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“Te va a latir, dicen que Bahidora es súper hippie”.
Me dijo un amigo cuando me enteré que cubriría el Carnaval, frase que recordaba mientras esperaba a que mi camión del transporte arrancará. Las salidas rumbo al festival se retrasaron alrededor de media o una hora por falta de organización, sin embargo, a eso de las 21:30 ya estábamos acomodando nuestras tiendas de campaña.
Una vez establecido en el lugar, partí hacia El Umbral, la fiesta precarnaval organizada por Pepsi, un evento para ir preparando el mood de la celebración que iniciaría al día siguiente.
“La gente aquí está muy loca”.
Me comentaba un amigo al que me encontré junto a la fogata, cerca del escenario, mientras observábamos a la chica que bailaba con un aro.
Lo que prometía ser una noche “tranqui” –de la cual nos iríamos temprano para estar completos al día siguiente–, terminó por convertirse en una noche llena de house y baile de la mano de artistas como Rubinskee, Oceanvs Orientals y Rampue, la cual se extendió hasta altas horas de la madrugada.
Por la mañana, habiendo superado las largas filas para ir al baño, comprado algo para desayunar y consiguiendo repelente para ahuyentar a los múltiples mosquitos, la gente comenzó a entrar a Las Estacas para conocer el lugar.
“Las estacas es un lugar mágico, astral, hermoso, etc.”.
Cualquiera de estas frases se escuchaban el viernes, mientras los visitantes veteranos les explicaban a los nuevos cómo era el festival.
Muchos se maravillaban y disfrutaban del clima y paisaje de Las Estacas mientras daban una vuelta de reconocimiento, y esperaban a que iniciará la música. Algunos, desde las 11:00 H, comenzaron a bailar salsa en La Estación, este pequeño escenario que se distinguió por su buen ambiente y la danza despreocupada de los asistentes.
A las 12:40 H, otros disfrutaban del talento y pop ochentero de Wet Baes; a la par que el Asoleadero Corona comenzaba a llenarse de entusiastas del buen clima ‘bahidoriano”, quienes se ponían a tomar el sol o se echaban un chapuzón en el río, mientras Ali Gua Gua calentaba los ánimos.
“¿Quiénes son ellos? Rifan mucho”.
Preguntaba un sujeto que estaba junto a mí mientras Systema Solar –uno de los mejores actos de esta edición– ponía a todos a bailar y disfrutar con sus ritmos latinos y tropicales. “Que buen público hay en Bahidorá, traen buen flow”, comentaba uno de los integrantes mientras canciones como “Rumbera”, “Que paso” y “Yo voy ganao” animaban a la gente a acercarse al escenario a pesar del sol.
Posteriormente, Mad Professor, una de las leyendas vivientes del dub, puso a disfrutar a todo el Escenario Principal con sus mezclas con tintes de reggae, y cerró con broche de oro al subir a dos personas del público a cantar al escenario. Al mismo tiempo que Little Jesus tocaba en la Playa American Eagle.
“Nunca me había metido un ácido, ¡wuuu!”.
Gritaba un sujeto en el Asoleadero Corona, que estaba a reventar mientras Black Motion, proyecto de house sudafricano, ponía el ambiente a través de su música, igual que Jessy Lanza en el Escenario Principal.
Alrededor de las seis de la tarde, Princess Nokia llenaba de energía el Asoleadero Corona a través de su sonido hip hop y R&B. Su acto culminó con un mensaje que algunos interpretaron como molestia con aquellos que utilizaban penachos, mientras otros lo vieron como un mensaje general sobre el uso de vestimentas regionales.
“¿Qué más hay para hacer?, es que hay demasiados cosas”.
Cuestionaba un sujeto que pasaba junto a mí, mientras la gente partía hacia otros puntos del festival y el sol se escondía. Efectivamente, las activaciones fueron uno de los puntos fuertes del carnaval, habiendo múltiples repartidas a lo largo del lugar y, siendo las más exitosas: La instalación de espejos de BBVA Bancomer, la instalación Dandelions del artista Ghiju Díaz, las Cajas Mágicas y, algunas ecológicas, como la de Tequila Azul, donde a cambio de termos y basura te reglaban una “ponchotoalla”.
