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Billy Idol en el Palacio de los Deportes

Billy Idol en el Palacio de los Deportes

Sergio Ang
Cortesía OCESA // Chino Lemus

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OCESA // Chino Lemus

18/Oct/2019

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Palacio de los Deportes

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Rebelde e indoblegable ¡Billy Idol desata furia en el Palacio!

Luego de que sonara durante días en la radio y tras la inagotable publicidad en redes, por fin se dio el primer concierto de Billy Idol en nuestro país.

El músico británico pisó tierras mexicanas a sus 63 años y con casi cuatro décadas de carrera en solitario. Honestamente, creo que Billy tardó en venir, pero ver a una de las figuras más importantes de los 80 era algo que no nos podíamos perder.

La gente empezó a llegar al Palacio de los Deportes cerca de las 19:30 H. Desde metro velódromo ya se distinguían las chamarras de piel, notas y estoperoles. También las canas y las arrugas.

Iniciamos la noche con Cherry Glazerr, banda de Los Ángeles que ya ha estado en México y que ahora vuelve para promocionar su tercer álbum de estudio. El grupo liderado por Clementine Creevy logró transportarnos a la época del fem grunge y darnos una idea de lo que sería ver a una banda como Hole o Throwing Muses en un show de gran magnitud.

A decir verdad, a Cherry Glazerr no le sienta tan bien un recinto de ese tamaño y mucho menos el Palacio de los Deportes. El sonido no les ayudó para nada y no pudieron contagiar toda su energía. A pesar de todo, la banda agradó y muchos estuvieron preguntando el nombre del grupo para buscarlo en su celular. Pronostico que les irá mejor en Galera y, ya les diré en mi siguiente reseña.

No esperamos mucho para que saliera Billy y tampoco tardó en arrancar. La noche inició con “Cradle Of Love” y pensamos que poco a poco iría soltando sus hits, pero para la segunda canción Idol ya nos tenía bailando con “Dancing With Myself”. Siendo sincero, quemó este tema muy rápido, él todavía no entraba en calor y nosotros tampoco. Más que comenzar fuerte, el principio fue tropezado.

La gente cantó temas como Flesh For Fantasy de la misma manera que sencillos más recientes. Durante el show, el músico hizo sus conocidas poses, levantaba el puño y hacía las mismas expresiones de sus portadas. Sin embargo, le costaba mantener el ritmo y mostrar esa agresividad en el escenario. No sé si solo fue cuestión de la edad o también tuvo que ver la altura y el cansancio.

El momento bizarro ocurrió justo a la mitad del setlist, cuando Billy Idol tomó el micrófono para ponerse personal. Para no hacer esto largo, el cantante dijo que no estuvo con su papá en sus últimos días por estar “rockeando con nosotros”. Lo gritó con un orgullo que contagió a muchos pero que a mí me causó desconcierto. Eso no está bien, Billy.

El músico le dedicó “Ghost In My Guitar” a su papá y como acto de consideración, los asistentes prendieron la luz de sus celulares para iluminar el Palacio de los Deportes. Fue emotivo, sí, pero no me podía quitar de la cabeza lo que había dicho antes.

Siguió “Eyes Without A Face” y aunque lo de las luces ya se había gastado, fue uno de los mejores momentos de show. La canción hizo que todos se levantaran y que vibrara el lugar. Billy dejó todo puesto para el solo de guitarra de Steve Stevens.

El guitarrista, compañero de Idol desde la década de los 80, se robó la noche. Su talento dejó maravillados a muchos y Billy le dejó gran parte del show para aprovechar e ir al backstage en repetidas ocasiones. Durante su solo de guitarra, el músico tocó algunas notas de “Stairway To Heaven” y la gente se le entregó con un rugido ensordecedor. Steve solo estaba bromeando y dejó a muchos con las ganas.

Billy Idol sí tocó algo de Generation X y fue “Your Generation”, el primer sencillo de la banda. La gente reaccionó bien, pero creo que el artista tiene más fans por su carrera en solitario que por su etapa punk.

El británico decidió hacer explotar el Palacio con “Rebel Yell” y la gente terminó por entregarse al frenesí. Billy se retiró para el encore, pero pasó tanto tiempo en el backstage que nadie se enteró de lo que había pasado.

Luego de su quinto regreso al escenario, Billy mantuvo la efusión con “White Wedding”, un favorito de su servidor. La verdad, ahí ya teníamos un cierre memorable, fuerte y poderoso pero el plan del músico era terminar con “Mony Mony”, el cover de Tommy James and The Shondells que popularizó en los 80. Fue un final inesperado, pero sobre todo extraño. No obstante, el ídolo estadounidense se las arregló para darnos una noche increíble.

Billy Idol, por primera vez en México, fue un éxito y adoración a primera vista. La gente salió encantada y estoy seguro que Billy, al igual que muchos músicos de sus mismas condiciones, ve en México una oportunidad de volver a su mejor época.

Sergio Ang

REDACCIÓN:

Sergio
Ang

Cortesía OCESA // Chino Lemus

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