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Muy pocos artistas han logrado canalizar el concepto de un álbum más allá de la sonoridad, y en esta ocasión Halsey plantea un mundo complementario a una fuerte narrativa visual; el soporte de su nueva producción discográfica If I Can’t Have Love, I Want Power, una experiencia inmersiva en la pantalla grande.
Tras el lanzamiento de un exitoso larga duración publicado el año pasado (Manic), la cantante estadounidense de casi 27 años trae a los cines un largometraje de temática medieval, estética oscura, casi tenebrosa, incipiente en la feminidad como una dicotomía; el poder de su cuerpo y la autodestrucción. Todo sobre un desarrollo que entrevé su reciente embarazo y el nuevo ente sónico de este LP.
Con la dirección de Colin Tilley, escrita y producida por la misma Ashley Nicolette, esta película encripta una serie de escenarios del medievo: un gran castillo ornamentado, sombrío y lujoso, paisajes boscosos de secuencias penumbrosas; vestidos despampanantes, peinados estrafalarios y toda la exaltación de la belleza monárquica. De principio a fin, la cinta añade un extracto del disco con cada escena, lo que en secuencia con la historia, los grandes visuales de la pantalla IMAX y el inmersivo audio de las salas, provoca una sensación sorpresiva.
Aunado a una historia caótica y dramática, repleta de contenido gráfico, desnudos y muerte, se conceptualiza la alegría y el horror de un embarazo, lo que según una descripción por parte de Halsey resulta ser una idea que divide a su yo sexual de su cuerpo como “recipiente” de la maternidad, “partes que pueden coexistir pacíficamente”.
Respecto a las canciones expuestas durante la hora de película, se muestra un disco pop — producido por Trent Renzor (Nine Inch Nails) y Atticus Ross — que se envuelve en un cuento de hadas psicodélico y gótico, con aproximaciones al rock y al synth de manera experimental. Mientras avanza, el relato alcanza picos altos y bajos que se mimetizan con la lírica de estas obras, letras que hablan sobre el control, la autopreservación, la compulsión, soledad y el terror de manera seductora y espectral.
Durante 60 minutos, Halsey logró obtener la atención de los asistentes por completo con una actuación impecable y una buena dirección creativa. Con algunos saltos sorpresa y un crudo desenlace, la activista y compositora construye un símil de su nuevo disco. If I Can’t Have Love, I Want Power llevó a los espectadores a no despegar los ojos de la pantalla y de esta manera, a entender un poco más este, su cuarto álbum de estudio.