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Por Tláloc Ruíz
Fotos Alberto Rodríguez
Ha pasado tanto tiempo de la última vez que fuimos a un Festival Marvin presencial que parece que fue hace más de 10 años, porque la maldita pandemia nos metió a un vortex donde el tiempo fluctúa de una manera muy extraña.
El primer día del primer Festival Marvin presencial en años sirvió como algún tipo de empujón de salud mental, primero porque su regreso nos hace sentir cada vez más cerca a tiempos prepandémicos y porque el combo Mabe Fratti + Devendra Banhart ofreció energía musical para sanar el alma.
Para comenzar la noche, Mabe Fratti se trepa al escenario con su violonchelo en mano, acompañada por Héctor en la guitarra y ambos armados con un set bien configurado de pedales de efectos para hacer más contemplativas las notas que salen de sus instrumentos.
La voz de Mabe Fratti tiene la facilidad de mover diferentes sensaciones de nuestros cuerpos gracias a los juegos y matices con las que la ejecuta, tan poderosa es la energía de su música que incluso Devendra Banhart confesó que Mabe le movió mucho y aprovechó para decirle en más de una ocasión durante el concierto.
La primera vez que vi a Mabe fue un set solo ella con su cello, completamente experimental con mucha apertura a la improvisación en el último piso de El Mundano, en un show prepandémico. Me parece muy increíble lo mucho que ha crecido musicalmente, a la par de su presencia en la escena tan rápidamente. ¡Felicidades!
El momento estelar de la noche llega acompañado de su voz, un par de guitarras, una acústica y otra eléctrica, así como de una pequeña mesita para poner ahí su tacita de té para que Devendra Banhart pueda interpretar más cómodamente canciones suaves en un set completamente solo.
El set de Devendra necesitaba tanto silencio como se pudiera para disfrutar más profundamente sus arpegios de guitarra y su voz suave que ni siquiera intenta elevarla ni tantito.
Así es como los ruidos al rededor como latas abriéndose, los gritos de “cerveza, cerveza”, botellas de vidrio cayendo, el cuchicheo de la gente o incluso el feedback que a veces provocaba la configuración de microfoneo para su guitarra acústica nos taladraban los oídos. Obviamente, los “ssshhhhh” para callar a la gente también forma parte de esa contaminación auditiva en un concierto tan pacifico.
Devendra Banhart conoce muy bien las canciones que enloquecen a su público, por eso aprovecha para hacer un intro largo de arpegios para que cuando suenen las primeras letras de “Quédate Luna” enloquezca más a toda la gente presente. Incluso se refinó un cachito muy corto de “Santa Maria da Feira” con la que obviamente la gente se desvivió gritando, aunque haya sido solo unos pocos segundos.
Pero la parte que movió más el cerebro del público y por lo tanto más “explosiva” en un concierto así de suave, fue cuando del mismo público sale Silvana Estrada para subirse al escenario e interpretar “Mi Negrita” junto a Devendra, ambos con rodillas en el suelo en una extraña forma de respeto y amabilidad entre los dos artistas.
Una proyección detrás de Devendra con suaves olas chocando con la costa comunican muy bien su mensaje de calma, tranquilidad y liberación de todo lo malo, además de las letras de sus canciones y los chistoretes que contaba durante toda su presentación. Y así fue el primer día del Festival Marvin.
Por Arturo “Tavo” Meléndez
Fotos Alan Espinoza
Echarle un vistazo, en los pasillos del Foro Indie Rocks!, a las playeras de Galaxie 500, me evocó una emoción pueril. Digo: ¿Cuándo me iba a imaginar estar en un concierto de Galaxie en México? Ni en sueños. Pero, con éste, los shoegazers y dreampoperos incomprendidos de la capital dimos un paso más en el peregrinaje para ver de frente a los santos griales del género: ya vimos a Mazzy Star (NRMAL, 2019), Slowdive (NRMAL, 2016), The Jesus & Mary Chain (Corona Capital, 2018), casi vemos a My Bloody Valentine (Palacio de los Deportes, 2013) y, ahora, tocó el turno de una de las piedras fundacionales del estilo ruidoso.
Ok, no voy a mentir: al principio no entendí la lógica de la curaduría del segundo día de actividades del Marvin. No encontré la relación entre Riva Taylor, Fol de Rol y el regreso del ex líder de Galaxie 500, Dean Wareham, a México (sí, el regreso, pues tras bambalinas el músico californiano me platicó que ya había tocado en México con su banda Luna, en Tijuana, cerca de 1990). Pero al poco rato me dejé llevar y le agarré la onda a las sorpresas del festival: Fol de Rol, con tres integrantes y un sinte al frente, se aventó buena cátedra de noise —quizá ahí está la herencia de Galaxie, escondida— y nos dejó bien calientitos para recibir al maestro Wareham. Aunque esta chava, Riva Taylor, no cantó mal las rancheras: nos envolvió en cantos dulces à la Hope Sandoval, pero con un estilo que a veces no quedaba claro si estaba entre el bossa nova, el chamber pop o el singer-songwriter. No importa, debo decir que me enamoré un poquito de esa voz; es buena propuesta, váyanle a echar un ojo.
