06/Dic/2021
Por fuera, contextos sin título y miles de sonidos. Por dentro, un extenso catálogo de miniaturas y piezas completas materializadas desde la creatividad y la experimentación. La extensa fusión de géneros incluida en estas canciones, hace de esta experimentación un mundo infinito de posibilidades, donde la música diverge a través de distintos medios.
Andrés Quezada, es un músico de 28 años, oriundo de la ciudad de Santiago de Chile. Percusionista y licenciado en Composición y Percusión por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Con su conocimiento, el artista transita por diversos géneros como el art rock, el pop experimental, el free jazz, la música electroacústica y la música clásica contemporánea; además de crear una variante cero tradicional donde el eclecticismo convive con la contradicción y las paradojas sonoras de su invención.
El también colaborador en Narval Orquesta, extiende la función de los instrumentos convencionales y exprime cualquier posibilidad tonal a través de medios acústicos o electrónicos. Tal como en su más reciente EP, Volver a Repetir, con seis canciones lúgubres y casi espirituales, donde los samples ocupan un lugar esencial y la palabra estructura carece de sentido. O también en su álbum de 2020, El Tamaño de las Cosas, un sumario de 22 temas catalogados como “cosas”, objetos musicales y miniaturas que divagan con un contexto sin título con características divertidas y adorables.
En este mismo compilado, Quezada realiza una colaboración visual junto a Francisca Osses y María José Suárez, en el diseño y animación respectivamente, para su segundo sencillo “Cosa Cinco (Flor)”. “Esta obra guarda un sentimiento más particular respecto a las demás, fue una de las primeras canciones que hice. En ese momento estaba buscando hacer algo que usase el serrucho como voz principal. Tiene una forma A-B-A bastante regular pero que, armónicamente, propone algo muy lindo”, explica el músico.
Para un oído ensimismado y aislado, el trabajo del percusionista sudamericano podría caer en la banalidad, solo un jugueteo sin sentido donde no hay protagonismo. Sin embargo, va más allá de un recreo sonoro y se centra en el desarrollo de la música instrumental un título sin contexto, que al final si tiene contexto.
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