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Los inicios de Aerosmith fueron estruendosos, desde el principio ensuciaron sus guitarras con distorsiones muy estridentes, buscando solos muy libres, pegajosos y sin interés por lo virtuoso, añadieron ropas muy coloridas y llenas de brillitos para conseguir chicas con gusto por lo andrógino, moda de aquellos años. Pasaron a interpretar power ballads y a sembrar hits poperos a su lista para continuar satisfaciendo a sus lindas fanáticas y broders melosamente románticos.
Con un intro de “I’m a Man”, el famoso blues de Bo Diddley, hacen su gloriosa entrada al escenario, los gritos explotan, Steven Tyler, Joe Perry, Tom Hamilton, Joey Kramer y Brad Whitford, reciben todo ese amor mientras se pasean por toda la plataforma construida especialmente por su visita. Aerosmith tiene, en estas tierras, una base de fans muy fiel y escandalosa.
Al terminar de ajustarse sus instrumentos, las primeras vibraciones que nos sacuden son las de “Drawn the Line”, firmada por Perry-Tyler, un poderoso rock & roll de aquellos 1977 donde rock pesado era lo único que tenían en su catálogo. El siguiente paso de este potente recorrido es “Love in an Elevator”, llevan dos rolas y el público ya está vuelto loco, levantando los puños y coreando a volumen insalubre.
Comparten los acordes de “Cryin’” y “Crazy”, todas las chicas se desmoronan de la excitación, bailando, gritando, tomándose fotos, videos, juntando a su grupito de amiguis para la selfie del Instagram, pero cuando suenan, con estruendoso y destructivo poder, “Rats in the Cellar”, “Last Child”, hits del 76 o incluso “Eat the Rich” del 93 que ni sencillo llegó a ser, las sonrisas se apagan, la celebración descansa un poco a pesar de que todas tienen tremendos solos, acordes potentes, melodías pegajosas, la combinación perfecta para un clásico de rock pesado.
De su primer disco interpretan “Walkin’ the Dog”, original del bluesman Rufus Thomas, se escucha por ahí “Rag Doll” y para seguir taladrando nuestros cráneos continúan con “Stop Messin’ Around”, original de Fleetwood Mac, en voz de Perry y Steven en armónica, esto es una fiesta para los que somos más allegados de la era rasposa de Aerosmith, mientras unos sacuden la cabeza, hacen guitarras de aire y mueven los brazos imitando el sonido de la batería, otros parecen preguntarse ¿qué hago yo aquí?
Hubo momentos muy memorables, Steven conviviendo con sus fanáticas de antaño, mujeres finas, de buen vestir, con pelo cano y lindas arrugas dibujadas en sus rostros. Los ceños fruncidos de todo Aerosmith mientras tocaban uno de los sets más ponchados que han presentado en México, quizás son gestos que han hecho durante toda su vida, pero con las arrugas parece que estaban haciendo un esfuerzo supremo por tocar tan poderosas rolas. Obviando un poco el bodrio de “I Don’t Wanna Miss a Thing”, todo el set fue precioso, poderoso y satisfactorio. Por otro lado, esta será la última vez que escucharemos todas estas canciones en vivo, ¿o no?