Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Eventos como el Corona Capital, Ceremonia o Bahidorá nos permiten explotar ese canal entre artista/público que solo los conciertos pueden brindar con un énfasis en aprovechar los alrededores y en una logística de cartel musical más familiar y digerible, si así se le puede llamar. El NRMAL es un caso que se cuece aparte. Ya cuenta con una reputación por ser el festival con un perfil un poco más de “elite” o de “nicho”, tanto en las bandas invitadas, como en amenidades gastronómicas e instalaciones de arte, y ha logrado ofrecernos ediciones que rebasan lo satisfactorio y lo excelso por traernos en años anteriores a gente de la talla de Swans, The Brian Jonestown Massacre, Deerhunter, Destroyer, Silver Apples, Slowdive y Future Islands, entre otros.
El NRMAL 2018 fue anunciado como uno que pasaría a la posteridad por un lineup que quizás alcanzó unas rayitas arriba de ser “de culto” y resultó en ser más atractivo para conquistar otros gustos: Mac DeMarco, Cornelius, Sleep, Explosions in the Sky, of Montreal, Álvaro Díaz, Miss Garrison e Yves Tumor, por mencionar algunos. También se cambió la jugada al reducir la celebración a un día, probablemente para enfocarse en un solo día que tuviera una fuerza e impacto que rivalizara a otros festivales de gran formato. La estrategia funcionó: con entradas agotadas y un sobrecupo de gente que no se había visto en versiones pasadas, todo iba viento en popa que el 3 de marzo de 2018 fuera la fecha donde se llevó a cabo EL NRMAL, el estándar bajo el cual se llevarían a cabo futuras ediciones. Y casi lo lograron.
En punto de las 14 H. fue cuando las primeras bandas abrieron sus respectivos escenarios y calentaron motores para todos lo que iban llegando. Pero algunos quizás ya estaban ansiosos de comenzar a disfrutar de la algarabía sonora o se les hizo muy temprano y tanto los campos como las carpas empezaron a llenarse en minutos, sin duda un acontecimiento muy inusual cuando se trata de un NRMAL. Sin embargo, algunos problemas en la calibración y distribución de audio perjudicaron los sets de Norwayy en el escenario Black y de Sailawway en la Tent. Ambas propuestas nacionales dieron lo mejor de sí y lograron conectar con el respetable gracias a sus dosis de cool wave oscuro y dream pop etéreo, respectivamente. Definitivamente son actos a seguir.
La banda Ethics, proveniente de Tijuana, empezó a sacar el cobre experimental en escenario Blue con canciones que iban desde el dance y el lounge hasta lo ambient, aderezado con instrumentos tan dispares como un trombón o sintetizadores. Del otro lado, en el escenario Black, Sol Oosel, proyecto solista de Gustavo Mauricio “Catsup”, engalanó y conmovió al público con rock espacial y un pop más fino al que nos tenía acostumbrados con sus proyectos previos. Acompañado de visuales con mensajes crípticos y clips de películas viejas, Sol Oosel se pavoneó de izquierda a derecha como un David Byrne más existencialista (y barbón) con temas como “Sleepwalking”. Su reputación lo precedía.
El escenario Tent empezó a sufrir los estragos del cambio de horarios y lugares después de que Moor Mother (rapera experimental norteamericana que iba a presentarse en dicha sede) anunciara que no llegaría a tocar a causa de una tormenta que impidió la salida de su vuelo. Hubo algunos intervalos muertos ahí en lo que se definía el reacomodo del cartel, hasta que MULA tomó el escenario y disipó los enojos y frustraciones de los asistentes con su escándalo caribeño que oscilaba entre el dark wave y la bachata. Quizás fue por ser una aseveración de que todo iba a salir bien al final, pero MULA resultó ser uno de los mejores momentos del festival.
