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Si eres seguidor de esta publicación desde hace algún tiempo –y sin irse tan lejos, de poco más de un año– probablemente leíste algo sobre la existencia de este maravilloso festival en medio del desierto del Joshua Tree.
Para mi fortuna en la vida, esta fue la segunda visita que logro al festival ubicado exactamente en el Instituto de Metafísica de Joshua Tree, en California: un espacio multidisciplinario donde día a día se trata de entender al mundo de “otra forma”. Un lugar diseñado con geometría avanzada por Ding Le Mei, Frank Lloyd Wright (arquitecto del Guggenheim de NY) e hijo Lloyd Wright. Decorado naturalmente por matorrales, arena, los característicos árboles de la zona y en el atardecer, la perfecta silueta de todas las montañas rocosas que lo rodean. Y claro, también mucha arena.
Los festivales masivos se han vuelto complicados para disfrutar en su totalidad, y si hay apuestas nuevas para vivir la recurrente y obligada palabra experiencia, Desert Daze es una de ellas. Les relataré un poco de lo vivido este año.
Musicalmente el cartel ya pintaba de locura desde su anuncio con Iggy Pop, Spiritualized, Courtney Barnett and Kurt Vile, John Cale y Thurston Moore encabezándolo, sin embargo, llegar a vivirlo en comunión con menos de 8,000 personas que van a disfrutar genuinamente la música, se convierte en algo más que una simple conceptualización (actual) de un festival.
Esto es una ceremonia que rinde tributo a la música en medio del desierto, con instalaciones artísticas de talentosos jóvenes que desean trasmitir que no estamos solos en estos cuestionamientos de la vida y nociones. Sin exagerar, por todo el lugar hay regados interesantes proyectos para echar a volar la mente. En el mapa también encuentras puestos de ropa de algodón orgánico, joyería de piedras energéticas, serigrafías de bandas, venta de playeras –con marihuana de cortesía–, etc.
Para comer existen food trucks de todo tipo, por puesto, veganos también. En este lugar, consumas lo que desees consumir, la pasarás bien, todo está empapado de energía positiva y no hay forma de irte al dark side.
Desert Daze es un espacio natural de desconexión de la rutina con tres escenarios, sencillos, sin una marca que los presente. Solo los fierros del stage y en casos, proyecciones cósmicas elaboradas artesanalmente con los aceites coloridos del reconocido colectivo Mad Alchemy.
Mi bienvenida al primer día del festival fue con Prettiest Eyes, un proyecto de psych y noise de LA bastante ponchado –trataré evitar este adjetivo aunque el cartel en general lo sea por completo–, su setlist no bajó de intensidad. Perfecto para arrancar esta aventura. De ahí nos fuimos a ver a nuestro querido Holy Wave, que ya es un proyecto más conocido en México, con su sonido garage psicodélico proveniente de Texas.
La Femme –a muy pocos días de haberlos tenido en México– también estuvo presente con un aguerrido sol, la banda francesa se entregó a un público americano con mucha energía, aún y con los problemas técnicos que enfrentaron al no poder conectar el Korg de Marlon Magnée. No obstante la sensualidad y profesionalismo de los integrantes mantuvo a todos en el hipnótico baile.
Boris se presentó al atardecer, trayendo la oscuridad sonora con el poder de su doom metal para posteriormente dejar camino ancho al show de Ty Segall. Como headliner del día, apareció en el escenario más grande para despuntar con su virtuosismo en la lira portando su traje del Electrical Audio de Chicago –donde trabajó mucha música presentada sin parar durante este año–.
El alma se llenó de felicidad en ese primer día al presenciar el avanzado show de BADBADNOTGOOD. Estos jóvenes con su atrevido estilo de jazz mezclado con toques de hip hop rompen creativamente normas del género, logrando sorprender y conectar con sus escuchas.
Para finalizar el día Angus Andrew, pieza clave en Liars, apareció con el vestido de novia que muestra en la nueva portada de su más reciente material. Con Liars, nunca hay temor de un bajón, al contrario solo quedas insaciable de más noise rock.
