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La calle tranquila en una noche entre semana en la Ciudad de México, un martes cualquiera, el tráfico, el trabajo, los nervios estancados en la última capa de la piel. Dentro de la colonia Juárez se respira otra atmósfera, una que llena los pulmones de armonía y cuerdas musicales.
Entre Lucerna y Milán se encuentra un rinconcito acogedor, cálido y bonito, con una acústica que cualquiera de los grandes venues podría envidiar, un lugar con cierta magia que encapsula lo que sea que se encuentre en su escenario y aún más en sus butacas.
La casa estaba llena y una voz angelical salía de entre las cortinas, una increíble Aisha Burns, violinista, cantante y compositora, que encarriló a los presentes a una experiencia que esperaban con ansia unos minutos que parecieron segundos con ella en el escenario para darle entrada al acto principal.
Uno tras otro, Rob Lowe, Michael Muller, Jeffrey Olson, Nino Soberon, Sam Pankey y nuevamente Aisha Burns, salieron al escenario más que dispuestos para comenzar el show, dando rienda suelta a la velada nostálgica.
“Clear Language” sonó en la oscuridad del teatro, con unas cuantas fallas técnicas que nunca desanimaron a los fans, quienes esperaron cinco años para ver una vez más a esta talentosa agrupación, así que un par de minutos no causaban conflicto alguno. El setlist de Balmorhea constó de nuevas y antiguas canciones, las favoritas y los descubrimientos, pasando por canciones como “The Summer”, “Dreamt”, “First Light”, y la aclamada, “Masollan”.
El disco más reciente, Clear Language, cautivó con su simpleza y espectaculares arreglos; “Sky Could Undress” y “Behind the World” fueron viva prueba de esto. Con un salto al 2009, “Truth” del álbum All Is Wild, All Is Silent, consiguió mucho más que aplausos, logró ponerle la piel de gallina a más de uno en la sala.
La combinación de cello y violín con una guitarra, la batería un vibráfono y un banjo, puede no ser tan fácil de explicar, pero quién necesita explicaciones cuando seis personas en un íntimo escenario pueden hacerte sentir vibraciones y emociones que rara vez podrías imaginar dentro de la caótica y experimental Ciudad de México.
Balmorhea no es solo una banda que hace música sin letras, es un conjunto de músicos apasionados por generar momentos inimaginables en el ser humano, sin miedo a nada, sin fallas, sin malas intenciones; Balmorhea genera experiencias implícitas al ritmo del un do’ tre’ cua’, dejando más que un buen sabor de boca, un gran deleite musical.