Miss Garrison, provenientes de Chile, embrujaron y sedujeron al escenario Blue gracias a su psicodelia oscura. Recordándonos a Cocteau Twins y a Portishead, la banda encabezada por Francisca Straube deleitó a adultos y mascotas con temas como “Al sol de noche” y “Pocket Song”. Del otro lado, Leyya de Austria se maravilló con la cálida y divertida respuesta en su primera visita a tierras aztecas, misma que contestaron con rendiciones incendiarias y llenas de funk de “Oh Wow”, “The Fall” y “Never Never”. No obstante, el escenario Tent tuvo algunos altibajos. El furor y despapaye del house/punk de Pelada, con canciones como “Ten cuidado” y "Desatado”, cimentó de nueva cuenta las buenas vibras, pero Mhysa solo salió a interpretar dos canciones, gracias al reajuste, incitando de nueva cuenta una desconformidad entre el respetable.
Al atardecer, Dub de Gaita ya estaba sacando el lado más tropical y bailable de todos en el escenario Black; lo adecuado para bajar la hamburguesa/crepa/pizza/taco/empanada que ofrecían los food trucks en la zona de #CocinaCentral (a mi juicio, las propuestas gastronómicas que invitan son cada vez menos eclécticas y arriesgadas, optando por invitar a los mismos todos los años). Smurphy, otra artista nacional, dio cátedra de electrónica experimental con un show mucho más elaborado, con bailarinas y grandes visuales. Me da mucho gusto ver cómo ha evolucionado; ya la había visto hace algunos años abriéndole a Nicolas Jaar, cuando solo era ella y su laptop. Ay, crecen tan rápido (snif, snif).
La noche cayó y Felix Kubin, legendario músico alemán, vino armado con un arsenal de electrónica experimental que dejó perplejo a muchos y maravilló a otros. Él mismo admitió que nunca había tocado frente a tantas personas y con una recepción tan radiante, cosa que lo cohibió un poco y lo incentivó a tocar piezas menos convencionales, mismas que fueron recibidas con aplomo. Después de todo, el público del NRMAL es su target.
Después llegó uno de los momentos más esperados de la noche: Kevin Barnes, con un atuendo muy sui generis y un pelucón que haría ruborizar a RuPaul, llegó junto con of Montreal para hacer brincar y disfrutar a todos. Lo que sorprendió gratamente fue cómo muchos en el público se sabían tema por tema, recalcando el gran aprecio que los mexicanos tienen por la banda de Athens, Georgia. Desde “Suffer for Fashion” y “Gronlandic” hasta “Coquet Coquette” y “Wraith Pinned to the Mist & Other Games”, Barnes demostró su dominio del escenario, su fortaleza como frontman y su coquetería inconfundible, misma que despojó para un cierre épico y demoledor con “The Past is a Grotesque Animal”.
Dieron las 21:00 H. y el famoso dicho de “ya llegó por quien lloraban” se hizo más evidente que en otro acto. Las chicas gritaban; los chicos aullaban; los cigarros y chelas empezaron a abundar con más notoriedad. Mac DeMarco subió al escenario acompañado de su característica cachucha, un par de botellas en la mano y una actitud relajada y jovial, justo como el estilo de su música. Canciones como “This Old Dog”, “Salad Days”, “On the Level”, “My Old Man” y “Brother” se esparcieron en boca de todos como un solo coro mientras Mac gritaba, bromeaba con su banda, debutaba a un amigo ante las chicas solteras y se paraba de manos con tabaco en mano. Si su música nos transmite la vibra de ser creada por ese amigo buena onda que flojeaba en la escuela, pero te ayudaba en tus problemas y te invitaba unos tragos, su presencia en el escenario lo cimentó. Con una clausura formada por “Chamber of Reflection” y un cover de “Under the Bridge”, en donde cedió el micrófono a otro miembro de su banda mientras él se subía a la batería, selló su consolidación en nuestro país. Mac, visítanos más seguido, por favor.
Para quienes buscaban una opción más energética a la relajación y tranquilidad de Mac, podían encontrar su antítesis en el escenario Tent con el imponente set de Yves Tumor. Vestido de sombrero de vaquero y chamarra naranja, el músico zarandeó a todos para convertir al Tent en una trampa letal de baile y masacre, con canciones como “The Feeling When You Walk Away” y “Role in Creation”. Vamos, hasta hubo despojos de ropa y pudor. La actitud de fiesta la prolongó el hiphopero Álvaro Díaz, quien vino desde Puerto Rico con mucho flow para cantar “Insomnio”, “Mal necesario” y “Una vez más”. Mismo caso que con of Montreal (o muchas de las bandas de NRMAL, para ser precisos), cada rima y cada ritmo eran coreados y coreografiados a la perfección por la multitud que afectuosamente lo iba a ver. Para hacer que el mal sabor de boca se fuera del Tent de una vez por todas, Diego Gómez vino con su proyecto electrónico de Cerrero y despidió la noche con su dub colombiano y tropical, para que todos desahogáramos los últimos brotes de energía que nos quedaban.
