secuela de Trainspotting), con el cual terminarían su show. “Soñar es gratis, háganlo” dijo la cantante a modo de despedida.
Las luces se encendieron, y el viaje concluyó, dejando a todos (ejecutantes y audiencia) exhaustos, satisfechos y felices. Y no restaba más que emprender el viaje de vuelta a casa, y dejar esa noche alojada en el lugar donde residen los más entrañables recuerdos, quedando patente además que ambas agrupaciones siguen sonando tan majestuosas, poderosas y actuales ahora como entonces.