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Nuestra generación creció escuchando historias del terremoto de 1985. Desde nuestra infancia hemos vivido simulacros; cada que entramos a un edificio público vemos el letrero de qué hacer en caso de incendio y cada 19 de septiembre se hacen homenajes y la tele muestra reportajes y se hacen mesas de opinión. Poco a poco, aquellos que nacimos después del 85 o aquellos que estaban muy chicos para generar un recuerdo sobre aquel momento triste en nuestra historia, fuimos olvidando la tragedia que vivieron nuestros padres, hasta que, como una cruel broma del destino, el mismo día pero 32 años después, la tragedia tocó a nuestra puerta. Como tres décadas atrás, el pueblo se levantó, salió a la calle y ayudó. Empresas donaron, pequeños negocios abrieron sus puertas y los músicos tocaron para alegrar corazones. Es precisamente de estos últimos de los que hay que hablar.
Hace unas semanas se llevó acabó un concierto gratuito en el Zócalo de la Ciudad de México con el fin de invitar a los mexicanos a seguir donando a quien más lo necesita y no olvidar que el proceso de construcción apenas empieza. En ese espectáculo hubo dos ausentes: Café Tacvba y Molotov, ambas confirmadas en un principio pero que a la mera hora se bajaron del barco por una sencilla razón: tenían planeado algo mejor, el festival AMPLIFICA.
Al igual que el del Zócalo, AMPLIFICA tuvo como objetivo mantener viva la ayuda a los necesitados además de incluir la donación de la taquilla. El cartel era completamente rockero y enfocado a una generación que ya trabaja y puede, y quiere pagar un boleto de 700 pesos. Café Tacvba, Molotov, Kinky, Mon Laferte y los organizadores Zoé, juntaron 25 mil personas en el Palacio de los Deportes.
Pero, ¿Y el concierto qué tal?
Como era de esperar, fue un concierto muy enérgico y emotivo. Mon Laferte abrió y demostró que ya puede jugar en las grandes ligas; “Tu falta de querer” fue tan coreada que el público se escuchaba hasta afuera del Palacio.
Por su parte Café Tacvba no tenía nada que demostrar, más que su humildad y lo logró. Los satelucos tocaron 40 minutos de clásicos, interrumpidos solo por algún discurso que motivaba a ayudar a los necesitados.
Kinky, al contrario de Mon, demostró que ya no pertenece a las grandes ligas. Sí fueron bien recibidos y “A dónde van los muertos” sonó brutal, pero el resto de su set sonó tedioso. Eso pasa cuando llevas años sin sacar un hit, desciendes de categoría.
Los anfitriones Zoé demostraron por qué son la banda más grande en los últimos 20 años. Hubo momentos en los que León no se escuchaba porque el público lo opacaba, es cierto que su volumen vocal no es el más alto, pero aún así tiene mérito que cada una de las canciones hayan sido coreadas a todo pulmón.
Al final Molotov dio un set raro. Con menos de una hora para tocar los capitalinos se aventaron varias canciones de su último y menos exitoso material y dejaron poco espacio para los clásicos. Cerraron con “Gimme Tha Power” acompañados por muchos de los participantes del concierto incluyendo a un "eufórico" León Larregui que decretó el 19 de septiembre como el día del nuevo grito nacional.
Lo bueno
Lo mejor del concierto fue el momento en que integrantes de todos los grupos se unieron para cantar “Cuando pase el temblor” de Soda Stereo.
Lo malo
No se sintió un ambiente de solidaridad, de hecho, sí un grupo se tardaba en salir le chiflaban a pesar de que entre banda y banda había videos de fundaciones.
Lo peor
Siguiendo con el punto pasado, lo peor fue darse cuenta que había reventa y gente que la compraba, hacer negocio en un evento de caridad es infierno directo y sin escalas, está en las sagradas escrituras.