Pero, bueno, a lo que truje. Cuesta decirlo, pero valió la pena sacrificar el regreso de Los Dynamite y la primera presentación post pandémica de Los Planetas en México para estar en el concierto de Galaxie 500, o lo más cercano que alguna vez estaremos de uno. Recientemente, fue el santo de quien escribe estas líneas, por lo que no había mejor regalo que tener de frente a quien escribió sus rolas de adolescencia. Por ello, la conmoción sacudió el Foro desde que Dean, acompañado de los músicos que ahora forman Luna, arrancó una retahíla de nostalgia con esa fórmula tan propia de una capa de ruido y un par de versos seguidos de largos solos de pentatónica que no han perdido ápice de intensidad con los años —lo cual es otra forma de referir que Dean, como dicen, aún tiene el toque—.
“Flowers” y “Blue Thunder” iniciaron el viaje, pero la explosión de emociones y la vuelta a aquella liminalidad del underground ochentero que la mitad del Foro no vivimos llegó con “Strange”, una rola que, narró Wareham, escribió después de recordar su experiencia tomando LSD en una tienda de conveniencia (ahora entiendo la línea “¿por qué todo el mundo se ve tan extraño [strange]?”). “Tugboat” y “When Will You Come Home” me hicieron pensar en lo surreal que es escuchar en voz de una decena de personas las canciones que otrora cantaba yo solo, encerrado en mi cuarto, durante mi época de secundaria. “Tugboat” y “Fourth of July” dejaron los ánimos encendidos previo al cierre, el cual se coronó con la tan esperada “Ceremony”, cover de Joy Division que, a través de esos bendings de guitarra tan característicos, Galaxie 500 logro hacer suya. Siempre es un gusto corearla en vivo. A propósito, faltaron “Tell Me” y “King Of Spain”, pero nos vamos contentos, con una deuda pagada, del segundo día de Marvin.
Por Blues Araiza
Fotos David Durán
El último día del festival arrancaría con una oleada de tropiezos logísticos, cancelaciones de último minuto y el traslado de todos los actos del Parque España al segundo escenario del Foro Indie Rocks!, dejando abrirse paso a cada uno de los asistentes entre el caótico estado default de un festival multivenue. Con todo los malos, buenos e interesantes tragos que esto implica, el cierre del Marvin -en su regreso a lo presencial- cumpliría con lo prometido; exponer los nutridos matices del underground nacional a las entrañas de la Roma Norte.
Nuestro recorrido arrancaría al interior del alma máter, recibidos por un inflable de tonos verdes y gráfica intensa que parecía contorsionarse al strum de La Texana, paralelo al despliegue de tropicalidad en el escenario Rompe cortesía de Jupiter & Okwess. Algunas cuadras después nos encontraríamos con el pop fusión de Self Sabotage en la parte alta de Departamento, dejando deslizar la experiencia melódica de los -contados- asistentes desde el guiño R&B hasta el impulso urbano de Raylen en la parte baja del recinto.
Ya entrados en el espíritu de nómadas sonoros, haríamos una breve parada en el escenario del Multiforo 246, pasando del estruendo hard psych vía B.A.R.D.O.S.S., al estruendo hard rock de Rosa Polar dentro de Foro Bizarro. Todo para volver a Departamento envueltos en la sónica de uno de los proyectos más interesantes de esta edición: OME. Instrumentos prehispánicos, electrónica experimental y un impresionante desarrollo atmosférico, interrumpido por nuestro deber para con el siguiente acto.
Volveríamos al Foro Indie Rocks! para disfrutar de la calidez indie de Vera Pedro, saltando a la extravagancia LGBT+ de Luisa Almaguer en el 246, sorprendiendo al público con la invitación de La Bruja de Texcoco hacia el final de su presentación.
Tras un tornado de live shows, llegábamos al cierre del festival mecidos pacíficamente por los sonidos noventeros de Dean Wareham y compañía, instalándonos en la sutileza de Luna con intención de recordar la sensación de un mundo pre Gilla Band.
El cuarteto dublinés se serviría de percusiones despedazadas, feedbacks teledirigidos y el grito interminable del ultradrive para arrastrarnos por poco más de una hora durante la última recta del festival. Colocando la transición de spoken word a desgarre vocal de Dara Kiely como la única alternativa posible para los asistentes; el futuro es neo post punk.
Habiendo pasado por cortes como “Lawman”, “Post Ryan” y “Backwash”, el cuarteto daría fin a su primera presentación en México con el estruendo furioso de “Why They Hide Their Bodies Under My Garage?”, cambiando el destino armónico-sensible dentro de cada uno de nosotros.