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Ayer dieron inicio las actividades de la quinta edición del Festival Aural, y el Foro Indie Rocks! fue una de las sedes elegidas para el arranque de su primera tanda de conciertos. Un minuto pasadas la 9 y media de la noche, iniciaría el recital con la presentación del trío norteamericano Bitchin Bajas, quienes envolverían a la asistencia con su sublime música electrónica con la cual, a través de aliteraciones y secuencias, evocaban bellísimos e invitantes pasajes sonoros, incitando a dejar viajar la mente y dejarse conducir a esos lugares por medio de sus suaves notas. El hecho de que para esos momentos la concurrencia todavía no era demasiado numerosa –aunque esta fue aumentando conforme pasaban los minutos–, dotó a la experiencia con el plus de la intimidad y la volvió un tanto más personalizada.
A través de sus virtuosas interpretaciones que coquetean con el rock progresivo clásico, Cooper Crane, Dan Quinlivan y Rob Frye mantuvieron extasiada e hipnotizada a la audiencia en un set de casi una hora, donde la comunión profunda y serena con esta última fue la norma. Valiéndose lo mismo de sintetizadores que de flautas y saxofones, Bitchin Bajas dejó un buen sabor de boca y un mood muy agradable en el ambiente.
Alrededor de las 22:37 horas, tocaría el turno a otro trío: el de los argentinos de Ricarda Cometa, quienes harían que se disipasen las neblinas de ensueño en que el público había quedado inmerso gracias a la agrupación anterior, y nos regresaría al la tierra a través de salvajes tamborazos y guitarras sincopadas, ofreciendo un sonido rudo, áspero, directo y muy energético.
El mood cambió, y el silencio y la concentración dieron paso a gritos y exclamaciones de aprobación, así como uno que otro piropo dirigidos a Tatiana Heuman, la baterista. Con base en discordancias y un ánimo medio noise en sus ejecuciones con algunas pizcas de cumbia aquí y allá, y usando la improvisación como herramienta fundamental, Ricarda Cometa deleitaría a los presentes quienes inclusive terminarían bailando como émulos de un baile tribal frente a una enorme fogata. Y los tres músicos eran esa fogata, de crepitantes ritmos y una energía que prácticamente quemaba. Casi una hora mas tarde, el rito de improvisaciones y punch concluiría, seguido de aplausos y vítores.
Tras la pausa de rigor para reacomodar los instrumentos y hacer unas breves pruebas de audio, tocaría el turno a los headliners: el cuarteto japonés de OOIOO. Y la locura y la energía desbordada se harían presentes en el escenario y no lo abandonarían sino hasta después de más de una hora.
Y es que para esta presentación, la agrupación encabezada por la vocalista, guitarrista y trompetista Yoshimi, optó por representar varias de sus composiciones de una forma más tradicional en el sentido instrumental, es decir, con guitarras, bajo y batería, y echando mano de cuando en cuando de efectos y distorsiones electrónicas, y siendo la voz el instrumento principal. El resultado fue conseguir un sonido y un performance intenso, lúdico y frenético, desatando la euforia de sus seguidores que inclusive hicieron slam con algunos de sus temas. Esto aunado al hecho de que tocaron de forma continua, sin pausas ni descansos entre cada canción, aumentaron la temperatura de esa noche. “¡Están cabronas!… ¡Es non-stop!”, exclamaría alguien por allí.
Luego de concluir su set, y tras los gritos que pedían más, el grupo volvió para interpretar una delirante improvisación de más de 10 minutos, que enloquecería al respetable. Terminaría este encore, y con él un concierto entrañable, que es apenas el inicio de fabulosas cosas que vendrán en siguientes días.