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En Cornucopia, Björk nos muestra un futuro post apocalíptico donde naturaleza y animales resurgen como una nueva especie, adentrándonos a una experiencia que más allá de un concierto convencional, es una profunda reflexión externada desde la mirada femenina.
El Parque Bicentenario exhuda calma, he llegado temprano, y mientras espero el acceso en la fila junto con otros madrugadores, una fina lluvia nos remoja juguetona. Un poco después de las 18:30 H se abren las puertas de la gigantesca carpa blanca que nos cobijará, al menos las siguientes dos horas.
El nivel de producción que implica el montaje de Cornucupia, sumado a la costumbre de inflar cada vez más el precio de los boletos, ha significado que solo aquellos con cierta holgura económica o disposición de adquirir una gran deuda, podrán presenciar lo espectacular que promete la noche. A decir verdad, si no fuera por esta reseña yo también me habría quedado en casa con mis ganas irresueltas.
La multitud llega de a poco, y para recibirlos, un ambiente sonoro compuesto por cantos de aves y paisajes atmosféricos sale de las bocinas colocadas en todo el perímetro del recinto, transportándonos hacia el estado ideal de aquello que estamos por presenciar.
Abro un paréntesis aquí para decir que tanto el diseño de audio hecho por Gareth Fry, como el diseño de luces cortesía de Bruno Poet, están pensados para generar una experiencia 360 que sea capaz de producir en nosotros una sensación de suma proximidad y pertenencia.
El escenario, que ha sido diseñado por Chiara Stephenson, permanece cubierto por un telón hecho de delgadas tiras traslucidas -por lo que he leído, hay un par más de ellos distribuidos a lo ancho y largo del escenario-, en donde se proyectará la experiencia multimedia construida por el artista visual Tobias Gremmler. Al espacio que ocuparán las proyecciones se suman un par de pantallas situadas en los costados del escenario y una ubicada en el fondo. El despliegue de tecnología es exquisito, no hay duda.
Por los altoparlantes nos invitan varias veces a abandonar la dependencia mediática, Björk no quiere ser distraída, ni quiere que nosotros lo hagamos: No fotos, no video.
Un poco antes de las 20:00 H y media de la noche, 27 siluetas de hombres y mujeres construyen una hilera frente al escenario, se trata del Coro Staccato de la UNAM que ha sido convocado para sumar sus voces al universo de sci-pop en el que estamos a punto de adentrarnos. Su intervención inicial es breve: “Other Plans” de la compositora australiana Lisa Young.
A manera de prólogo, el video de “Family” nos lanza el argumento principal sobre el que versará nuestro recorrido: Cornucopia nos convida a sanar las heridas y renacer a través del imaginario de los sonidos y su fantasía salvadora, misma que construye para nosotros un universo donde podremos sobrevivir a todo.
Al terminar la proyección, los primeros acordes de "The Gate" se hacen presentes y mientras el telón pantalla que cubría el escenario se va abriendo, la figura de Björk aparece entre formas ondulantes que se proyectan mezclando recurrentemente ficción y elementos de la naturaleza.
La escenografía también parece salida de otro mundo: Tres islas como si fueran una especie de hongos gigantes la componen y sobre ellas se sitúa el resto del elenco. De un lado el percusionista Manu Delago; al centro y en la parte superior del escenario el septeto de flautas, Viibra. En el otro extremo, el director musical Bergur Þórisson a cargo de la programación electrónica; y casi en el centro, justo debajo de las flautistas es posible ver la silueta alargada de Katie Buckley pasando los dedos elegantemente por su arpa.
Como segundo número presenciamos "Utopia". En el espacio se proyectan formas ondulantes que recuerdan a la llamada “espiral dorada”, y sobre su tarima Viibra se suma emulando una espiral en una secuencia de movimientos casi poética hecha por la coreógrafa Margrét Bjarnadóttir. Mientras, Björk en un costado del escenario, deja que sus ninfas jueguen a hechizarnos.
Sin mucha pausa viene "Arisen My Senses" y cada vez se hace más claro como la suma de todos los elementos escénicos y multimedia se orquesta de forma impresionante, conduciéndonos a un éxtasis de mandíbulas caídas.
En "Show Me Forgiveness", Björk entra en una cámara de reverberación construida especialmente para el tour, y nos nos muestra su voz desnuda, resonando de la misma manera que si estuviera en libertad por el bosque. El momento es tan íntimo gran parte de nosotros se inunda de nostalgia.
