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¿Cómo resuelves la cancelación de un festival debido al mal clima y a la posibilidad de un desastre? No lo haces, improvisas. Este fin de semana esperábamos con ansias llegar a Carson Creek Ranch (Austin, TX) para ser testigos de un movimiento: el ya famoso y célebre Levitation. Lo que empezó como una fiesta, ahora es un festival que se lleva a cabo desde hace ya 9 años, reuniendo bandas de todo el mundo en un homenaje a la psicodelia y al garage en todas sus versiones.
El jueves, mientras esperábamos para ir a la precelebración, nos llegó un mail, y las diez mil personas que asistiríamos al festival quedamos varadas. En el contenido, una imagen con el texto Levitation has been cancelled. Para algunos era su primera vez, vírgenes al alto contenido de elevación espiritual que invoca este ritual de fin de semana. Otros, esperaron y ahorraron todo el año para dejar su trabajo y su hogar para regresar al oasis, como ya es tradición. La situación incluso dejó a todos los que suponían acampar sin lugar donde dormir, en las calles.
También existió el caso de las bandas que viajaron o pasaron por la ciudad con la ilusión de presentar su proyecto a un público que atiende realmente por la música, antes que por la fiesta. Y de eso precisamente quiero hablar: de la labor de comunidad entre músicos y público que se organizó, en lugar de velar. En el momento que recibimos ese amargo mail, amigos y desconocidos, músicos, foros y marcas de todo el mundo que estaban involucradas en el concierto, tomaron el control. Los venues de la ciudad abrieron sus puertas a las bandas, gente abrió grupos posteando fotos de sus jardines donde invitaban a los que no tenían techo a montar sus casas de campaña, incluso montando escenarios en salas de ensayos, garages y ranchos a la redonda.
El viernes, al despertar, ya había carteles en internet anunciando escenarios y ventas de boletos para conciertos de reposición en más de siete venues durante los siguientes cuatro días, con alineaciones surreales para cualquier tipo de gusto. Animal Collective en el Emo’s y The Brian Jonestown Massacre en el Scoot Inn un día y al que siguió The Black Angels con Allah-Las y Mild High Club; Boogarins con Uncle Acid y Dungen en el Empire y la grandísima alineación en el Barracuda que incluía a King Gizzard & The Wizard Lizard, The Murlocs, Mystic Braves, Holy Wave más 16 bandas con los visuales del genio Mad Alchemy. De un día para otro ya se había convertido en una versión espontánea de South by Southwest.
En un segundo ya había muchas opciones, claro que conseguir boletos fue una pesadilla y separó al público en varios foros propagados por la ciudad. Sin embargo, amigos corrían la voz. Alguien de alguna banda te pasaba el dato de una fiesta en algún lugar y otros te colaban a ver agrupaciones que te importaba ver.
Tomemos este esfuerzo como ejemplo de la fuerza que tiene el festival, apoyemos el talento y comercio local tanto como apoyamos lo foráneo. Unámonos en comunidad y hagamos que nuestra escena crezca a la par de este y otros movimientos culturales a nivel global, e involucrémonos como personas en lo que más nos apasiona.
De no ser nada, pasó a ser todo: un fin de semana entero lleno de música y conciertos donde el único sentimiento era la hermandad. El trabajo que hicieron las bandas mismas uniendo fuerzas con los foros que conseguían, así como la gente que tanto esperaba verlos en vivo, fue un respiro de fe, tanto en la música como en el público que ha creado.