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De nuevo, una noche más. Sin duda alguna una de las más dominantes en cuanto a este género se trata; siempre logro derrochar la noción del dónde, el porqué y el cómo. Pero el cuestionar que más disfruto es: cuánto… se repetirá.
Un momento más que brinda espectáculo en nuestra ciudad; sin embargo, el recinto lo engrandece rotundamente; no por el nombre del foro, sino por su presencia en el mismo: Álvaro Díaz llega a El Plaza Condesa. Una cita inesperada en donde, sin importar la prontitud, los tickets se movieron rápidamente. Un show de más de 1000 personas es, sin duda, un fruto memorablemente exitoso.
El evento estalló, como es ritual, con Lara Project (Félix Lara el vocalista, Manu Lara en la batería), presentando su más reciente: Una semana antes del paraíso, con especiales como "Toda la noche" y "Regresar".
La noche se avivaba. Álvaro estaba ya aquí. Para la gente, para El Plaza, para la noche. Para él mismo. “O.K.” fue el inicio de todo, un track insinuador, como para calentar la tarima, el ambiente, la velada. El público estaba ardiendo, el puertorriqueño lo conseguía: prendiendo su espectáculo; tal como el goza. Con un atuendo peculiar como suele saborearse, Álvaro fundió el momento, y con éste, la tanda de éxitos: “Pro”, “Carro rápido” y “Asiento de atrás” fue la mecha que activó la noche. Minifaldas, tops y cadenas; jeans holgados, gorras y tenis gruesos; la euforia vibraba calurosamente. Me bebí un tonic y no mentiré al decir que lo deleité distinto.
Y continuamos: “Todas mías” (tema que suele acompañar de C. Tangana), “Superxclusivo” y “Grosero Remix” –en compañía de Big Soto– fueron tracks halagados, el bienestar del músico se retumbaba exquisitamente. “Siempre”, seguida de “Miles de mujeres”, congratularon la noche: el fuego estaba encendido.
En un foro inmaculado, Álvaro Díaz llenó de flamas y rap ardiente la noche. Murmuraba lento, como rezando hacia él mismo. “Reina Pepiada” y “Una vez más” culminaron la noche; el ambiente, la masa… estaba extasiada; mucho fuego en El Plaza. “Tortura china” fue aquello, el track con una insinuante motivación para bailar, lo que despertó almas perdidas… y las retomó en su danza sensual.
Sí, “La champaña” fue el clásico más coreado, o uno de los tantos. La noctámbula estaba ardiente, con fuego, con vida en los ritmos. La música estremecía a los vivos, a los perdidos, a los ebrios de deleite; era una noche estupenda. Y con calma, pero sin bajar la energía, –no sin antes dedicar 24 aplausos al basquetbolista Kobe Bryant– “Todo bien” y “Gongoli” terminaron por glorificar el momento, la cita y, notablemente, la furia de querer más, más, más…
El 1 de febrero será una fecha que recordaremos. Seguramente con turbación, placidez y ritmo. Una noche en donde se demuestra que los ritmos latinos no están enfrentados con el clásico género del rap; una noche en la que existiremos sanos por combinar ritmos con emociones, intenciones con generaciones y sonidos con fiesta, pues la final, lo que importa es el deleite de un buen track… sin importar el cómo suene.