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Después de una fatídica tormenta que puso en duda la realización de los conciertos del viernes, el optimismo y las emociones se revitalizaron para dar paso a la reordenada lista de bandas encargadas de dar un borrón y cuenta nueva al publicó del Zócalo capitalino. Complicado reto que con el paso de las horas fue tomando una forma magistral, aquella que hizo recordar las viejas glorias de los masivos mexicanos donde más de uno se forjó como fiel seguidor de nuestro rock.
Destacada fue la presentación de Carlos Ann que con un estilo arrabalero invitaba a crear una atmósfera bohemia que contrastaba con el duro calor. Un digno tributo a “El Triste” de José José rompió la brecha generacional y agradó a la gran mayoría de los asistentes.
Tras un giro radical de géneros e influencias, Dënver manifestó alegría y confianza en un set repleto de potentes beats y sintetizadores hipnóticos acompañados de vistosas coreografías. Desde temas de su Música, Gramática, Gimnasia, hasta otros de Sangrecita, el ex-dúo y ahora trío chileno superó expectativas ofreciendo un show agradable y divertido con canciones como “Lo Que Quieras” y “Los Vampiros”.
Con los ánimos a tono, era el turno de Telefunka de continuar con el festín electrónico. El trío originario de Guadalajara sorprendió a propios y extraños con sus peculiares sonidos emulados de juguetes y sus singulares outfits.
Posteriormente, el momento de abrir las puertas del Mictlan llegó cuando San Pascualito Rey se manifestó como anima bendita del purgatorio. Mostrando su mejor versión llena de teclados tenebrosos como sacados de una película de terror mexicana. Los brutales riffs de Alex Otaola complementaron canciones como "Salgamos de aquí", "Así es el amor" y "Olvídate de mí", dejando claro que la calidad del grupo es indiscutible y parte fundamental de la escena nacional.
Sin mucha demora y entusiastas por volver a pisar suelo mexicano, La Habitación Roja se ganó el respeto de la fanaticada que minuto a minuto seguía creciendo. Con clásicos como "Nunca ganaremos el mundial" y "Cuando te hablen de mí", la banda catalana mostró su propuesta de melancólicas melodías y letras entrañables. Siempre entregados y agradecidos, definitivamente fueron unas de las propuestas más interesantes del día.
La mención especial en esta ocasión es para la organización, que si bien no arregló todo por completo, si supo controlar y depurar errores que sufrieron el día anterior. Para las siguientes ediciones, sin duda hay mucho por reparar.
Continuando con el rock, la batuta fue cedida a los Abominables. Liderados por Abulón, supieron perfectamente como enganchar a todos aquellos que no los conocían, que a su vez, con luces de neón y lluvias de basura lograron sacudir el frío de un público que también se merece unas líneas de felicitación por su aguante y devoción a la música. A todos aquellos que no escatiman nada por ver a su banda favorita.
Sin darle tregua a las condiciones climatológicas, La Lupita se adueñó por completo del escenario para recordar por qué son referentes directos dentro de la historia del rock mexicano. Una combinación de funk, corrido mexicano y hard rock aderezado con un poco de despecho fue el certero detonante de una banda que sabe cumplir a viejas y nuevas generaciones.
Finalmente, una agrupación como Enjambre quedó como anillo al dedo al momento de cerrar las acciones de un día turbulento, pero lleno de alegría, la cual nunca decayó. Los originarios de Fresnillo, Zacatecas, llegaron en su mejor momento para ofrecer un “Sábado Perpetuo” impactante; siempre aclamados y bohemios.
“Ausencia De Cocina”, “Manía Cardiaca” y “Madrugada” no faltaron en el setlist que resultó equilibrado al repasar los mejores temas de los inicios de la banda como de aquellas canciones de su ultima producción. Un cierre que dejó un buen sabor de boca, igual que el que deja llegar a casa y recordar que hace unos cuantos minutos estabas coreando tu rola favorita, mojado, pero feliz.