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Si le preguntas a una persona menor de 30 años sobre la sala de conciertos que más ha visitado y en la que ha vivido los mejores momentos en la CDMX probablemente diga el Palacio de los Deportes o el Pepsi Center WTC. Para quienes empezamos a ir a conciertos a principios de los 2000, El Plaza Condesa y el Vive Cuervo Salón (o Salón 21 para los aferrados) acaparan nuestros recuerdos. Pero si rascamos un poco hacia atrás hay muchas, muchísimas, historias qué contar.
Pero tampoco nos vayamos tan lejos, empecemos en 1985. Después del temblor, en el anteriormente conocido como Distrito Federal, las personas aún dolientes por las pérdidas humanas y materiales buscaban una ruta de escape. En ese entonces no eran tan comunes los conciertos y la vida nocturna tenía muchas limitantes, pero eso no detuvo a una oleada de jóvenes que se encontraban ávidos de nueva música y nuevas experiencias.
Fue justo en 1985 que el bar Tutti Frutti abrió sus puertas. Lejos del centro de la ciudad, por los rumbos de Lindavista, un espacio al que no le cabían más de 300 personas empezó a albergar conciertos de bandas locales con propuestas únicas. En una época sin internet y sin redes sociales, fue a través de recomendaciones boca a boca que logró abarrotar sus noches y hacerse del estatus del único lugar underground de México.
En ese pequeño foro, que estaba sobre otro bar conocido como el Apache 14, Saúl Hernández con Las Insólitas Imágenes de Aurora, antecesora de Caifanes, comenzó a escribir su historia como leyenda de la música mexicana. Café Tacvba fue otra de las bandas que pisó su escenario, al igual que Bon y Los Enemigos del Silencio, La Maldita Vecindad, Massacre 68 y Atoxxico, entre muchas otras.
Ahí también debutó el primer proyecto mexicano de EBM, Década 2, integrado por Mateo Lafontaine (QEPD) y Carlos García, quienes buscaban hacer música electrónica fuera de la norma, dando vida a una propuesta poderosa y provocativa influenciada directamente por bandas como D.A.F. y Front 242.
En primera fila estaban muchos personajes hoy muy conocidos, como el también nuevo proyecto La Maldita Vecindad Y Los Hijos Del Quinto Patio. Saúl Hernández, muy jovencito aún no muy dark, completamente metido en lo que hacíamos nos seguía con sus manos como si estuviera haciendo magia”, relata Mateo sobre esta noche mítica en su blog.
Hacia principios de 1993 el Tutti Frutti dijo adiós con una presentación de Atoxxico. De acuerdo con Danny Yerna y Brisa, quienes dirigieron el lugar, la inseguridad comenzó a ser una preocupación tal hacia el final de los días del bar que incluso tuvieron que contratar seguridad privada para evitar problemas.
A falta de un punto de encuentro seguro para las diversidades, el francés Henri Donnadieu y el mexicano Manolo Fernández decidieron abrir El Nueve, bar ubicado en el corazón de la zona rosa que comenzó como un lugar de esparcimiento para la comunidad LGBTTTI+ y posteriormente se convirtió en un centro cultural que, además de conciertos, albergó exposiciones artísticas, ciclos de cine y fue punto de información y difusión sobre el VIH.
Se cuenta que personajes importantes de la época, como Silvia Pinal, Carlos Monsiváis, María Félix e incluso el expresidente Ernesto Zedillo eran asiduos al bar, así como celebridades internacionales como Sean Connery y Sylvester Stallone. Pero por lo que más se le recuerda es por las presentaciones de Casino Shanghai, proyecto que vio la luz a partir de la disolución de Size; Los Amantes de Lola, Santa Sabina y, por supuesto, Café Tacvba.
Hablando de esta última, de acuerdo con Joselo Rangel, canciones icónicas como “La Zonaja”, “La Noche Oscura” y la queridísima “El Baile y el Salón” fueron inspiradas por las noches en este lugar que tuvo que cerrar sus puertas en 1989. En el 2018 reapareció en otra locación pero lamentablemente fue víctima de la pandemia y volvió a cerrar hacia finales del 2020.
