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Día 1: Una nueva llama se enciende

Día 1: Una nueva llama se enciende

Manuel Buscalia
Candela Gallo

Candela
Gallo

02/Abr/2014

Es un martes de otoño. En el cielo, alguna que otra nube amenaza con tapar el sol que pega fuerte en la espalda pero por suerte, la brisa fresca hace que la situación sea más tolerable. Son las 12:20 del mediodía, la temperatura es de 23° y lo único que se puede ver sobre la Avenida Márquez es una fila interminable de personas esperando para ingresar al Hipódromo de San Isidro.

Una señora de unos 60 años pasa caminando y se acerca a una chica de la fila para preguntar “¿Qué pasa acá? ¿Están regalando algo?” “No señora, hoy es Lollapalloza”, le dijo la joven adolescente que lleva puesta una remera blanca de The Strokes. ¿”El Lolla qué?, remató la señora, a lo que la chica de forma muy educada le contestó “El Lollapalooza, uno de los festivales de música más importantes del mundo. Un evento único que se hace por primera vez en Argentina, va a ser algo increíble”.

Después de 23 años de su creación, el festival creado por Perry Farrell desembarcó en Argentina en un formato de dos días con Arcade Fire y Red Hot Chili Peppers como bandas cabeceras. Farrell creó Lollapalloza en el 91 con el objetivo de usarlo como gira despedida de su banda Jane's Adiction. Después del éxito que tuvo, decidió continuar realizandolo y tras varias ediciones y algunos parates, lo llevó a Chile en el 2011 y a Brasil en el 2012.

El lugar elegido para el debut de la versión argenta del Lolla fue el Hipódromo de San Isidro, un lugar con capacidad para 100 mil espectadores ubicado en el norte de la provincia de Buenos Aires. Los 32.000 metros cuadrados que poseen las 148 hectáreas del lugar, fueron ocupados por cinco escenarios: el Main Stage 1, el Main Stage 2, el Alternative Stage y el Perry's Stage, además del mini escenario del Kidzapalooza, un lugar dedicado especialmente para los chicos.

El primer conglomerado de personas se pudo notar cuando Onda Vaga comenzó a sonar las 13:30. Minutos antes, Intrépidos Navegantes se había encargado de dar el puntapié inicial en el escenario principal, que ahora ocupaban los integrantes de Onda. Mientras la banda tocaba “Te quiero”, de su disco “Fuerte y caliente”, se podían escuchar los gritos de aliento desde el escenario alternativo, que pedían por Portugal The Man.

El show de los muchachos oriundos de EEUU se atrasó  50 minutos y comenzaron a tocar a las 14:30. Tras los primeros acordes de “Purple Yellow Red and Blue”, el público comenzó a silbar para hacerles entender que los micrófonos no funcionaban y que el bajo no se escuchaba. La situación mejoró un poco, pero los problemas de sonido continuaron, lo que generó que la mayoría de los presentes se vayan corriendo al Main Stage 1, tras la aparición de Capital Cities.

Jake Bugg salió al escenario alternativo a las 16:00 vestido de negro. El joven inglés demostró que no le incomoda pararse frente a un público desconocido. Comenzó con algunas canciones en formato acústico, para luego calzarse la guitarra eléctrica, con un simple y corto “gracias” separando los temas. Con una actitud segura y casi inmutable tras los desaforados gritos de sus fans femeninas, Bugg dejó en claro porque lo apodan la promesa del rock inglés.

Una horas más tarde, Julian Casablancas apareció en el Main Stage 1. El sonido estaba saturado, lo que generó que muchos se alejaran tras los primeros temas. Sin embargo, casi al final, la aparición de “Reptilia”, de The Strokes hizo venir gente a las corridas. Casablancas adelantó algo de lo que será su nuevo trabajo solista, con un grupo de músicos particular que no logró una buena conexión con el público.

Una de las mejores presentaciones de la jornada fue la de Phoenix. Los franceses se despacharon con una hora de rock alternativo a todo volumen que cautivó a todos los espectadores. Liderados por un Thomas Mars con la voz intacta, hicieron un repaso de toda su trayectoria. Al final Mars se tiró encima del público  y comenzó a nadar entre los espectadores sin soltar el micrófono por un minuto.

Nich Inch Nails y New Order sirvieron como entrada para el plato principal, Arcade Fire. Mientras que los primeros sonaron muy bien, los legendarios New Order se escuchaban demasiado bajo, algo que no les impidió expandir su magia con clásicos como “Bizarre Love Triangle”. Por el lado de la banda de Trent Reznor, que arrancó con “Wish” y terminó con “Hurt”, recordaron que todavía pueden seguir rockeando. NIN fue la única banda del Lolla que también estuvo presente en la primera edición del festival en el 91.

A las 22 todo el mundo se congregó en el escenario 1. El momento llegó y un hombre cubierto de un traje de espejos, en alusión a su último disco “Reflektor”, presentó al grupo. Al instante, Arcade Fire apareció con sus cabezas gigantes, y repitió la misma broma que había hecho unos días antes en el Lolla chileno. Julian Casablancas, estaba escondido bajo una de las cabezas y Win Butler lo hechó del escenario. No cabe ninguna duda del liderazgo de Win, que durante su presentación, envolvió a los 55 mil espectadores con su carisma.

Arcade Fire parecía un conjunto teatral, más que un grupo de rock. Eran más de10 personas arriba del escenario, con su papel aprendido a la perfección, guiados por su director. Por momentos los roles se cambiaban y uno pasaba al instrumento de otro. Guitarras, teclados, violines e incluso percusiones africanas formaron parte de este show magnético de una hora y media. Para el cierre, una lluvia de papel picado aromatizado en ”Wake Up”, un broche de oro para los Arcade, que anoche se consagraron en el Lollapalooza.

Dejando de lado algunas cosas a mejorar, como los problemas de sonido, un tema de verdad preocupante, los altos precios de la comida en el lugar y un poco de barro en el predio, Lollapalooza tuvo un gran comienzo.

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Manuel Buscalia

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