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Acá el otoño no existe. Con una vegetación al verde vivo y sus 24º C nocturnos, el Hotel Pierre Mundo Imperial nos recibe con las puertas abiertas. Como en una pasarela, trajes de baño, shorts y camisas desfilan a través de un largo pasillo/lobby. Adentro, una cúpula-cascada alimenta una gran alberca. El oído percibe a la distancia cómo las olas del mar rompen en la playa.
Un conjunto de dos largos edificios con habitaciones escuadran el escenario principal. Al centro, una explanada con alfombra de pasto natural. Del lado izquierdo, sobre la arena: el Escenario Playa (que solo será activado el sábado y domingo exclusivamente en el horarios del atardecer y al amanecer).
En punto de las 21:30 H, Petite Amie se encarga de cortar el listón inaugural del escenario principal. Comienza su performance dulcemente. La ecualización estaba desajustada, pero se fue corrigiendo. Brincando entre tonalidades suaves, poco a poco tiñendo de fluorescencia nuestros tímpanos con temas como "Otra Vez" y "Rester". El tiempo se fue volando y para cuando nos dimos cuenta sus sintetizadores cósmicos nos estaban elevando al plano astral.
Nos quedamos instalados el mismo sitio para llevarnos una agradable sorpresa con la conjunción que han logrado Charlotte Adigéry & Bolis Pupul. El dúo belga firmado por el sello de Soulwax, afinca su sonido en un electro sarcasmo. Sin temor ni pena, ponen el dedo sobre la llaga con letras donde se burlan del racismo, el colonialismo y el sexismo a través de hábiles re-apropiaciones pop, disco y punk. Ella con un amplio rango vocal que puede pasar sin problemas de un soul a una risa tenebrosa. Él, multiinstrumentista que navega de los agudos sintetizadores a la crudeza del bajo.
Beats tétricos de un tech house. Del otro lado, en el escenario Adidas, en un pequeño rincón con un árbol que hace de back (con cuatro palmeras a los costados, decoradas con aros de luz como en Los Supersónicos), Veneno estaba conjurando a los demonios de la oscuridad.
Exploraciones de planetas donde la vida se ha extinguido y solo quedan vestigios de civilizaciones rupestres. Con más de una década de trayectoria, Weval en formato live fue pintando paisajes etéreos y desolados. Solo faltó la voz de Morgan Freeman para sentir que estábamos en un documental sobre una galaxia que se encuentra a punto de ser devorada por un hoyo negro.
Para la segunda jornada del festival, llegamos más temprano. Con luz de día todavía, desembarcamos directo en la playa para bailar sobre la arena con la cumbia punk y psicodélica de los Son Rompe Pera. Sudando los instrumentos, este ensamble orgullosamente mexicano ha ido ganando terreno en distintas escenas gracias a la versatilidad de su marimba en esteroides. "Ay, chiquitita linda pechocha, cómo te quiere tu papá, ve" ... finalizando con un mash up del "Baile de Caballito" de Su Majestad Mi Banda el Mexicano con "La Carencia" de Panteón Rococó (con la letra editada) alteraron el sistema nervioso de todos los presentes. No se armó el slam rompe cráneos por la falta de concreto.
En el Adidas, el Robot95 traía toda la actitud. Rolitas para el enculamiento y para los corazones rotos. "Por Ti Estoy Loco", "Tú o Satanás". El consultorio del doctor corazón estaba abierto. Fumando "Todo el Día, Todos los Días" y maleanteando porque en "Esta vida" la calle está perra.
Sacrificio al Sol. Legendarios e incansables. Desde Brasil llegan los O Mutantes con su psicodelia para musicalizar el atardecer en Acapulco. Las vibras caribeñas de los años 70 bañan nuestra piel, mientras el Astro Rey se oculta en el horizonte. Ya con la oscuridad bien afincada, una versión de 10 minutos de “Ando Meio Desligado” disocia nuestros sentidos.
Tras compartir cartel con el legendario Giorgio Moroder en 2018, cuatro años después Girl Ultra regresa a Trópico. Muchas cosas han cambiado desde entonces; pasó de ser una artista emergente a ser una digna representante de la nueva ola del R&B en nuestro país. De pequeños showcases en la escena independiente de la CDMX a tener su propia sesión en Tiny Desk. “Llama” para danzar con cadencia. “Nada q hacer” nos recuerda los tiempos muertos durante el confinamiento. Santiago Casillas de Little Jesus se suma para juntos ponerse “Punk”.
