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El Bahía Bar, ubicado a un costado de la Biblioteca de México en la colonia Juárez, abrió sus puertas a las cinco de la tarde para recibir al poco pero impaciente público que esperaba ver una propuesta musical diferente.
Los encargados de abrir show fueron los capitalinos Annapura, que con su sonido oscilante entre el crust y thrash, encendieron el ánimo e hicieron headbangear a algunos de los presentes con los temas “Armas de control” y “Cólera”.
Buried Under Stars, proyecto que inició únicamente con Mauricio Avendaño, pero que ahora está formado por otros tres integrantes, imprimió al lugar su sello lo-fi más otro tanto de psicodelia.
Después de este suave viaje, llegó el turno de Terror Cósmico, quienes hicieron vibrar el escenario tan solo con los potentes y distorsionados sonidos de la guitarra de Javier y la estruendosa batería de Nicolás, de la mano de temas de su nuevo material, Muerte y Transfiguración, entre ellos “De las profundidades” y “El extraño”. Plus: llevaron comida vegana para que pudieras darte un snack entre cambios de banda (¿acaso no son los mejores?).
Para abandonar un poco el campo de batalla, los originarios de Tijuana, Vaya Futuro, hicieron sonar su pop-noise dentro de un Bahía que empezaba a llenarse un poco más y pudo apreciar la confianza de los cuatro jóvenes que se entregaban a un respetable que los abrazó con cálidos aplausos después de interpretar “Nada que no quieras” o “Sombras en el mar”.
Para coronar uno de los mejores momentos de la noche, el garaje puertorriqueño de AJ Dávila arribó al escenario y puso a bailar a una notable cantidad de asistentes. Él se divertía, bebía, fumaba y bromeaba con sus seguidores que estaban fascinados con el carisma del cantante y su característico acento boricua.
Mientras tanto, el Capitán Gallo, un venue más pequeño e íntimo ubicado a unas cuantas calles del Bahía, se llenaba de intervenciones audiovisuales y música de géneros más electrónicos, por ejemplo System Error con una mezcla de lo-tempo con techno o Las Brisas, proyecto capitalino que combina el drone y noise.
La fiesta se extendió hasta altas horas de la madrugada (el evento oficialmente terminaba a las seis de la mañana del día siguiente), y, en conclusión, a pesar de que el Festival Antes tuvo poca respuesta (al menos este día), no dejó de ser una invitación a salir de lo común, conocer nuevas bandas y gente.
Eso sí, también fue cuna de perdición, pues varios de los asistentes ya andaban hasta las manitas por lo que bailaban como muñecos de trapo y era algo realmente divertido de ver.