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El camino hacia la ciudad de Joshua Tree, en California, donde se encuentra el Instituto de Metafísica que es el recinto donde sucede el festival Desert Daze, un golpe a la vista por sus paisajes desérticos llenos de cientos de enormes hélices blancas que generan energía eólica. Una gran sensación de misterio y emoción se vivía en el momento.
Llegando a instalarme al camping, la gente fue muy amable y no era tan estricta en la revisión, el atardecer rápido caía y la gama de azules en todo el cielo despejado impactaba el mood contemplativo del momento.
Entrando al festival inmediatamente te das cuenta que no es un festival común donde las enormes producciones desatienden detalles que se amoldan al paisaje natural del lugar o olvidan el concepto del proyecto. Y por su puesto, no había bienvenida de edecanes de alguna marca regalándote un producto de consumo. La gente que visitó ayer el lugar tenía looks muy específicos: boho, folk, retro sesentero, rockeros, etc, todos perteneciendo a un movimiento diferente que consciente o inconscientemente busca retomar la esencia de lo que vivió la juventud en otros tiempos, los aquellos que con la música se unieron buscando amor y paz.
Por otro lado en cada esquina del recinto es fácil encontrar luces de colores que prenden sutilmente a tu paso, pequeñas salas vintage ocultas en diferentes puntos del desierto con televisiones de bulbos o incluso pequeños espacios hechos a mano para meditar. Los stands de comida vegana o alimentos con productos orgánicos abundan aquí. La vibra definitivamente es otra.
Iniciamos el camino de la música con Kiev, humildes chicos que agradecían el haber llegado temprano al festival para escuchar lo agradable de su set, una fusión de rock noventero con toques jazzeros. Buena propuesta para iniciar. Le siguió en el otro stage de decoración de telas blancas, el Block Stage, Death Valley Girls, quienes con su rock garagero y actitud de femmes fatales conquistaron al público que las observaba. Muchos interactuaban con la vocalista, una chica con mucha actitud y carisma, parlachina con su público. Ellas sí que saben rockear.
De camino al Moon Stage para ver a Bombino, me paré por un baso de Kombucha (investiguen qué es), a lo lejos observaba el increíble rock africano que tocaban estos chicos de origen nigeriano, ¡qué buenos riffs se aventaban! De repente me percaté por qué se llamaba así el escenario, la producción sabía que iba a ser luna llena en estos días y nos regalaron un increíble paisaje de luna casi llena –seguro mañana toca la luna perfecta con Primus–.
Del otro lado Temples iniciaba un increíble set de rock and roll, pesado y psicodélico en algunas ocasiones y con unos increíbles guitarrazos que te volaban la mente. Los ingleses mantuvieron la atención de todos los presentes en todo momento. Luego nos lanzamos a ver a Chaz con su full band como Toro y Moi, ese chico tiene un gran estilo y groove para componer. Fino, no dejas de bailar o reir de lo buena vibra y rico que es siempre su show. Una opción siempre genial en cualquier festival donde lo encuentren. Corriendo me acerqué al escenario donde The Sonics ya tenían atrapados a los asistentes con su garage, fuerte, preciso y de una sorprendente energía para su edad –recuerden que ya son personas de la respetable tercera edad–. Qué orgullo volverlos a ver tocar con tanta entrega y pasión en sus venas, una banda que formó parte de nuestro octavo aniversario.
Washed Out tenía a mucho público en su escenario, las tenues luces se mezclaban con su tranquilo sonido para hipnotizar a todos los presentes, mientras me fui un rato a cenar un jocho vegano de chipotle y claro, a beber cerveza artesanal de barril. La vibra nunca decayó en todo el día. Aunque la arena volaba por todo el lugar, claro es desierto, qué esperaba.
Corrí a ver el acto ya recomendado por varios amigos, King Gizzard and The Lizard Wizard, ¡vaya sorpresa!, un uso variado de instrumentos: flauta, órganos, panderos, dos baterías, un bajo y dos guitarras, siete integrantes son y qué buena actitud tienen. Jamás les perdí la atención, aunque noté que varios desertaron tal vez por la larga duración de sus rolas. Sin embargo, es muy trascendente ver su show en vivo.
La noche cerró con Deerhunter y su irreverente presentación, Bradford Cox, su vocalista todo el tiempo interactuó e hizo bromas con su público. La música increíble con su shoegaze y tal vez un noise rock, alegre. Un muy buen cierre del primer día de un gran gran festival, y no me refiero por el tamaño de él, sino por el concepto, la bella ubicación, la excelente música y sobre todo, la vibra.
Lee la reseña y checa la galería del segundo y último día.