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Hace unos días, la producción del Festival Antes de Que Nos Olviden publicó un comunicado explicando los motivos sobre su cambio de sede. En uno de los párrafos podía leerse “recobramos la terquedad”; no podemos expresar cuanto se les agradece la perseverancia. De manera oficial, el miércoles se reanudaron las actividades con un par de showcases, uno presentado por El Historial en la calle Ayuntamiento y otro por Vale Vergas Discos llevado a cabo en Bahía Bar.
Uno de los aspectos que resultan más deprimentes para el músico que inicia, es la imposibilidad de ser producido y promovido con la decencia que se merece. Tiene que ser el amigo del amigo, prestarse a una triste prostitución para poner en movimiento su obra. Pero en esta época, así como existe la inmediatez de lo mal hecho, también la voluntad está presente; la voluntad sin fórmulas que aseguren ventas y fama, que toma constantes riesgos tanto estéticos como de producción.
Vale Vergas Discos, que a partir de anoche cambió su nombre a Estados Unidos de América Latina, ha buscado nuevos sonidos y ha comprobado lo que muchos consideraban un mito: algo está sucediendo en la música latinoamericana. De bandas como Mueran Humanos o intérpretes como Juan Cirerol, hasta proyectos tan refrescantes como DDA; el catálogo de Vale Vergas Discos es lo ideal para quien busca opciones ante el monopolio de unas cuantas bandas que se han apropiado de todos los espacios, aunque no de nuestra atención.
Para despedirse del nombre de su sello, Vale Vergas Discos organizó tres actos. El showcase fue abierto por Bruno Darío, a quien no hubo tiempo de tomarlo en serio. Lo suyo fueron un par de canciones en las que la guitarra fue aporreada en una improvisación que sonaba más que aleatoria, pero su imagen en el escenario fue efectiva: un joven de melena desordenada, de movimientos alcoholizados, cantando sobre sus amigos.
Le sucedió el dueto Soledad, que consiste en dos instrumentos a ras del suelo, sin virtuosismos absurdos, de una velocidad limpia, con canciones de odio amoroso que provocaron los primeros empujones festivos entre el público. La baqueta del baterista se partió en dos tras la primera canción, mientras el guitarrista rompía constantemente sus cuerdas, asunto que, lejos de parecer un error de amateurs, aumentó la intensidad de su concierto.
¿Qué deparaba la noche? El cierre de Mentira Mentira. Grunge modernizado con una carga de humor y baile fueron los elementos propicios para el slam juvenil; el slam de la ebriedad y la convivencia sana. Los amigos del festival celebrando la existencia de bandas completamente distintas. Mentira Mentira, interactuando con el público, desveló entre semana en la calle Tolsá… Podemos concluir que el Antes tiene pizcas de surrealismo.
Pero esto aún no termina. Hoy habrá otro showcase presentado por Volta, algo que promete ser una pieza de arte contemporáneo en cuatro dimensiones sensoriales. Será en la calle Ayuntamiento #145 a las 20:00 hrs. Los esperamos.