Avistamiento ovni en el Océano Pacífico. La nave espacial de Sonido Gallo Negro aterriza en Acapulco. Si el siglo pasado se pensaba que los marcianos llegaron bailando ricacha, en este nuevo milenio sabemos que nos visitarían a ritmo de cumbia psicodélica. Ya con los ojos bien saltones, nos dejamos llevar por las frecuencias eléctricas del theremin del Dr. Alderete. En pleno trip, montamos un “Caballito Nocturno” para ir a “Catemaco” a visitar “El Mercado de los Brujos”.
Ruido, ruido, ruido, porque los Ghetto Kids están en la casa. “Tití me preguntó, si tengo muchas novia', muchas novia'. Hoy tengo a una, mañana otra…” No hay lugar que quede fuera del alcance del Artista Más Escuchado del planeta durante los últimos tres años. Como la marea, las canciones de Bad Bunny arrastran el cardumen hacia el escenario Adidas para perrear. El tridente mexicano mezcló desde viejos clásicos hasta los éxitos más recientes. Desde “La Vaca” mu hasta La “Gatita” que le gusta el mambo, conectamos con nuestro animal espiritual.
De pronto en la pantalla del escenario principal aparece Jorge Campos saludándonos desde Catar por estar de visita en su tierra natal. “El Festival Trópico no se lo pierdan, los dejo con mi amigo Erlend y su banda”... Con una alegría incontenible, Mr. Øye salió al escenario para ir de un lado a otro, brincando como conejito en Pascua. A lo largo de 70 minutos, The Whitest Boy Alive nos puso en modo avión y simplemente nos dejamos ir. Compartió anécdotas de que su proyecto nacido en Berlín, nunca en ningún lado, ha sido mejor comprendido que en México y así lo sintió desde la primera vez que visitó nuestro país en el ya lejano 2007. También contó la historia de cómo el abuelo del baterista Sebastian Maschat viajó a Acapulco en los años 50 para convertirse en surfista y que una vez estuvo a punto de morir en las olas de esta playa. Obviamente no faltaron “Fireworks”, “Golden Cage”, “Courage” y “Burning”; escuchar estas joyas en vivo es verdaderamente un privilegio. Al final se envolvió en la bandera de México y agradeció con el corazón por todo el cariño recibido.
Vistiendo un elegante traje blanco, los integrantes de La Femme se poderaron del escenario. Lucen notablemente cansados por haber estado girando sin parar desde hace más de un año (que los vimos en Hipnosis 2021) y estar promocionando su nuevo disco salido a la luz apenas hace un mes. Se fueron soltando poco a poco. Conforme avanzaban las canciones se despojaron de los sacos y Marlon Magnée, el vocalista, lanzó su playera al público quedando con el torso descubierto. La entrega de todos los miembros es irreprochable. Estallaron el baile con “Sur la planche 2013”, “Où va le monde” y “Antitaxi”, convirtiendo aquello en un verdadero carnaval.
Aunque fue formato DJ set, Röyksopp nos dejó extasiados. Al principio, como tratando de tomarle el pulso al público, empezaron con unas melodías tranquilas, con cambios de tonalidad y bpm muy marcados. Tras poner “So Easy” y ver cómo la audiencia se compactaba hacia el frente del escenario, fueron tomando más confianza y se soltaron con unas secuencias más electrizantes. “Monument” resonó por todo Acapulco con la fuerza con la que un tornado toca la costa. Con un downbeat ya más ponchado pusieron en trance a todos los presentes. El tiempo se dilató e incluso se pasaron 20 maravillosos minutos más de lo programado. El responsable de la logística los buscaba con la mirada para decirles que ya le pararan, pero ellos estaban pegados como magnetos a los decks. No se querían bajar y nosotros queríamos que aquel set fuera eterno. Por fin voltearon de reojo a la cabina de audio y recibieron la indicación con señas, “ya cortale, pa´". Esperamos que regresen pronto en un formato live y obviamente con más minutos a su disposición.
Tras este momento climático, muchos aprovecharon para pasar al baño, comer un snack y comprar más cerveza. Como una enorme ola, los abanicos comenzaron a inundar el espacio. Desde la parte trasera dos monumentales muñecos salieron para recibir al acto sorpresa. Se trataba nada más y nada menos que de Loco Mía.
Después seguía DJ Harvey con un set de tres horas para recibir el amanecer en el Escenario Playa. Sin embargo, la ciudad con sus respectivas responsabilidades nos reclamaba de vuelta. ¡Hasta el próximo año, Trópico!