Le sigue una versión extraña de "Venus as a Boy”. En ocasiones los arreglos transitan por terrenos atonales, lo que hace que al oído le cueste un poco de trabajo adaptarse, cosa que no es impedimento para nuestro goce. A lo largo de la pieza la voz y flauta entablan un diálogo tan intenso cómplice que aún cuando la flautista baja al publico, sus miradas siguen encontrándose.
Volemos a Utopia con "Claimstaker". Es increíble ver la perfección en la que todo fluye sobre el escenario, casi como si estuviéramos presenciando un timelapse de naturaleza mutante. Lo sorprendente en este punto, es que Björk no es el centro de atención, ha logrado construir su imaginario con tanta claridad, que cada elemento que lo compone es protagonista de la historia.
Al descifrar el arreglo de "Isobel" la masa grita y los cuerpos en escena se sacuden mientras nuestras voces se suman en una emoción desorbitada. El escenario es una fiesta de ninfas, una hermosa manifestación de feminismo. Allá adelante alguien se levanta propulsado de su asiento con el puño en alto.
Las luces cesan su danza y "Blissing Me" (Utopia, 2017) torna el ambiente íntimo de nuevo. En un costado del escenario Björk se une a Delago quien acompaña su voz con una especie de percusiones de agua que parecen pequeños planetas amarillos nadando en una pecera.
Como intermedio, una flauta teje el sonido que acompaña un manifiesto proyectado sobre la pantalla central. En letras grandes podemos leer premisas como:
“Es una emergencia. Para poder sobrevivir como especie necesitamos definir nuestra Utopía… Imaginar algo que no existe, esculpir intencionalmente nuestro futuro y exigir espacio para la esperanza. Agitar una cúpula matriarcal…Imagina un futuro, habitalo”.
El coro regresa a escena para sumarse a "Body Memory". Björk al centro del escenario, aparece rodeada por cuatro de las integrantes de Viibra quienes ejecutan una flauta circular especialmente construida para ese momento. Se podría decir que su sonido y la forma en que es tocada, es la representación de la existencia misma: vida sostenida por otras mujeres, creada por ellas y para el crecimiento de todas.
Es claro, este espacio fuera de toda convención deja de lado el protocolo de todos los conciertos: la experiencia de Cornucopia es más una reflexión profunda del ser. Le sigue "Hidden Place" y "Mouth's Cradle".
De vuelta en la cámara de reverberación, y a través de la poética que encierra "Features Creatures”, Björk nos reitera la visión de su mundo perfecto, casi de inmediato suena "Courtship”. Al escuchar "Pagan Poetry", es evidente que la voz de la islandesa no se ha visto afectada ni un poquito a lo largo del tiempo, al contrario, hay una profunda expresión de sabia madurez en ella.
Durante el bloque compuesto por "Losss", "Sue Me" y "Tabula Rasa", la fuerza de lo femenino se intensifica. Björk nos está mostrando a la mujer en todas sus formas, al tiempo que refleja el poder de su naturaleza dadora de vida. Un reflejo que nos recuerda que somos una fuerte energía de cambio, que el futuro es femenino. Tanto así que desde el publico una voz grita “Ni una más” y todos respondemos a su grito de verdad necesaria.
En medio de este clímax, casi a manera de epilogo aparece en video la figura de la joven activista Greta Thunberg. Solo tiene 16 años, pero al hablarnos su claridad es de alguien que ha atravesado muchas vidas:
“… No les rogaremos a nuestros lideres que les importe (el cambio climático), nos han ignorado en el pasado y continuarán haciéndolo, se les están agotando las excusas y a nosotros el tiempo. Sin embargo estoy aquí para decirte que el cambio esta sucediendo, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente”.
La está por finalizar, y antes de volver a nuestra realidad Björk nos regala los últimos minutos en su universo y regresa al escenario convertida en un ave de belleza amorfa para interpretar "Future Forever". Desde el escenario, un despliegue de fuerza femenina nos despide, la parte femenina del coro se suma y mujeres de todas las formas y distintas generaciones florecen en medio de la música.
Ha llegado el momento de abandonar Cornucopia, y como ultima oportunidad somos invitados a bailar "Notget". Todos nos ponemos de pie por primera vez para mover el cuerpo y así despedir a nuestra musa.
En Cornucopia, Björk refleja la multiplicidad de circunstancias externas e internas que habitan y componen la esencia femenina; y a través de una realidad de naturaleza y tecnología, nos ofrece un delicioso bocado de ese espacio utópico que deberíamos habitar sin demora. Porque no importa si es solo un sueño, de los sueños se desprenden las más maravillosas realidades.