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De latino a latino, de rumba en rumba y de ritmo en ritmo: Esta es la mirada conjunta y la fuerza natural de Jaguar, un dúo que expide caribe, pacífico, cordillera andina, el zouk, cumbia, bolero, salsa y también rock; la fusión electro-latinoamericana con la que seguramente vas a mover el pie, y no por accidente.
La copla se conforma por dos colombianos radicados en Europa, que gracias a sus gustos en común e infinidad de coincidencias desde los años 90, iniciaron este viaje. Paulo y Raúl son el resultado de la disolución de una agrupación y las ganas de compartir, disfrutar, “producir canciones y acercarse musicalmente”. Como punto preliminar, parten del universo autóctono colombiano, y subsecuentemente de la experimentación, improvisación y búsqueda contínua de sonidos arraigados.
Con ello crean su primer álbum debut, Madremonte, “una deidad de origen indígena que tiene varios paralelismos en toda América del Sur, es la fuerza telúrica personificada a veces protectora, guardiana de la selva y los animales, a veces en jueza todopoderosa al acecho de las acciones necias de los hombres”, describen en un comunicado.
Desde ritmos infecciosos repletos de zouk (rítmica bailable de carnaval, originario de las Antillas francesas, radicado especialmente en las islas de Guadalupe en el Caribe y Martinica), champeta, un poco de dancehall, pinceladas de jazz, soul y a veces salsa, los músicos recrean semejanza sonora con los ritmos referenciados, pero con la particular diferencia de algo que hoy en día difícilmente podrías encontrar en este formato.
Entre trompetas, percusiones, cajas sincopadas y notas punteadas de guitarra, Jaguar se formula como un cuerpo dotado de danza y candela, lo suficiente para enaltecer la representación latina. La agrupación es un ostinato de jammings y recuerdos oriundos como “el grave peso de las escrituras sagradas en la cultura”.