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Los escépticos dudan de la verdad pero no puede ser coincidencia que la llegada de Bikini Kill a México ocurrió en marzo. El conjunto que hablaba de feminismo cuando nadie más lo hacía llegó en un momento en el que su pensamiento se mantiene vigente. Las personas pueden envejecer pero las ideas son eternas.
Uno de los problemas de los grupos internacionales que se presentan en la CDMX es la elección de la banda abridora. Poner a Los Nena antes de Faith No More no fue una de las decisiones más inteligentes de la vida aunque en esta ocasión todo fue diferente gracias a Cremalleras.
Uno de los secretos mejor guardados del punk mexicano tuvo un justo reconocimiento por sus más de 10 años de transitar por los más sucio y decadente del underground. La dupla conformada por Violeta y Daniel se distingue por su feroz sonido que carece de bajo pero tiene un exceso de furia. Sus canciones no suelen durar más de dos minutos porque tienen la misma filosofía que los Circle Jerks: “hay que quitar todo lo innecesario y sólo dejar lo que realmente vale la pena”.
Desde el momento en el que los dos integrantes se colocaron sobre el escenario del Pabellón del Palacio de los Deportes recibieron una fuerte ovación. Fue algo bastante extraño porque la pareja está acostumbrada a presentarse frente a un número reducido de personas en espacios con nulas medidas de higiene. En cambio, ahora lo hicieron ante una multitud de miles que desde el primer instante mostró respeto por el trabajo de los originarios de Nuevo León.
El estilo rabioso de la pareja es todo lo que se podría esperar de integrantes que han pasado por grupos hoy legendarios como Ratas del Vaticano, Descarnada y Heterofobia. Canciones a máxima velocidad con letras que son imposibles de escuchar pero que a nadie dejan indiferente. Por algo son una de las bandas emblemas del sello de culto Cintas Pepe que ha publicado sus dos álbumes.
A pesar del buen recibimiento hacia el combo mexicano la realidad es que todo el público que acudió a la cita lo hizo por el proyecto principal. Todavía había muchos que dudaban que Bikini Kill por fin se presentaría en la Cedemecs.
Los minutos antes de ver a tu banda favorita pueden ser tan largos como en un partido de fútbol pero al final las cuatro representantes del movimiento riot grrrl se colocaron en sus posiciones y empezó el estallido musical.
Kathleen Hanna (voz), Tobi Vail (batería), Kathi Wilcox (bajo) y Sara Landeau (guitarra) no necesitan pirotecnia ni escenarios estrafalarios. Su poder está en el mensaje y no en los adornos que siempre son llamativos pero no necesarios.
Al estilo del hardcore-punk las canciones empezaron a sonar una tras otra. El sonido del lugar tuvo algunas fallas, en especial cuando Tobi tomó la posición de cantante, aunque en términos generales fue como escuchar al cuarteto de Olympia directo en la sala de tu casa.
La discografía de Bikini Kill es pequeña pero no de ninguna manera insignificante. Sus canciones han trascendido la barrera del tiempo y ahora no sólo son emblemas de la Generación X sino también del #8M.
De igual forma, el público siempre desempeña un papel muy importante en cualquier concierto de rock. En este caso, el grito Girls to the front, como el título del libro emblema de Sara Marcus sobre el Riot Grrrl, que se suele escuchar en los conciertos en Estados Unidos se transformó en un ensordecedor Morras al frente. El idioma es diferente pero el significado de las ideas es universal.
Por su parte, Kathleen aprovechó su poder en el micrófono para ofrecer mensajes con respecto a su pensamiento. Desde apoyar el feminismo hasta recordar que ya no estamos en 1992 y las restricciones contra el aborto no pueden continuar en el mundo actual.
Durante poco más de una hora se vivió uno de los conciertos más intensos que se han registrado en la Ciudad de México. La colorida vestimenta de bailarina punk de Hanna junto a sus bailes con referencias a su pasado con Le Tigre fueron el complemento ideal para escuchar auténticos himnos por la equidad de género. Desde “Double Dare Ya” hasta concluir con la emblemática “Rebel Girl”.
Tuvieron que pasar más de tres décadas pero por fin Bikini Kill se presentó en la CDMX. La fiesta dominical fue un recordatorio de que todavía falta mucho por hacer para alcanzar una verdadera equidad de género. La música es apenas una de las diversas herramientas que existen para luchar todos los días y alcanzar el objetivo.