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La suerte estaba del lado de la música, y es que si bien San Francisco se caracteriza por su ambiente lleno de neblina, el viernes 7 de agosto fue un día absolutamente soleado; los locales no paraban de decir la suerte que teníamos de presenciar un día tan lindo.
Luego de caminar entre casas de colores, por un montón de calles con las características subidas y bajadas que se han vuelto distintivas de la ciudad, por fin llegamos al Golden Gate Park, un espacio increíble. Para entrar al parque cruzamos pasillos de tierra rodeados de pinos, algo así como una mezcla de Valle de Bravo y el Bosque de Chapultepec, pero con la vibra cool de San Francisco. En la entrada te daban tarjetas de descuento para comprar mariguana (de forma legal y solamente con receta médica, obvio) y promocionaban un servicio de car pool (compartir raid).
En cuanto a la moda se podría describir en una palabra: festivalera. Y es que la globalización ha hecho que exista un código de vestimenta no oficial utilizado en todos los festivales de música a nivel mundial. Había chicas en shorts con playeras con flecos y las choteadísimas flores en la cabeza (onda Coachella), chicas en leggings con sombreros negros (tipo Glastonbury), un montón de calcetas negras a la rodilla y muchos vestidos negros de encaje con transparencias. Los hombres también sacaron sus mejores trapos y además de sombreros se lucieron con sus playeras con humor irónico: uno traía una t-shirt con la foto de Topanga de la serie noventera Boy Meets World y otro portaba una con un collage de Miley Cyrus, por ejemplo. Para la comodidad de nuestros pies muchos usamos zapatos de Timberland, lo cual fue una excelente decisión.
La oferta gastronómica también era muy exquisita. En la entrada del festival está Wine Lands, una zona dedicada al vino, donde además podías comer productos de charcutería y sentirte todo un adulto contemporáneo. A un lado había un mini golf donde podías divertirte metiendo la pelota debajo de un mini Golden Gate. También había food trucks y stands con recetas para enloquecer a cualquier millenial que se respete: arepas gluten free, huaraches, pizzas gourmet, clam chowder, sándwiches de langosta, muchos locales con la filosofía from farm to table, hamburguesas con donas en lugar de pan y más de un puesto dedicado exclusivamente a productos de tocino.
En cuanto a la música el ambiente fue bueno y todos los escenarios permanecieron llenos la mayor parte del tiempo. Lake Street Dive hizo un cover de “Jump” de Van Halen, mientras que el adorable George Ezra prefirió re versionar “I Try” de Macy Gray.
Más interesantes fueron las presentaciones de Glass Animals y St. Vincent, que probó tener muchos fans y cantó temas nuevos y del inicio de su carrera como la deliciosa “Cruel”. Luego de ver a Wilco llegó el momento por el que la mayoría había ido al concierto: la presentación de Mumford & Sons que tocó desde el atardecer hasta la noche. Con temas de todo su repertorio como la conocidísima “I’ll Wait”. Además su vocalista Marcus Mumford tuvo mucha interaccion con el publico y a pesar del tamaño del lugar se vivió como un concierto intimo. Su folk fue perfecto para cerrar el primer día Outside Lands que hoy promete una jornada todavía mejor.
Continúa esta cobertura con la reseña y galería del segundo y tercer día.