Para recibir la noche, Kali Uchis deleitó al público de Las Estacas con su mezcla de pop, R&B, reggae y una pizca de rap, a la par que cantaba algunas de sus canciones más famosas como “Ridin Round” y “Know What I Want”, así como sorprendiendo con sus interpretaciones de ”Bésame mucho” y “Suavemente”.
Por su parte Rroxymore realizaba un set de techno que era un evidente presagio de lo que nos esperaba en la noche en el Dance Floor Doritos, escenario que se convirtió en zona rave a altas horas de la madrugada.
“Este bato rifa, me está dando un trip bien bueno”.
Comentó uno de los muchachos que descansaban en el pasto mientras Mayer Hawthorne deleitaba al Escenario Central con un show que iba desde canciones muy melosas, hasta clásicos como “Walk this way” de Aerosmith y Run-D.M.C.
“Ya están preparando el ambiente para Mac Miller”.
Dijo una mujer que pasaba junto a mí durante el set de RJD2 quien, efectivamente, encendía los ánimos de todos con su intenso hip hop –tan intenso que llegó a sobrecalentar su equipo–, que generó otro de los grandes momentos de la noche.
Finalmente, a eso de las 22:40 H, el acto más esperado de la noche (probablemente), inició con un Mac Miller que derramó flow en un show donde alternó, de buena manera, entre sus canciones más rápidas y las más tranquilas. Donde la gente pudo disfrutar de canciones como “Stay”, “Dang” (una de las más esperadas de la noche) y, quien cerró con un “I’m not gonna sing ‘Donald Trump’, because fuck Donald Trump”, después de que alguien entre el público le pidiera esa canción.
Una vez terminado su set, los primeros detractores de la noche comenzaban a irse, otros partían hacia el Dance Floor Doritos, algunos se recostaban a ver los cortos que estaban pasando en las pantallas de la zona de Tinder y, la gran mayoría, se quedaba a bailar con el funk y la electrónica fina de FKJ.
Terminado su set, alrededor de la mitad del público que estaba presente en el Escenario Central partía hacia el Dance Floor Doritos, mientras la otra mitad se quedaba a esperar a Audion.
Desafortunadamente para muchos, el productor de culto en la música electrónica, Juan Atkins, no se presentó por “causas de fuerza mayor”, sin embargo, Dj Pierre generó un buen ambiente a través de su acid house y el juego de luces que, conforme avanzaba la noche, se volvía más espectacular.
“¿Por qué lo corres si era a toda madre?”.
Bromeaba entre risas el líder de un grupo de amigos que observan al sujeto que, resultado de algún estupefaciente que consumió, se acercaba a bailar con todos los grupos de desconocidos que encontraba a su paso, mientras el escenario Doritos, se llenaba cada vez más y más.
Conforme avanzaba la noche, varios partían a sus tiendas a descansar; otros, víctimas de su propia valentía o falta de dinero, se resignaban a dormir en alguna hamaca, silla o espacio que encontrarán; y, unos cuantos guerreros, continuaban bailando, listos para amanecer en Bahidorá.
A eso de las 8:00 H, Trillones recibía la mañana con algunos madrugadores y los guerreros que seguían despiertos. Alrededor de las 10:00 H, el Asoleadero Corona comenzó a llenarse de nuevo con algunos que aprovechaban para echar la última nadada del fin de semana, unos cuantos que bailaban y, la gran mayoría, que descansaba y recuperaba energías para preparase y emprender el viaje de regreso a sus respectivas casas, a la par que A Macaca y Matanza generaban atmósferas bailables a través de sus mezclas.
“¿Que si regresaría?, ¡claro que sí!”.
Me respondía un sujeto que con trabajos podía caminar, víctima de un fin de semana lleno de fiesta, mientras abandonábamos las instalaciones. Respuesta que me dejó pensando en la esencia del festival, Bahidorá es algo que va más allá de la música, más allá de los estupefacientes que abundan ahí, más allá de la magia del lugar o de su intento ecologista –todas facetas que, si bien, pueden ser inexactas, guardan un grado de veracidad–; es una fiesta que cumple con el ideal del estereotipo de los puentes en México, es un fin de semana en el que la gente se olvida de sus problemas, de sus responsabilidades y disfruta, festeja y se hermana con todos los que se encuentran a su lado, Bahidorá es ese puente en el que realmente descansas de la rutina y disfrutas de un tiempo con los amigos.