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A Yucatán se puede ir antes o después del fin del mundo, según reza un refrán popular. Lo cierto es que solo mencionarlo hace imaginar un espacio donde la cultura de su gente y sus raíces, se pierden en el tiempo y se confunden en la historia de su mestizaje. Fue Joaquín Sabina quien le dedicó un poema a la “Ciudad Blanca” y en ella expresó el cariño y respeto que guarda por la Mérida de los mayas.
Después de un vuelo de casi dos horas, la ciudad de Mérida nos recibía con un caluroso saludo y unas enormes nubes blancas al horizonte, como si se tratara de brochazos en un gran lienzo azul. Si por algo se caracteriza Yucatán, es por su deliciosa gastronomía. La variedad de olores, colores, formas y texturas, dan paso a una explosión de sabores dentro del paladar.
Ya estando en tierra decidimos probar la comida típica de la región, esa que tanta fama tiene, así que paramos en un restaurante llamado La Tradición. Para iniciar con el banquete, qué mejor que unos frijolitos acompañados de unos crujientes totopos y de una salsa hecha a base de chile habanero, tan picosa que podrías arrepentirte hasta de tus peores pecados.
Después era turno de recibir al plato principal, una especie de tamal que se cocina desde las entrañas de la tierra: el mucbilpollo o mejor conocido como pib. Un platillo que únicamente se cocina en estas fechas para celebrar los festejos del Día de Muertos que se realiza en la entidad.
Con la barriga llena y el corazón contento, emprendimos el viaje hacia el centro de la ciudad y visitamos uno de los lugares que promueve y difunde la cultura en sus formas más diveras y que, desafortunadamente, está en peligro de extinción. Ubicado en la calle 68, se encuentra LA68 Casa de Cultura Elena Poniatowska.
Este espacio ha sido un referente para todas aquellas personas que buscan una opción distinta de entretenimiento gracias a su gran variedad de servicios que van desde cine al aire libre, talleres, una tienda de artesanías hasta un pequeño y acogedor restaurante que también funciona como bar. Debido a que LA68 es una casa de cultura particular y no ha recibido el apoyo necesario del gobierno, este lugar pronto cerrará sus puertas privando a los meridanos de un recinto con más de ocho años de servicio.
Como dirían algunas personas locales, en el centro de Mérida todo está prácticamente cerca, solo basta con dar unos cuantos pasos y podrás encontrar desde una plaza de toros, un estadio, parques y plazas, museos y monumentos históricos, hasta coloridas calles que se convierten en un atractivo visual.
Por primera vez, Mérida se engalana al recibir un evento de tal magnitud, uno que reúne a miles de participantes cuyo único objetivo es cruzar la línea de meta. Aquí no importa de qué color de piel seas, ni qué religión practiques o qué preferencia sexual tengas; todos son iguales.
Hablamos de la serie Rock 'n' Roll Marathon, un evento deportivo muy popular en Estados Unidos con presencia en Canadá y Europa. Esta serie se caracteriza por combinar la música con el deporte, pues a lo largo de las carreras se presentan bandas de música que tocan en vivo en escenarios colocados en varios puntos del trayecto. El Rock 'n' Roll Marathon se realiza por segunda ocasión en nuestro país, pues recordemos que la primera edición tuvo lugar a principios de este año y ahora es turno de que Mérida sea sede por segunda vez.
Previo a la gran carrera, algunas calles ya se encuentran cerradas. Las estaciones de radio promocionan el concierto que, en un par de horas, ofrecerá la banda oriunda de Ciudad Satélite, Café Tacvba. Los escenarios donde tocarán los grupos de música comienzan a tener forma y la gente solo habla del tan esperado evento. La organización es impecable, las autoridades toman las debidas precauciones y comienzan a colocar señalamientos de desvío de carril. El flujo vehícular es mínimo, por lo que no se convierte en un obstáculo para llevar a cabo dicho maratón.
Son casi las cinco de la tarde del sábado 31 de octubre y las personas comienzan a reunirse en el Monumento a la Patria, lugar de meta. Algunos realizan pequeños estiramientos, otros preparan sus outfits que básicamente consisten en shorts, tenis y calcetas de todos los colores, así como de una playera en la cual portan su número de corredor. Unos cuantos más logran maquillarse de catrina para celebrar corriendo el tradicional Día de Muertos.
Personas de todas las edades, jóvenes y adultos se dan cita en esta fiesta que lleva por nombre Rock 'n' Roll Marathon, la cual está a punto de iniciar. Sus rostros lucen ansiosos, emocionados por formar parte de un evento internacional. La concentración se percibe en su mirada. Todos estrechan sus manos y se desean buena suerte aunque no se conozcan.
Es entonces cuando suena el primer disparo en punto de las 6:30 de la tarde y a todo galope sale el primer grupo conformado por los atletas más destacados. En total son 20 corredores, la mayoría de Kenia y tan solo tres mexicanos. Es evidente que la victoria la tienen los kenianos, pues fue Emmanuel Mnangat Chamer con un tiempo de 01:06:59 quien ganó el medio maratón.
