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Live Out 2018 presentado por Doritos

Live Out 2018 presentado por Doritos

Luis Mata
Israel Martínez

Israel
Martínez

21/Oct/2018

Fotos Israel Martínez

La conquista del mainstream.

Recuerdo cuando en 2013 fui a mi primer festival en Monterrey. Se trataba de un Pa'l Norte, el segundo en su historia. En aquel entonces no existía una oferta tan grande como ahora; actualmente en la ciudad del Cerro de la Silla, se celebran eventos masivos en torno a la música todo el año, es algo normal y cada vez más recurrente. Sin embargo, aquella tarde se respiraba un ambiente nuevo, virgen.

La tarde de ayer descubrí que ya llovió, literal. Y es que la cuarta edición del Live Out ofreció una propuesta que cada vez toma más fuerza al norte del país y crece como trend. No es casualidad que en los últimos años hemos visto más números pop en los lineups regios, Macklemore, Magic!, Oh Wonder y recientemente Maroon 5 han sido la carta fuerte de estos encuentros. Pese a que la onda pop parecía ser terreno del Hellow, Live Out lo arrebató con fuerza en esta edición.

La oferta de bandas levantó cejas entre la comunidad celosa del sonido de guitarras y atrajo a un público más joven; ¿el resultado? Algo que ni yo entiendo aún. Vamos por partes.

A lo largo de la semana se había predicho un día lluvioso al norte del país y la tarde de ayer Monterrey nos recibió cumpliendo los presagios. Pese a tener un interminable chipi chipi masajeando tu cabeza, descubrías tu camisa con manchas de sudor tras unos minutos caminando bajo el cielo nublado. Al llegar al Parque Fundidora la lluvia realmente no era tan molesta e incluso jugaba un papel en esta inédita edición del festival.

Mint Field llegó de la vecina ciudad de Tijuana a dar un set para los primeros asistentes. Para ese momento, del cielo aún no caían gotas de agua. El trío de dreampop demostró cómo han perfeccionando su sonido en vivo, presencia escénica y proyecto en general. Con su LP, Pasar de las luces, bajo el brazo, se han posicionado como un referente obligado del género en el país. Espero que las empiecen a programar en un mejor horario en festivales venideros.

Slenderbodies cayó junto al chipi chipi que llegaría para quedarse. El dúo comenzó la vibra soft pop que nos acompañaría gran parte del día. Los de california mostraron una ejecución casi impecable y crearon un ambiente con el que la gente no puso peros, juntando a los pocos asistentes en torno a su escenario. Nombre y Alma sentenciaron el mood de la tarde, siguiendo el mismo vibe.

Y bueno, para este punto la queja de “está lloviendo y los actos están flojos” se escuchaba en unos cuantos. Pero la verdad es que, el poder escuchar estos proyectos de nuevo pop que han ganado relevancia gracias al internet, me parecía un buen plan para pasar un sábado lluvioso. Es algo que no ves en todos los festivales.

Benjamin Booker y Bishop Briggs irrumpieron con blues y pop rock la tarde, dándole un giro al festival. Algo que destaco es la apuesta por lanzar proyectos con joven trayectoria en horarios importantes. Marian Hill fue una de las exponentes más interesantes, con un sonido que podía referir a una Adele millenial. Por su parte, Vance Joy culminó el muestrario de propuestas con un folk pop bien ejecutado.

La constante e interminable lluvia no terminó de agüitar a los asistentes, quienes estaban más metidos en la fiesta. Y si hablamos de fiesta, no podemos dejar de lado la joya que encontré en este festival; el Tecate Room; una carpita (donde no te mojabas) con una propuesta de DJs y proyectos electrónicos tan diversos y convergentes como el dreamwave de Grenda, hasta el cautivante EDM de las gemelas Simihaze. De aquella carpa tronaron sonidos que fueron desde el hip hop, pasando por el trap, a ritmos techno y house. Interesante, Live Out, interesante.

El cierre contó con la presentación de la siempre convincente, Annie Clark a.k.a. St. Vincent, quien en cada show parece llevar su propuesta estética y sonora más lejos, unos Chainsmokers un tanto forzados (y con problemas técnicos al tiempo de su set) que destellaron una lluvia de éxitos como “Closer” o “Don’t Let Me Down” (quizá no te suenen, pero la próxima vez que abordes un Uber con una estación de radio pop puesta, escucharás algo de ellos).

Y, por supuesto, Abel Makkonen Tesfaye, el “niggah with the hair singing bout poppin’ pills, fucking bitches, livin’ life so thrill”, el pobre ser romántico que lloró por Selena Gomez durante su set en Coachella y uno de los artistas más grandes en el mundo. The Weeknd otorgó un set de primer nivel, de esos que dan gusto ver.

Acompañado de una banda de músicos que llevaban a la vida los sonidos de bajo, batería y sintetizador de sus producciones, Abel dio un performance equilibrado en ejecución y juegos de pirotecnia, luces y fuego que tan solo aderezaban al show, cuyo fuerte era la fuerza del performer que logra una conexión envidiable con su público.

El artista dio un set que abarcó en su mayoría canciones de su último álbum, Starboy, complaciendo a su numeroso fanbase regiomontano (y mexicano, en general) con dos horas de set en su primera visita, cerrando de forma fuerte con “Call Out My Name” y “The Hills”.

Ya llovió desde aquél Pa'l Norte, tanto la gente está más (mal) acostumbrada a los festivales; que los brotes de cordialidad de los asistentes han ido cambiando por empujones propios de un festival chilango, como en la oferta, que cada vez se dirige más al mainstream casi eclipsando por completo propuestas rockeras o alternativas. No digo que esté bien. No digo que esté mal. Solo es así.

Al final del día Live Out resultó en un festival inédito; ya que en pasadas ediciones no tenía esta línea tan marcada, que cumplió en presentar propuestas (aunque sean de pop, son propuestas al fin), diseñar un ambiente decente y presentar una buena producción. Esperamos ahonden en sus virtudes.

Luis Mata

REDACCIÓN:

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Mata

Israel Martínez

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