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Violinista, historiadora del arte, maestra en estudios de jazz, turista en escenarios de distintos teatros, aprendiz de música clásica y sobre todo: el resultado del equilibrio entre el tiempo y la necedad. Hacia el año de 1989 y en el regazo de una familia con estilo de vida bohemio nace Amanda Tovalín, una promesa del jazz nacional caracterizada por su madurez exquisita.
Al crecer en un ambiente en donde "en las fiestas siempre alguien tocaba la guitarra o cantaba" y al refugiarse en una abuela que le construyó la armadura de guerrera, la artista aprendió a encontrar la inspiración en todo lo que la rodeaba: su familia, la luna, el miedo, las inseguridades, la filosofía y las artes. A través de una mezcla entre el folclor latino y la armonía del jazz, su propuesta musical puede ser considerada como respuesta a la melancolía latinoamericana que, en sus palabras. "Funciona gracias a las representaciones ficticias".
Actualmente, Amanda Tovalín es parte de un colectivo mutante (así bautizado por ella) que se distingue por la combinación de generaciones. Su formación artística oscilante entre sones cubanos, jazz de los 20 y recientemente música electrónica demostró que es importante agrupar distintas edades. Aunque Tovalín no ha abandonado la costumbre de escuchar a diferentes personas y distintos instrumentos, la banda que la acompaña actualmente se encuentra conformada por Emmanuel Cisneros (piano), Ricardo Hernández (bajo), Erick Alfaro (contrabajo), Andrés Gallegos y Daniel Ponce (batería).
Durante los años que estudió en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Amanda nutrió su potencial artístico con la música de Miles Davis, Omara Portuondo y Gustavo Cerati. Bajo estas influencias, y al formar parte de una revista de música como primer trabajo, la ya aprendiz de violín solicitó becas para estudiar a profundidad el jazz y de este modo se cruzó con la cantante mexicana Magos Herrera y el pianista Alex Mercado. "Trabajaba en la revista, pero me sentía muy triste porque yo no quería estar entrevistando músicos, yo quería hacer música", expresa entre risas para el podcast realizado por Lunamix.
El equilibrio entre el tiempo y la necedad de Amanda Tavalín puede explicarse mediante su relación con el jazz y el violín. Su pasión por el primero deriva de que lo considera una manera de reaccionar diferente a partir de la libertad de improvisación. Por su parte, la artista expresa que el violín. "Es como su amante prohibido porque es difícil. Se enoja si no lo tocas, te hace berrinche si no lo estudias y es un instrumento muy complejo y difícil de tocar. Y es como ese amor masoquista que no te va a dejar tan fácil, pero una vez que ya lo estás logrando y tocando es maravilloso".
La relación entre Amanda y la creación artística surgió desde que rogó a sus padres que le regalaran un violín para Navidad a los cinco años, a lo cual –menciona– se negaron, y se trasladó hasta su reconocimiento internacional (destacan las críticas de Los Angeless Jazz Scene y Rolling Stone). La integración de la poesía a la creación musical mezclada con su binomio constante de 'tiempo-necedad' reflejan que como bien apunta Tovalín. "Los rechazos son posibles oportunidades a futuro".
A continuación te presentamos un adelanto de lo que será su disco Crónicas:
Aquí te dejamos los sitios en los que puedes conocer a profundidad la creación musical y artística de Amanda Tovalín: