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Las filas eran largas en las afueras del Pepsi Center WTC, recinto que ya resguardaba a uno de los máximos exponentes del rock argentino en la historia de la música, sí, el legendario Andrés Calamaro volvía a tocar tierras mexicanas en la emblemática Ciudad de México.
Con sus ya comunes lentes oscuros, traje negro con pequeños motivos en color rojo y marcando las 20:41 H en el reloj, el cantante de 60 años, hizo su entrada triunfal en el escenario, y claro, las ovaciones cayeron, el “oe,oe,oe,oe, Andreeeees, Andreeeees” no podía faltar después de que Calamaro agradeció al público haber asistido.
"Bohemio" abrió el setlist que, desde las primeras canciones, prometió una noche que por momentos parecía no tener fin, a esta le siguió "Cuando no estás" para de pronto viajar a los entrañables años 90 con Los Rodríguez y corear después "A los ojos".
Ya entrados en ese ambiente que solo el llamado “Salmón” es capaz de crear, Andrés nos contó cómo es ser un "Socio de la Soledad", y continuando con éxitos de su álbum Bohemio, "Tantas veces" (como pudo y siempre mostrándose conmovido) agradeció al público mexicano su presencia.
Con "Mi enfermedad" el recinto estalló en coros y saltos, no era para menos, esta emblemática canción daba para eso y más. Bajando solo un poco la intensidad más nunca la emoción, Andrés nos llevó a pasear un rato en "Los aviones" y por ese exquisito teclado que fue protagonista en más de un momento de la noche.
“El Pelusa” no podía faltar la canción de "Maradona", quien también estuvo presente en esas pantallas que proyectaron coloridas e históricas imágenes a lo largo del concierto. Sin duda la admiración de Calamaro por Diego es muy grande, pues no dejaba de observar con detenimiento las mejores jugadas del Diez: ahora los “Oe, oe, oe, oe” … eran para él legendario jugador argentino.
Uno de los momentos más emotivos de la noche, fue cuando Andrés mostró una playera de la Selección Mexicana, el tema tenía que tocarse, pues recordó que nos encontraríamos en el próximo mundial. Esta entrada dio pie a la canción que le seguía: "Crímenes Perfectos". El gran amor que El Salmón no dejaba de manifestar al público mexicano hizo que olvidará, como parte de la emoción, un poco la letra de este gran éxito. Eso no importó, Calamaro lo reconoció y bromeó con ello. Nada se le podía reclamar, todo lo estaba haciendo bien, todo era perfecto.
Al ritmo de "Tuyo siempre", invitó al público a “huarachear” y después a brindar con "Salud, dinero y amor".
"Estadio Azteca" retumbo en el recinto, reafirmando aún más ese amor que “Andrelo” siente y manifiesta por México. No se puede vivir del amor fue ese toque mágico que hizo bailar a los presentes al ritmo nuevamente de los 90.
Lo que siguió después sin duda ya fue algo totalmente fuera de control, El Salmón eligió el camino para ir detrás de la mística "Flaca" y seguir el vuelo de la entrañable "Paloma". Sin duda Andrés lo volvía a hacer.
Y cuando creíamos haber visto todo, "Alta suciedad" nos recordó que no se puede confiar en nadie más; "Sin documentos" no era opción para estar fuera de este gran repertorio, así que Los Rodríguez volvía en cierta manera a estar presentes en el escenario.
Como punto final Andrés le cantó a "Los Chicos", a todos ellos que ya se fueron al más allá. El punto cumbre de esta canción fueron las proyecciones en la pantalla de los amigos que se fueron primero: David Bowie, Pappo, Luis Alberto Spinetta, el gran Cerati y ¿por qué no? Andrés tuvo a bien incluir a nuestros ídolos mexicanos Juan Gabriel, José José, José Alfredo Jiménez y Vicente Fernández. Para finalizar esta obra maestra, Andrés cantó "De Música Ligera" y fue así como terminó de rendir tan sentido homenaje.
Andrés logro conquistar a todos los mexicanos, cantando "El Rey" de José Alfredo Jiménez, lo que puso punto final a una noche que quedará para siempre tatuada en la memoria de todos los presentes.