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Es cierto, fueron muchas las dificultades de producción inherentes a un festival de estas magnitudes. A la aparente imposibilidad de encontrar un foro decente desde su anunciada mudanza desde Guadalajara, había que sumarle los prejuicios que rodean al heavy metal y que en más de una ocasión obstaculizaron la realización de un evento de estas características.
Las teorías conspiratorias que afirmaban un probable complot desde las altas esferas aún provocaban tufos de incertidumbre, escepticismo e incredulidad, pero nada de eso importó; las adversidades fueron vencidas y tuvimos un festival que en más de un momento rozó los linderos de la perfección.
La primera sorpresa del día resultó observar a dos escenarios de grandes proporciones conviviendo entre si sin generar ningún tipo de conflicto. Fue agradable ver que los horarios se respetaron al pie de la letra y que ello facilitó la sincronización de los escenarios. Los riffs de una banda iniciaban prácticamente cuando la última nota se apagaba en el escenario contiguo y el audio en ambos sitios era bastante aceptable considerando el espacio abierto
En sus primeras horas la asistencia fue moderada, pero cuando la tarde cayó era un amplio número de personas las que se encontraban dentro del recinto. No obstante la logística fue efectiva y el festival corrió sin ningún tipo de incidente: la bebida fue suficiente, las ofertas gastronómicas abundantes y la amplia variedad de atracciones que, desde motocicletas y lucha hasta zona para niños y casita del terror, permitieron una movilidad fluida y sin ningún tipo de inconveniente.
Por otro lado, en lo que respecta a las bandas, seguro mucho se hablará de la araña en la producción de KISS (nada que no se haya visto en giras anteriores) y de la añoranza que en más de uno (incluyendo a quien escribe estas líneas), ocasionó atestiguar de corrido a Korn y Limp Bizkit, pero fueron Overkill y Rob Zombie quienes elevaron la experiencia.
Los primeros interpretando un filoso thrash metal con una agilidad y velocidad que ya quisieran muchos de sus contemporáneos (¿alguien dijo Metallica?), mientras los últimos rayos del sol quemaban el rostro y la nariz pedía clemencia por el polvo que provocó el moshpit. Por su parte, cuando la noche nos cubrió todos, Rob Zombie salió a dar un efusivo show que nos introdujo en su vibrante mundo poblado de metal industrial y pesadillas con monstruos clásicos de la Universal. ¿Por qué tardaste tanto en venir, Rob?
Al final del día, con los ojos cegados por tanta pirotecnia presentada por KISS y los zapatos arrastrando el piso por el cansancio, fue inevitable afirmar que por fin en México pudimos tener un festival de heavy metal de grandes alturas. Sin duda se ha aprendido de lo hecho por Monterrey y Guadalajara en sus respectivos festivales, y hoy sabemos que esto es posible. Nos vemos en Hell & Heaven Fest 2015.