Tocó el turno de Sleep en el escenario Black, quienes tuvieron una de las recepciones más irregulares de todo el festival. El seguir después de un acto como Mac DeMarco frente a un público tan heterogéneo no es nada fácil, y mucho menos si tu banda es un conjunto de stoner/doom metal de culto. Pero el culto estuvo muy presente y cada riff de Matt Pike, cada alarido de Al Cisneros y super redobles de Jason Roeder fueron celebrados. Aunque haya sido el toque de salida para cerca de la mitad de los asistentes, Sleep y su público no se fueron decepcionados.
Tras el retumbe de Sleep en muchos de nuestros oídos, tocó el turno a algo más dulce y melódico. Inaugurando su set con animaciones que reverberaban al ritmo de la percusión, Cornelius ocupó el escenario Blue y lo llenó de LEDs, videos coloridos y mucho entusiasmo y nostalgia. Sonaron clásicos como “Point of View Point”, “Drop” y “Count Five or Six” y temas de su nuevo disco Mellow Waves, como “Helix/Spiral”, “In a Dream” e “If You’re Here”, mismos que comprobaron su dominio de varios géneros y estilos, como el punk espacial y el pop sofisticado. La espera valió la pena, y de pasó se adjudicó a nuevos acólitos a su noble causa.
Llegó la hora del último acto del día y otra de las razones por las cuales muchos arribaron de forma puntual y sobrevivieron a todas esas otras bandas, filas interminables para el consumo de bienes y horas sentados/parados en el pasto y claro, los que esperaron todo un día para simplemente llegar a las 12:00 am de hoy. El conjunto americano de post rock Explosions in the Sky demostró porque es tan hábil de hacer que levantemos puños y saquemos lágrimas al mismo tiempo, debido a la dinámica en el escenario entre los músicos, su fuerte carga emocional al tocar y la calidad de sus elementos en vivo. Realmente le hacen honor a su nombre al sacar semejante pirotecnia. Y el hecho de que temas como “Your Hand in Mine”, “The Birth and Death of Day” y “Catastrophe and the Cure” tengan tanto valor cultural/sentimental para los que atestiguaron su set tampoco hace daño. Un estupendo cierre para un día lleno de bemoles.
Además del desfase de horarios, el sistema de pago con pulsera que no siempre resultó eficiente y los cambios de ánimo que provocaban las propuestas dispares, el repentino escaseo de cerveza se convirtió en un notable punto que demeritó la experiencia para muchos. A estas alturas resulta imposible pensar en un festival sin la abundancia de esas amenidades y tal vez subestimaron la asistencia. Si bien hubo aciertos notables, este NRMAL se caracterizó también por tener muchas áreas de oportunidad, como dicen en el mundo Godín.
A pesar del lleno total del festival, la frescura de las propuestas nuevas y el hecho de que gran parte de la alineación ya tenía sus aplausos asegurados, sentí esta edición algo rara. Quizás tenga que ver con que ahora no hubo tantas actividades alternas, como el bungee, o los módulos de activación de los refrescos o el lounge que te ofrecía la marca de cervezas. Todo se vio limitado a un par de cabinas con luces y un stand de whiskey. Quizás también tenga que ver que solo fue un solo día. Quizás porque la gente, aunque abundaba y se esparcía por todos lados, no tenía los mismos ánimos. Lo único cierto es que no hubo necesidad de grandes nombres de marca inundando cada esquina para convocar a la gente, sino que la música fue el único factor decisivo para que ayer se formalizaran amistades, se conocieran futuras parejas o se abriera un nuevo vínculo entre cierto artista y escucha. Siempre ha sido así cuando se trata de NRMAL y siempre lo será.