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Eran apenas las doce del día cuando ya abríamos paso entre una multitud de adeptos hip-hoperos (y sus respectivos entourages) que practicaban sus movimientos en el suelo en cada rincón del interior del Bombay Social Club, a un par de cuadras de la Macroplaza de Monterrey.
Inmediatamente fuimos a checar como andaban algunos de los carismáticos personajes que conocimos el día anterior en el workshop del B-Boy All Star Ronnie, tal como Willow, el argentino de 34, el de más edad que llego a conocer durante la competición. “El breakdance es mi vida, me salvó de las drogas y de las calles de Buenos Aires”, me confiesa. La camiseta que porta de “B-Boy Foreva” respaldan sus palabras.
Me impresiona la pasión que corre en esta escena underground de la cual muchos no estábamos muy bien enterados; son jóvenes dedicados a perfeccionar sus pasos y movimientos a los ritmos del hip-hop y los breakbeats, de lesionarse, recuperarse y volver a lesionarse de alguna articulación, cual círculo vicioso, pero de lo menos importante para ellos, pues la alegría que destilan al estar en la pista es evidente.
Me es difícil localizar a muchas B-girls que estén en competencia, eventualmente encuentro a Xun-Lee, de 23 años y del D.F., que es aficionada al anime, por cierto. “Ser B-girl es todo un reto, a veces hay un prejuicio de que las mujeres somos más débiles”, me explica. Otra diminuta pero divertida competidora es Nelly, de 20 años de Guadalajara, quien me dice que “como mujer te tienes que acoplar al cotorreo de los hombres y físicamente ser muy ruda”. Ni Xun-Lee, ni Nelly, ni ninguna mujer avanza de entre los 250 competidores a los últimos 16. Para mí es evidente que simplemente no tienen la misma fuerza muscular para aventarse con la potencia y velocidad de sus contrincantes masculinos, quienes impresionan a los jueces (incluido entre ellos al All-Star B-Boy Ronnie) con apantallantes power moves. ¿Ameritaría acaso una categoría exclusivamente femenil?
Nuestra querida fotógrafa Dulce encuentra su gallo en el barbudo B-Boy Italiano de 27 años y originario del D.F. quien adquiere este apodo a partir de que su madre es de descendencia italiana, “Ser B-Boy es mi vida y quien soy en verdad, haré esto mientras pueda”, nos dice. Yo encuentro el mio en B-Boy Metal, de 23 años y competidor ensenadense de una pierna. “Bailar me sacó de andar de malandrín y no me considero en desventaja, pues mi condición no me define”, comenta un poco agitado ya que nos encontramos a mitad de la competencia.
B-Boy Italiano y B-Boy Metal ambos alcanzan el Final 16, así como uno de los favoritos B-Boy Gato, de 28 años proveniente de Torreón, quien comenta que “afortunadamente vivo de esto”. Y es de los pocos.
En el Final 16 son ocho enfrentamientos one-on-one en un sistema de eliminación sencilla. Los ánimos para este punto están en su punto más alto y cada B-Boy recibe el apoyo de sus respectivos crews que están en el público, así como insultos para sus contrincantes. Una infinidad de veces los contrincantes se retan al bailar, se hacen señas de “me la pelas” y “¿eso qué?” al presenciar los power moves de su rival. Pero como escena sacada de las películas Step Up, cuando parecen llegar a los golpes entran en una curiosa interacción de te pego golpes bailando y tú, víctima, los esquivas bailando; siempre con gracia y nunca perdiendo los estribos, parece ser el código tácito en este mundo.
B-Boy Metal sale en la primera ronda acompañado en un gran upset de B-Boy Gato, eliminado por B-Boy Stimpy. El Italiano sale en la semifinal ante el “¡no!” de Dulce.
Al final era B-Boy Stimpy vs. B-Boy Omar. Visiblemente cansados, dejaron lo último que traían sobre la pista. A la cuenta de tres por parte de todos los que estábamos en el recinto vino la decisión de los jueces. All-Star B-Boy Ronnie levantó la mano de B-Boy Omar, quien se convirtió en el centro de este pequeño universo, entre flashazos, cámaras y celebraciones. Así había terminado el Red Bull BC One: México Cypher 2015, una increíble experiencia tanto para competidores como para su público.