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Recuerdo la primera vez que escuché a Billy Joel: Tenía 10 años y estaba en el auto con mi papá. Él tenía uno de esos enormes estuches de plástico para CDs y siempre me dejaba elegir la música. De entre entre todos sus discos decidí sacar Glass Houses por su vistosa portada. Quedé fascinado desde el primer track pues, a pesar de jamás haberlo escuchado antes, su sonido y letras me eran muy familiares. Ese mismo día me aprendí varias canciones.
Billy Joel es un músico contagioso, que te atrapa sin importar edad o gustos, y eso se dejó ver durante el concierto de el Foro Sol, la última presentación del cantante en nuestro país. La media de edad probablemente estaba entre los 40 o 50, pero en los pasillos del recinto veías caminar todo tipo de personas: jóvenes, niños, y hasta metalheads.
El concierto inició en punto de las 21:30 H. Todo fue muy rápido, en cuanto el escenario iluminó el enorme piano de cola, Billy Joel comenzó con “Big Shot” y “Pressure”. El inicio fue abrupto y extraño, pues el músico no interactuó con el público hasta la tercera canción: “The Entertainer”. Pero un “gracias, buenas noches” bastó para cambiar la atmósfera por completo.
Billy Joel tocó 27 canciones y de cierta manera dividió su concierto en tres partes. Durante la primera, en el inicio del show, pudimos escuchar casi todo el repertorio de The Stranger y 52nd Street con canciones como “Honesty”, “Zanzibar”, “Vienna” y “Just The Way You Are”.
El cantante nos iba llevando a su paso, lento pero seguro. Con canciones bien conocidas pero tranquilas y apacibles. La gente estaba disfrutando a bastante a pesar del terrible viento helado que nos atacaba. Incluso Billy Joel tuvo que ponerse un beanie y una bufanda a causa del frío. Además, mantuvo una taza de café sobre su piano en todo momento.
La que podríamos llamar segunda parte, consistió más que nada en canciones del disco Turnstiles, Storm Front y algunos covers, como “YMCA” de Village People y el tema de ópera “Nessun Dorma”, interpretado por el guitarrista de Billy, Mike Delguidice.
Tuvimos varios momentos destacados en esta segunda parte, como el tributo de Billy Joel a su ciudad natal con “New York State Of Mind” y “Only The Good Die Young”, que nos fue incitando a levantarnos de nuestros asientos. Pero de lo más especial fue cuando el músico tocó “She’s Always A Woman”, ya que el Foro Sol se llenó de luces por parte del público, logrando una escena que enchinaba la piel.
Luego de más de 20 temas, justo antes del encore, Billy le dio a la gente lo que muchos venían esperando: “Piano Man”. La canción, que creció en los 70 como petición en los bares, no fue cantada por un puñado de bebedores nostálgicos, sino por miles de fans mexicanos entonando al unísono. Hubo gente que entregó todo en esa canción e incluso las pantallas nos permitieron ver a un par de asistentes llorando de manera desconsolada. Un buen ejemplo de cómo mueve la música de Billy Joel.
Luego de unos minutos, Billy y su banda regresaron al escenario. Ya habíamos recorrido casi toda la discografía del pianista, pero aún nos debían canciones imprescindibles. Comenzaron con “We Didn’t Start The Fire”, que contó con las incontables referencias ilustradas en las pantallas; siguió “Uptown Girl”, que puso a varios a bailar y regresó a otros cuantos que ya se planeaban partir; y todo finalizó con dos de los favoritos ochenteros, “It’s Still Rock and Roll To Me” y “You May Be Right”.
Billy Joel se despidió del público mexicano con una enorme sonrisa, satisfecho y con mucha energía. Nos entregó, en esta última visita, un concierto grandioso, solemne y memorable. Fue un show al nivel de esos conciertos que uno fantasea mientras ve los DVDs de shows en el Madison Square Garden o el Wembley Stadium, DVDs que por cierto mi papá también tenía en sus enormes estuches de plástico.