En el segundo día la banda mexicana Mint Field se presentaba con orgullo dando inicio a esta aventura. Después JJUUJJUU, proyecto musical liderado por Phil Pirrone (organizador de este festival) llevó a todos al trance con su psicodelia pura –tanto en su vestimenta como en su sonido– en el abarrotado The Wright Tent, un escenario chico con carpa donde se presentan los actos más experimentales y novedosos del festival.
Poco después corrí ansiosa por ver al fin al súper trío Sleep, quienes con una tremenda e imponente pared de amplos Marshall aparecieron ante todos los presentes con el más puro y espeso stoner. Todos nos quedamos paralizados durante algunas rolas, admirando cómo su música tuvo el poder de derribar el sol para inundar el desierto de oscura noche. La intensidad sónica fue gradual, de menos a más, de stoner a doom metal. Los presentes veneramos este show.
En ese mismo escenario King Gizzard & The Lizard Wizard hizo de nuevo su aparición en festival –pues el anterior también estuvieron en el cartel–. Ellos con demasiada gente a la expectativa de un nuevo show para este año tan lleno de nueva música, nunca bajaron de intensidad, estos imparables siete chicos de Australia arrojaron un set tremendo. El poder no bajó al ir corriendo a ver a The Make-Up pues era imperdible ver el excéntrico Ian Svenonius arrojándose al público con su metálico traje de pantalón acompañado. Un frontman de gran respecto y admiración para muchos.
El clímax de la audiencia de aquel segundo día se avistó durante el show de Iggy Pop, la leyenda viva que no para, un ejemplo para miles en la industria. La mayoría de las canciones eran coreadas, la química entre él y el público de aquel día fue tremenda. Una gran noche para cerrar este segundo este personaje de Michigan.
Con pocos años de trayectoria, The Babe Rainbow fue la primera opción para este último día de Desert Daze. Continuaba mi dosis de psicodelia con estos chicos buena vibra, la gente no dejaba de bailar. La curiosidad después me llevó con Weyes Blood, quien me transportó a la nostalgia, a la introspección, un pasaje tranquilo en el fest.
Allah-Las era la banda que no podía faltar a este cartel. Los angelinos lo tienen bastante bien amarrado, un proyecto que ha crecido con bastante trabajo en estos casi 10 años de historia. La oscuridad femenina se hizo visible aquel día con el trío de L.A. Witch, recién firmadas por Suicide Squeeze, levantaron una tarde narcotizada con sus cantos y reverbs.
Alguien en el camino me habló de Khruangbin y lo que más me atrajo en su descripción era ir a escuchar el thai funk que se le atribuía. No cabía ni un alma más en la Wright Tent, y paulatinamente entendía porqué. Este humilde (en actitud) proyecto, tuvo algo bastante novedoso en su sonido y ejecución. Algo muy rico, bailador pero suave, sexy, prodigioso. Vale mucho la pena descubrir de esta forma, en vivo.
GØGGS por otra parte por poco demolía el lugar con su más puro punk. Una necesidad que solo Ty Segall, en conjunto con Chris Shaw y Charles Moothart, logró en un disco homónimo. Al poco tiempo se aparecía Jason Pierce y compañía con Spiritualized, en una noche muy iluminada por el espectáculo que ofrecieron. Bastante emotivo para casi concluir las presentaciones del escenario principal. Y entre Cigarettes After Sex y Unknown Mortal Orchestra, me fui por UMO en contacto con un público como el de Desert Daze. Si algo he notado en Ruban Neilson, ha sido su desarrollo exponencial al escenario, de ser un chico tímido con solo una guitarra, a un personaje atrevido, con más producción hasta en su escenario. Y en efecto, la experimentación y soltura de esta agrupación aquella noche fue tremenda. Una magia interesante que no sé si ocurre con la mayoría de los actos a causa de los elementos que existen en este festival.
Desert Daze es un bello recordatorio de que estos géneros y este tipo de audiencia, no están extintos. Al contrario, esto va para arriba. Es ese pequeño pasto verde emergiendo entre las grietas del cemento.