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Es prodigioso ver el éxito de un artista cuando se le ha acompañado desde las raíces. Y es éste el ejemplo más presente y activo que tengo; anoche en vivo lo pude confirmar: ¡Qué grandioso es vivir en su felicilandia!
Necesitaba un escape después de tanto susto sísmico, la tensión de la escuela y las cargas de adulto, afortunadamente el clima fue atento conmigo permitiéndome movilizar. Desde antes del 2020 que no volvía a las andadas y qué mejor manera que al Pepsi Center WTC, un recinto magno para un músico como Álvaro Díaz rompiendo el mito, básicamente porque lo atascó.
El pasado 22 de septiembre el puertorriqueño Álvaro Díaz regresó a nuestra ciudad para cerrar su gira Adiós felicilandia y el ciclo de su álbum más reciente del mismo nombre. Con una discografía de cuatro materiales y una larga lista de sencillos, Alvarito (como lo nombramos los niños tristes) ha logrado retacar su foro más grande como interprete desde que ha visitado nuestro país. El crecimiento es exponencial: su música, sus shows, su persona y su gente lo respalda.
Con un acceso metódico de gran organización, y después de la apertura de Supičić (que por cierto estrena álbum) y BabyMiko, los primeros acordes comenzaron a sonar poco después de las 21:30 H haciendo que las hileras de asistentes se agruparan en una masa. “Og Black”, “Gatillera” y “Chinita Linda” fueron los potentes temas de apertura. ¡Y ahí es donde la fiesta arranca!
El creador de Felicilandia (que no está de más mencionar que es su álbum más ambicioso) transmitía una comodidad propia al subir a la tarima, desde su atuendo negro de botas, hasta su expresión en el rostro que enuncia admiración… como saboreando el cumulo de esfuerzo para llegar hasta aquí. Un saludo cordial de bienvenida, la agitación de sus brazos y el inicio de su canción “Nitro+”, con la colaboración de Zizzy de AQUIHAYAQUIHAY, generó la activación de la audiencia: la euforia se paladeaba en cada coreo.
El repertorio despegó con temas elementales en la trayectoria de Álvaro: “Close Friends”, “Casual day” y “Ramona Flowers” fueron parte del éxito obtenido en su periodo musical, mismas que los asistentes reventaban en seguirle el ritmo; la cerveza era solo la hidratación para no dejar fuera ninguna estrofa en el coro.
Con una mirada fija, el ganador de género urbano expresó un mensaje del cómo llegó a México con su música agradeciendo a Alex Malverde, su ex manager fallecido hace un año. Y con ello, sin más, dio la señal para interpretar “La Champaña”, “Superxclusivo”, y “Chicas de la isla”, una de sus primeras canciones.
Antes de la mitad del show me enfoqué en el foro: un lugar amplio para los que Díaz está acostumbrado en la ciudad, con una capacidad llena de espectadores jóvenes que justifican los más de 20 millones de ciber-escuchas que colocan en alto su música; Álvaro ha progresado y con él su audiencia. Desde la placidez de las personas en lo alto o en la zona trasera, hasta la locura de los jóvenes que estallaban al ras del escenario. Lo que se estaba presentando era un fenómeno de sincronía artista-fan y, honestamente apreciable lector, era una felicidad que traspasa.
El recorrido del set list que el latino presentó transitó por toda su gama musical, compartiendo temas de Hato Rey y San Juan Grand Prix, Diaz Antes y, evidentemente, Felicilandia. Una feria de hit que Alvarito entrega con aquellos que lo hemos visto su prosperar exponencialmente: “Miles de mujeres”, y “Piso 13”.
Había un semblante homologado en el ambiente. Las personas en ese lugar sentíamos una emoción colectiva donde “OK”, “De nadie” y “Uso”, acompañado en el escenario por Sousa, resonaban como soundtrack de dicho sentimiento. Los presentes estábamos felices: felices de volver y estar de pie después de una época densa, felices de estar parados respirando aquella música ¡los más de 15 sencillos! que nos acompañaron en el encierro de pandemia. Felices de saber que la música de Álvaro sigue y seguirá para cada escucha.
El espectáculo se alargaba, estaba cerca a su fin. Díaz no se admiraba agotado sino todo lo contrario: la energía lo tenía extasiado. “Vuelve y canta”, “18+1”, “Brilloteo” y “Gongoli” acompañaban el cierre. Su salir y entrar al escenario había sido elegante; sin embargo, el sonar de “MajinBoo” retumbó el entorno, básicamente por ser una probadita de su nuevo material Sayonara. El espectáculo ha cerrado y “Reina pepiada” pone punto final.
Sin duda las historias que entrelazaban en esta presentación serán un símbolo que el músico se llevará estampadas. El arropo que los mexicanos le entregaron en esta noche ha sido la medalla por su inspirador desarrollo musical. Estaba agradecido. Él mismo murmura que de chiquito cantaba una canción que decía “la felicidad ah, ah, me la dio el amor, oh, oh” ─y hoy puede cantar─ “ah, ah, gracias por su amor”.