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¿A qué suena la libertad? ¿Cómo se esparce el amor? Son dos de las preguntas que, de alguna u otra forma, fueron respondidas en la jornada de la Semana IR! que presentó a Antibalas, una de las agrupaciones más importantes en el desarrollo de un género tan manoseado como el afrobeat.
Antes de la presentación de la gran orquesta comandada por Martín Perna, Vachamata hizo su aparición como una adecuada antesala a una noche de celebración. Con una clara muestra de ADN africano y funk en cada una de sus notas, la banda de Puebla logró construir el camino que llegaría a la culminación de una de las historias musicales más interesantes de los últimos años.
Cuando la plantilla de Antibalas estaba completa en el escenario, Perna confesó que la idea de la banda comenzó a dibujarse en su cabeza a mediados de los noventa, entre Revolución e Insurgentes. Más de veinte años después su idea, ahora convertida en una orquesta poderosa, por fin estaba en la ciudad para hacer lo que mejor saben hacer: un concierto de ensueño, con una fuerza especial y con claros mensajes espirituales necesarios en esta época más que nunca.
El recorrido por su carrera fue corto pero efectivo. Sus canciones, como el legado que dejan, son de una duración particular y con cada una de ellas explotaban las bondades de la libertad creativa, el entusiasmo revolucionario y la alegría de estar vivos. Puede sonar a un discurso tan subjetivo como la sola idea del amor, sin embargo con cada mantra, cada percusión, cada trompeta y cada saxofón, lo aterrizabaron a una noche que a la distancia luce más como una celebración a la vida que como un concierto de música regular.
Todo ahí estaba conectado: una audiencia que conocía perfecto al anfitrión y una orquesta decidida a marcar su consolidación en la ciudad como un hito memorable a futuro. Entre cada puente musical había un destello de luz, una energía que cerraba perfecto el círculo de su discurso. Si la libertad y el amor tuvieran que ser representados en un par de horas, un concierto de Antibalas podría ser una gran opción. Por lo menos –y entre otras tantas cosas más– eso es lo que piensa uno después de verlos en acción.