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Hoy es el mero cumpleaños uno de los más guitarristas de la historia, de un guitarrista que ha creado solos eternos, ósea, completamente memorables, hablamos de David Gilmour. Sin duda alguna, cada una de las notas que ha tocado este inglés durante toda su vida ha plasmado emociones fáciles de leer y por eso es reconocido como el guitarrista de los sentimientos.
Hoy lo festejamos recordando sus mejores solos, pero lo que menos que queremos es ser completamente obvios, aunque sí, en algún momento caeremos en lo más popular… porque tampoco es que lo más popular sea malo automáticamente. Ahora sí, agárrense.
En 1984, Gilmour colaboraba con Paul McCartney, Bryan Ferry y lanzaba un disco solista, pero también realizó una gran colaboración con Supertramp y grabó unos buenos solos en la larga duración muy sincopados. Aquí hay un David hace lo que se le antoja, su solo suena Santanoso por momentos, pero eso sí buscando estar muy alejados de los solos Floydianos.
En la era de Gilmour como líder de Floyd, cuando el nombre de Roger Waters no aparecía más en los créditos, hubo momentos muy oscuros, con discos que se quedaban muy por debajo de sus grandes clásicos. Pero a pesar de los malos ratos entre canciones, siempre encontramos algo rescatable como este solo, que suena potente y preciso.
Ya mucho más que experimentado, Gilmour ya se conoce bien, sabe lo que puede hacer con su instrumento, sabe como explotar sus habilidades y sobre todo sabe hacerse sonar mítico. “The Blue” tiene un solo que en principio se escucha sencillo, pero más que sencillo es muy emocional, muy introspectivo y fino, muy fino. Este es especial para aquellos que les gusta mirar hacia adentro o soñar con los ojos abiertos.
Canción instrumental, de un disco muy poco popular de Floyd, uno que tiene uno de sus solos más infravalorados. Una canción que oscila entre lo progresivo y lo psicodélico, pero que al final sus vibraciones logran desintegrarte en micropartículas para disfrutarlo en múltiples dimensiones al mismo tiempo.
“Fat Old Sun”, en su musicalidad, no es nada agresiva, es una canción muy alucinante, psicodélica, muy linda. Aquí el solo te puede mandar a volar en segundos, un solo como ningún otro en la historia de la sonoridad de Gilmour, porque podemos encontrar parecido en esencia con otros solos, pero en su estructura y en sus sensaciones es muy diferente.
La canción que empezó todo, la que cambió por completo el sonido de Pink Floyd, abriéndole las puertas a nuevos sonidos, nuevas texturas y nuevas formas de producción.
Aquí encontramos a un Gilmour joven y primigenio, pero para nada inexperto, lo que sí es que estaba llevando su talento a otros limites y así libera un solo mágico, agresivamente introspectivo, calmo y muy alucinante.
La guitarra de Gilmour está 1000% influenciada por todos sus grandes ídolos del blues, de círculos, acordes, escalas, técnicas o sensaciones bluseras. Es un solo donde podemos notar todo eso sonido que lo inspiró durante su carrera primigenia en la guitarra y seguro lo sigue inspirando.
Porque los más grandes solos no siempre tienen que ser de larga duración, un buen solo puede ser corto, conciso, directo, bien estructurado y poderoso. El solo de esta rola es muy intenso, es desgarrador, esté construido sobre escalas menores, por lo tanto, triste, desconsolador, pero agresivo a la vez.
Aquí Gilmour no solo lidera en la guitarra, también la voz principal y sinceramente su voz es superior a la de cualquier Roger Waters de cualquier dimensión, de cualquier universo. Y el solo cumple con su cometido, perderte en la densidad de la 4ta dimensión, volverte eterno por un momento como el solo que estás escuchando y ser parte de un todo.
La rola empieza con un slide guitar atascado de delay que crea capas de sonido suficientes para derretir la realidad y hundirte hasta las profundidades del mundo onírico.
Este solo podría ser de los más grandiosos de la carrera de David Gilmour, o no, ustedes pueden debatir al respecto. Pero la canción tiene tantas texturas, tantas secciones y el solo tiene tantos matices en diferentes partes de la canción que uno simplemente se deja llevar para disfrutarlo.
Sí, muchos solos, mucha potencia y todo, pero hay que recordar que David Gilmour es más que solos épicos. Él simplemente sabe como crear atmósferas, sensaciones y emociones, para darte el viaje indicado, el viaje que él quiere tener y que quiere que tú tengas.
Incluso cuando él no tiene protagonismo, siempre hace ese algo que suena perfecto en el ensamble, como las guitarras acústicas en “Alan’s Psychedelic Breakfast”, en sus coros, en su acompañamiento con la slide guitar y hasta tocando la batería. Simplemente el compa está hecho de música.