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Después de un día de pésima organización en La Yoshokura, no fue una sorpresa que el cierre del festival sucediera en condiciones aún peores. Las 17:00 horas estaban marcadas como inicio del programa, sin embargo, las bandas empezaron a tocar a después de las 20:00 en La Taberna y El Barrio.
Lo único que mejoró este día, fue la cercanía de las sedes, ya que se encontraban a una cuadra de distancia. Ellis Paprika, quien había sido programada como la quinta banda, fue quien dio inicio a este festival en El Barrio. A pesar de no haber tenido tiempo ni de cambiarse, Paprika demostró una vez más el gran talento y singularidad de los jaliscienses. Haciendo a un lado los errores de logística, la artista llegó para pasarla bien a pesar de la poca concurrencia, haciendo vibrar con su rock resentido y romántico.
Siguió la buena música con Ernesto Licona. El músico compartió su disco Perdiendo el control, en el que el compositor explora sus sentimientos y los plasma en divertidas y melancólicas melodías. Los músicos de los que se hace acompañar, que en esta ocasión también tocaron con Paprika, se deshicieron en el escenario y ofrecieron un gran show.
Muy cerca de ahí, en La Taberna, se encontraba tocando La Sex Fleur. Este es un proyecto local de DJ mash-up set que superó las expectativas y sorprendió con sus delirantes ejecuciones. La música electrónica de la década de los 70’s y 80’s se funde con tintes de rock experimental, dando como resultado una explosión sonora que pone a todos a bailar. El lugar estaba abarrotado, a penas se podía pasar a empujones y se acercaba la hora de que el poder del norte se hiciera presente. Simpson Ahuevo llegó escupiendo sus rimas explosivas e inmediatamente cautivó la atención del público con su poderoso rap.
Después de tantos retrasos, ratos muertos y un sinfín de errores, a la 01:30 de la mañana por fin llegaron Los Románticos de Zacatecas, quienes, como de costumbre, tiraron su buena onda y se entregaron de lleno a sus seguidores. Para entonces, toda la audiencia se encontraba en La Taberna, sin embargo, hubo público suficiente para armar un divertido slam al ritmo de temas como “Corazón” y “Volver a quererte”.
Finalmente, desde Chimpancingo, Guerrero llegó el irreverente y prosaico artista que entre mentadas de madre, calzones rojos y miembros al aire, enamoró al público. Sí, me refiero a Su Majestad Imperial, Silverio, quien con estridentes ritmos electrónicos y su elegancia característica, se encargó de dar el mejor cierre para este festival. Le llovió cerveza en varias ocasiones y la devolvió al público. Se colocó el celular de uno de los presentes en los genitales para darle “lo que le faltaba”. Personas mayores estaban embelesadas por esta imponente figura y todos disfrutaron del exótico show que aportó un toque muy especial a esta edición de La Yoshokura.