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Después de pasar un par de horas en el tráfico de San Antonio, logramos llegar a Austin. Aunque estábamos cansados y un poco hartos, decidimos ir a The North Door, para "relajarnos" con Molotov, presentado por Ache Producciones. El lugar era perfecto para los defeños: una especie de sótano oscuro, sucio, caluroso y húmedo.
Aunque la chica de la entrada nos advirtió que adentro no cabía un alma más, descubrimos que el tumulto no emulaba cualquier presentación que la banda hubiera podido tener en México; sin embargo, el ambiente era inmejorable, parecía que estábamos de regreso en un show de 1997: la gente coreaba cada rola y saltaba con las manos en alto. "Chinga Tu Madre" detonó un slam que no distinguió entre hombres y mujeres. A ésta le siguieron "Changuich A La Chichona", "Here We Kum", "Gimme The Power" y "Frijolero" (ad hoc al país en el que nos encontramos), entre otras.
A pesar de que sigue tocando lo mismo de hace 17 años, Molotov demostró por qué tiene vigencia: un sonido impecable, la energía de unos chavillos de 18 años y el poder de hacer que más de uno se eleve del piso y entone sus canciones. Como era de esperarse, cerraron con "Puto". Cuando se despidieron, la gente pidió más, pero la banda acató las estrictas leyes estadounidenses (ya eran las 2 am), y evitó el encore.
Antes de que pudiéramos emitir opinión sobre el show, los empleados de The North Door ya habían encendido las luces y estaban recogiendo la basura, a la vez que nos pedían que nos retirarámos del lugar y que depositáramos nuestras cervezas (aún medio llenas), en los botes de basura. "Hurry, it's against the law", decían.
Pero acá la cosa es pareja, cuando instaban a que todos salieran del lugar, lo decían en serio, incluso los miembros de la banda fueron desalojados. ¿Quién hubiera pensado que los otrora rudos y contestatarios músicos tendrían que salir así de una tocada? Pinches gringos aburridos... Nos fuimos al hotel con ganas de fiesta, pero con una sonrisa en la boca y excelente música en los oídos.