Conforme avanzamos los primeros metros nos encontramos con el escenario uno. Ahí estaban los chicos de Miró, quienes se encargaron de amenizar la noche al lado de Alicia Casale en el bajo. Uno de los temas que más estremeció a los meridanos, quienes poco a poco se iban acercando al escenario, fue “Paso al aire”, con el cual cantaron y se conectaron además de otros cortes. Su presentación no podía terminar sin tocar uno de sus mayores éxitos, “Aférrate”.
Una vez que bajaron los integrantes de esta banda oriunda de la CDMX, los fans no dudaron en acercarse y tomarse la foto del recuerdo. Posteriormente, en ese mismo escenario, se encontraban afinando los últimos detalles los miembros de otra banda defeña. Dirty Woman llegó con su rock para hombres y mujeres sucias para calentar aún más el ambiente con sus riffs pesados y llenos de energía.
Después de correr un rato aL lado de los maratonistas, llegamos al escenario tres, donde se encontraba una banda orgullosamente yucateca. Los integrantes de Atversus hacían gritar a sus guitarras con poderosos riffs sacudiendo al piso y a las personas que se detenían a verlos. “¿Dónde quedaron los corredores? A mí me dijeron que esto era una carrera”, dice el vocalista, mientras las luces rojas de una ambulancia que arriba al lugar se mimetizan con las del escenario.
Es momento de seguir avanzado para llegar a nuestro destino, el Estadio Salvador Alvarado, donde en un par de minutos más se presentará el acto estelar de la noche. Pero antes nos detenemos en otro escenario para apreciar la actuación de los chicos de Dandy Overdose, quienes ante un escaso público nos dicen: “Vámonos, que ya mero empieza Café Tacvba”.
Es así como corremos, tomamos un taxi y nuevamente corremos para alcanzar un buen lugar. El estadio luce abarrotado, los corredores continúan llegando a la línea de meta y el cansancio se nota, pero no por mucho. El momento cúspide de la noche había llegado. Era hora de recibir a una de las bandas más icónicas de nuestro país, una con más de 25 años de experiencia.
Con “Ingrata” y “Las persianas” la agrupación mexicana se apoderó en automático del público meridano y es que la música de Café Tacvba es como una droga que entra por los oídos, recorre nuestro sistema sanguíneo y explota en nuestro cerebro dejando de lado el hambre y el cansancio.
La presentación de los “tacubos” fue un recorrido musical a través de su trayectoria. Éxitos que se desprenden de su álbum debut como “Rarotonga”, “María” y “La chica banda”, hasta algunos temas de su más reciente disco como “Olitas de altamar” resonaron en el Estadio Salvador Alvarado.
“Deseamos que esta noche se la pasen poca madre, que canten y bailen y saquen todo lo que están cargando, sus problemas y angustias”, son las palabras de Rubén Albarrán, quien luce su típico traje rojo además de una extraña capa la cual, al momento de extender sus brazos, pareciera que son las alas de una gran ave multicolor.
Otros sencillos que desfilaron por el estadio fueron “Las flores”, “Cómo te extraño, mi amor”, “Volver a comenzar” y “Déjate caer”, canción con la cual Emmanuel, Enrique, Joselo y Rubén dejaron de lado sus instrumentos para mostrarnos que aún se saben “de pe a pa” la coreografía que hemos visto en el video.
Asistir a una presentación en vivo de Café Tacvba se convierte en toda una experiencia extrasensorial. Rubén tiene una forma extraordinaria de hablar de temas que despiertan emociones profundas: amor, esperanza, naturaleza, muerte, fe; temas comunes y compartidos, por eso su música es universal.
Uno de los momentos más significativos de la noche fue cuando el vocalista de la banda hizo una pausa para detenerse a mirar la luna que nos observaba desde las alturas. Fue así como dieron paso a “El baile y el salón”, canción que fue coreada al unísono y el “paparupapa eu eo” se hizo escuchar en todo el lugar.
Con “El puñal y el corazón” llegó la última canción de la noche, pero era evidente que el público quería más. Entre gritos y aplausos, y al famoso canto de: “Otra, otra, otra” y “Ole ole ole ole, café, café”, fue como reaparecieron para continuar con el show e interpretar cuatro canciones más, entre ellas la entrañable “Eres”.
Después de casi dos horas de espectáculo, luces multicolores que bailaban al ritmo de las pistas y una entrega total por parte del cuarteto, llegó el momento nostálgico de la noche cuando sonaron los primeros acordes de “María”, tema que contó con la participación de Ofelia Medina, quien danzaba por todo el escenario como si de una musa se tratara, cautivando con su belleza y talento a los miembros del grupo. Su participación concluyó con un gran beso hacia Rubén Albarrán, demostrando el cariño y la amistad que existe desde años atrás.
Es así como concluye una noche más en Mérida. Durante nuestra estancia conocimos personas nuevas, encontramos aromas y sabores insospechados, descubrimos lugares que forman parte de nuestra cultura e identidad, y sobre todo, entendimos el porqué del éxito de una de las bandas que, musicalmente hablando, nos representa dentro y fuera de nuestras fronteras. Agradecemos la hospitalidad recibida y prometemos volver muy pronto a la “Blanca Mérida”.