Alejandro Loaiza es la viva semblanza del nombre que lo acompaña: Una planta de las grandes alturas, de texturas suaves, cálidas, nacidas en los páramos y las faldas de los montes de Venezuela, Ecuador, y su oriunda Colombia, el Frailejón. En esta visión personal y artística de este ente del género plantae, yace el proyecto del cantautor colombiano. Una convergencia con los paisajes, sonidos y colores de su tierra que desembocan con la consciencia humana, el realismo mágico y el sonido universal.
El músico transgrede las fronteras y las lenguas con géneros derivados del folklore sudamericano, el blues, el neo-jazz, rock, la música electrónica y el world music. El conjunto sonoro del que Loaiza es parte, funge como una huella digital de sus raíces: elementos locales como el timbal, cánticos, instrumentos de viento andinos y sonidos sintetizables.
Con su música invita a la imaginación, la memoria, a la fauna y la flora viva que “nos adentra en su magia”. Como un tejido vivo que conecta hasta la raíz, transporta al escucha hasta lo ancestral, de camino al futuro, tal como en su más reciente sencillo “Tijikí Gaitachoke”, un llamado proveniente de la tierra.
Con ello le da nombre a su propia creación, la Gaitachoke, un nuevo género musical que interactúa entre la salsa, la electrónica, salsa choke, el rock chicano de los 70, y la hermandad con la gaita, la cumbia, y psicodelia colombiana que levanta los ánimos, alegra y “celebra la vida que florece en nuestra tierra”.
Previo a este lanzamiento, también presentó “América Latina”, tema que ilustra al continente con una voz contestataria, dignificante y que sobresalta la indiferencia del hombre ante los recursos primarios provenientes de la tierra. Además de su última producción titulada EP de 2019. Escúchalos y mira el videoclip aquí.
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