También en 1985, pero exactamente cinco días antes del temblor, la primera concepción del legendario Rockotitlán abrió sus puertas de par en par en Avenida de los Insurgentes, de donde se mudó hacia finales de 1989 y hasta 1991 a la colonia Nápoles, para finalmente encontrar la ubicación que se convertiría en su último hogar en Miramontes, al sur de la Ciudad de México.
Creado por Sergio y Fernando Arau, Rockotitlán se caracterizó por brindar un espacio a todas esas bandas alternativas de la escena mexicana que no tenían donde presentarse. Fue ahí donde El Tri, Las Víctimas del Doctor Cerebro, Tijuana No!, La Cuca, Ritmo Peligroso, La Castañeda, La Lupita, Fobia, Tex Tex e incluso Maná encontraron un lugar en el que comenzar su carrera o afianzarla durante la época dorada del rock en tu idioma.
Si bien para entonces Saúl Hernández ya era viejo conocido, fue en abril de 1987 que debutó con Caifanes en este escenario, abarrotándolo e incluso dejando afuera a muchas personas que no lograron entrar a pesar de haber hecho filas kilométricas. Fue aquí donde “Mátenme Porque Me Muero” y “La Negra Tomasa” se escucharon oficialmente por primera vez, canciones que 36 años después siguen igual de vigentes.
Aún sin disco ni disquera, fue también en este lugar que Fobia inició su carrera. Con un Leonardo de Lozanne aún menor de edad, la banda comenzó a construir una sólida base de seguidores e incluso logró que Saúl Hernández produjera sus primeros demos.
Debido a problemas económicos, Rockotitlán cerró el 28 de marzo del 2004. Durante casi 30 años vio pasar por su escenario a bandas mexicanas enigmáticas pero también actos internacionales, como Charly García, Todos Tus Muertos, Bersuit Vergarabat, Los Héroes del Silencio, Agnostic Front, L.A. Guns, London After Midnight, Christian Death y Rotting Christ, entre muchísimos otros.
Existen decenas, sino es que cientos, de foros que han desaparecido con el paso del tiempo en todo el país. Algunos de los más recordados son el Cine Ópera, lugar ubicado en la colonia San Rafael que tras albergar obras de teatro y proyecciones de películas dio un giro radical en 1993 para convertirse en la sala de conciertos, viendo pasar por su escenario a Bauhaus, Love & Rockets, Mercyful Fate y Human Drama.
Al norte del país, específicamente Tijuana, el lugar que dejó una huella imborrable en la historia musical de México El Iguanas, bar que gracias a su cercanía con Estados Unidos se aventuró a organizar conciertos míticos y únicos como Nirvana, Sonic Youth, Pearl Jam, Bad Brains, Tool y KMFDM, The Cramps, DEVO y más que me encantaría enlistar pero para fines prácticos pueden consultar aquí.
También se recuerda el Pasaje América, espacio ubicado en la calle Madero de la CDMX que ofreció una refrescante alternativa a la música en vivo que se consumía durante la segunda mitad de los dosmiles. Actos como ADULT., Glass Candy, The Juan MacLean, Matthew Dear y The Hot Rats encontraron aquí un lugar y un público completamente entregado a su propuesta.
Más recientemente vimos desaparecer a El Imperial, Caradura, Bulldog Café y el Salón Patanegra, foros que fueron pilar para el desarrollo de bandas emergentes mexicanas y también para dar un espacio a proyectos alternativos que no lo encontraban en los principales festivales o salas de conciertos.
Afortunadamente, así como han ido desapareciendo lugares también se han integrado nuevos al circuito de salas de conciertos nacional. Tal vez en 20 años se reescriba este texto, pero ahora abordando la historia y larga trayectoria del Foro Indie Rocks!, Foro 28, Sangriento y muchos, muchísimos más.